Javier Leoz
1.Celebramos la festividad de la Epifanía del Señor: manifestación del
Señor a todos los pueblos. Una celebración, solemne y espectacular en Oriente,
y no menos debe de serlo en la Iglesia y realidad de Occidente. ¿Por qué? Ni
más ni menos porque, la fe cristiana, es un legado de casi veinte siglos. Una
herencia que, en la noche de nuestra historia, ha sabido iluminar y dar color
con la estrella de la fe, al arte, la pintura, la sociedad, la música y ha
diseñado la forma de entender y de comprender la misma vida.
Por ello mismo, la Epifanía, tiene
total vigencia en medio de nosotros. Frente aquellos que no admiten ningún tipo
de manifestación religiosa, nosotros los cristianos, daremos razón de nuestra
fe; nos pondremos en camino; seguiremos la estrella de la fe –y no a los
cortocircuitos ideológicos-; miraremos por encima de nosotros mismos para
recibir la luz que baja del cielo y percibir que Dios sigue vivo, operante,
comprometido por la causa del hombre.
Jesucristo, hoy como entonces,
tropieza con muchos "Herodes" a los cuales les molesta su presencia.
Quieren un reino a su antojo; sin más ética que el bienestar particular o la
simple estética; con pensamiento único y sin más referencia que el puro y duro
nihilismo, pragmatismo o humanismo.
Jesucristo, hoy como entonces,
sigue estando escondido a los ojos de muchos poderosos, y sigue siendo
desconocido por millones de hombres y de mujeres que, ajenos al acontecimiento
de su Nacimiento, esperan que alguien les lleve una palabra, una referencia
sobre El. ¿Seremos nosotros “epifanía” de Dios en el mundo?
2.Tenemos que ser “epifanía” en el
medio en el cual nos desenvolvemos. Hay muchos de los nuestros que olvidaron el
amor que Dios les tiene. Convivimos con familiares a los cuales, los nuevos
“herodes” del consumo, el laicismo, el materialismo o de la apariencia, han podido
con el Niño que llevaban en su corazón.
*¿Seremos capaces de encontrar esa
estrella que nos conduzca, junto con los que más queremos, a los umbrales del
Portal de Belén?*¿Seremos epifanía o negación de
Dios? ¿Seremos manifestación u obstáculo a su presencia?
¿Le daremos vida o
lo aniquilaremos con nuestra timidez apostólica? Interrogantes que, en este día
de los Reyes Magos, nos exigen una respuesta.Me gusta el día de Epifanía
porque, entreotras cosas, los Magos no
se quedaron a las puertas del Castillo Herodes; porque supieron distinguir
entre el bien y el mal; entre la traición y la bondad; entre la estrella y los
ojos excesivamente iluminados por el mal, en Herodes.
Prefirieron fiarse y
seguir la luz de la fe, la luz de Dios aún a riesgo de ser tomados por
ingenuos. Y, cuando regresaron a sus reinos, lejos de encontrarlos arruinados,
los enriquecieron poniendo a Dios por encima de todo.Abramos también nosotros el
corazón. Sintamos la presencia del Dios Niño en la gruta de nuestras almas.
Dejemos que, la estrella de la fe, nos siga conduciendo por los caminos de
nuestra vida y que, al final, podamos ofrecer al Señor todo lo que somos y
tenemos.
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