Al darnos lecciones de vida, Jesús usó a los gorriones para ilustrar algunas de sus enseñanzas.
C.V.V.
GORRIÓN SIN VALOR
“¿No se venden cinco gorriones
por dos moneditas? Sin embargo, Dios no se olvida de ninguno de ellos…
No tengáis miedo; vosotros valéis más que muchos gorriones” (Lc.
12,6-7). En la época de Jesús no se vendían
hamburguesas, pero sí gorriones metidos en un palo y asados. Se
compraban dos por una moneda de cobre, pero te daban cinco por dos
monedas; el vendedor te regalaba el quinto pajarito. Eso indica que
valían muy poco. ¿Qué está queriendo enseñar Jesús? ¡Que
eres de gran valor a los ojos de Dios! ¿Estás convencido de que si te
ausentaras nadie te echaría de menos, de que tu vida no tiene ningún
valor? Te sorprendería saber cuánta gente, aun en posiciones de
poder y fama, se debate con un complejo de inferioridad y un
sentimiento de ineptitud.
Cuando Dios llamó a Jeremías para ser profeta, éste le dijo a Dios que tenía temor de la gente. Por lo que el Señor le animó: “No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte…” (Je. 1,8).
Cuando sientes que no vales mucho, crees que todos se sienten igual,
por lo tanto te acercas a ellos con temor, o con agresividad y
resentimiento. ¿Cuál es la solución? ¡Recordar que eres de gran valor a los ojos de Dios! En Su amor no hay rechazo, sólo aceptación total. Tienes un amigo en las altas esferas, y buenas conexiones. Jesús dijo: “…Os he llamado amigos…” (Jn. 15,15). ¿Vas a ser aceptado por todo el mundo? No, pero cuando fundamentas tu valía en el amor y la aceptación de Dios, eres libre para disfrutar de la vida.
GORRIÓN SOLITARIO
Escribió el salmista: “Soy… como un pájaro solitario sobre el tejado…” (Sa. 102,6-7). ¿Ha sido destruido tu nido en una tormenta? ¿Has perdido a tu compañero? Jesús lo comprende. Sus discípulos no llegaron a “captar”
quién era de verdad; discutían acerca de quién era el más importante y
no fueron capaces de orar con Él en su hora más amarga. En la cruz,
Jesús clamó: “…Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mt. 27,46).
Nos hace sonreír la historia de una chica soltera que colgó un par de
pantalones en los postes de su cama y le escribió una carta a Dios en la
que decía: “Padre celestial, ayúdame si puedes. He colgado unos pantalones aquí, por favor llénalos con un hombre”.
En serio, la soledad puede ser devastadora y afectar tu autoestima. Los
jóvenes se preguntan si algún día encontrarán a la persona adecuada
para casarse. Los mayores temen acabar la vida solos.
El Dios que sabía que de algún modo que Adán estaba incompleto, no
sólo creó a Eva, sino que los presentó el uno al otro y los puso juntos.
Y Él puede hacer lo mismo contigo. Si eres viudo, divorciado o soltero y
te gustaría encontrar una buena pareja, no te angusties. Dios dice: “Yo sé dónde moras…” (Ap. 2,13). Dios conoce tu nombre, dirección y todo dato de tu vida. Y lo que es más importante, ¡se interesa por ti!
Un pensamiento final: a veces la soledad no es la ausencia de afecto,
sino de dirección; no es la ausencia de amistades sino de propósito.
Empieza a acercarte a otros, busca un área de necesidad que nadie esté
cumpliendo, dedícate de lleno a ello y verás cómo las cosas también
mejoran para ti.
GORRIÓN PERDIDO
La serie de televisión Perdidos trataba de un accidente de avión en
una isla remota, y cómo los supervivientes volvían a rehacer sus vidas
en medio de los restos. El secreto del éxito de la serie se debe a que
todos nos podemos identificar de alguna manera con ellos. Hemos perdido
matrimonios, negocios, casas, autoestima, seguridad y muchas otras
cosas. Pero Jesús “vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lc. 19,10). A diferencia de nosotros, Jesús no veía a las personas como “buenas” o “malas” sino como “perdidas”.
Sabía que habían perdido el norte, sus valores, sus relaciones, la
capacidad de enfrentarse a las dificultades, la fe, y en algunos casos
hasta las ganas de vivir. Jesús los buscó a todos: a la mujer del pozo
que se había divorciado cinco veces y estaba cohabitando con su novio;
al paralítico en quien nadie se fijaba y que llevaba más de 38 años
acudiendo al estanque de Betesda; a María que lloró ante la tumba de la
persona a quien más amaba.
Si estás perdido hoy, puedes tener una audiencia personal con el Señor. “Aun
el gorrión halla casa… donde poner sus polluelos, cerca de tus altares,
Señor de los ejércitos, Rey mío y Dios mío. ¡Bienaventurados los que
habitan en tu Casa; perpetuamente te alabarán!” (Sa. 84,3-4). En este día puedes “volver a casa”
con Dios. Puedes volver a construir tu nido y levantar a tu familia
arropado por Su protección. Puedes sentirte seguro en Él. Conforme te
postras en adoración, Él te levantará y te hará sentir valorado. Él te
va a liberar del temor al rechazo y a la soledad. No es posible
esconderse de Dios, pero sí puedes esconderte en Él.
GORRIÓN CAÍDO
Jesús dijo: “¿No se venden dos [gorriones] por un cuarto? Con
todo, ni uno de ellos cae a tierra sin el permiso de vuestro Padre”
(Mt. 10,29). Buenas noticias: Dios sabe cuándo caes, y quiere
levantarte. A lo mejor estabas en lo álgido de tu carrera y te
equivocaste en algo. O lo que te tumbó fue una lucha interna con un
secreto o vicio que no podías compartir con nadie. O alguien muy querido
te decepcionó y ha quebrado tu confianza. Por todo ello, tienes temor
de volver a empezar, temor de que no vas a poder sobreponerte al pasado
ni recuperarte para llevar a cabo tu destino. Dios te sigue amando, no
importa las veces que hayas caído. ¿Has sido atacado en un área
determinada de tu vida y sigues fallando en ese ámbito? ¿Te has
preguntado: ‘¿Por qué tengo que batallar con esto?’
Escucha lo siguiente: en esa batalla no está en juego tu pasado sino
tu futuro; por eso estás en el punto de mira. Y el Dios que dio una
segunda oportunidad a Pedro y a Jonás, hará que resurjas de las cenizas
del fracaso para reconstruir tu vida y convertirla en algo hermoso. Dios
te vio cuando caíste, por eso no trates de esconderte de Él. Como el
pastor que fue en búsqueda de la oveja perdida, Dios te está buscando
hoy; no para condenarte, sino para restaurarte. La exaltación de uno
mismo conduce al orgullo, algo que Dios detesta. Pero el desprecio de
uno mismo conduce a la parálisis emocional. No hay más que un pecado
imperdonable (Mc. 3,22-30, Mt. 12,31-32).
Así pues, puedes ir a Dios con seguridad, sabiendo que te dará un nuevo
comienzo. Y Él te concederá las fuerzas para que consigas lo que
emprendas.
GORRIÓN NECESITADO
Jesús dijo: “Mirad las aves del
cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y sin
embargo, vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No sois vosotros de
mucho más valor que ellas? ¿Y quién de vosotros, por ansioso que esté,
puede añadir una hora al curso de su vida? Y por la ropa, ¿por qué os
preocupáis? Observad cómo crecen los lirios del campo; no trabajan, ni
hilan; pero os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno
de éstos. Y si Dios viste así la hierba del campo, que hoy es y mañana
es echada al horno, ¿no hará mucho más por vosotros, hombres de poca
fe?… Pero buscad primero su reino y su justicia, y todas estas cosas os
serán añadidas” (Mt. 6.26-33)
Si necesitas promesas bíblicas en las que afirmarte, aquí tienes: “Temed al Señor, vosotros sus santos, pues nada falta a los que le temen” (Sa. 34,9). “Bienaventurado
el hombre que teme al Señor, y en sus mandamientos se deleita en gran
manera. Su descendencia será poderosa en la tierra; la generación de los
rectos será bendita. Bienes y riquezas hay en su casa… No tendrá temor
de malas noticias; su corazón está firme, confiado en el Señor” (Sa. 112,1-7). Dios dejó constancia escrita de esas promesas
en la Biblia para que las puedas leer una y otra vez, y al meditar en
ellas, te sobrepongas a la preocupación y vivas la vida con alegría y
confianza en Él.
DIOS CONTIGO
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