Señor, quiero escuchar tu palabra, quiero que me hables en la soledad.
Así como hablas con tus discípulos, así quiero hoy escuchar tu voz. Tú,
Jesús, tienes palabras de vida. Quiero ser feliz y Tú me enseñas el
camino de la verdadera felicidad. Y la verdadera felicidad está en estar
contigo, en el silencio y en la sencillez. Creo que realmente me
hablas, enséñame a escuchar tu voz.
Mt. 5,1-12
Señor, Tú me has puesto en el mundo para conocerte, servirte y amarte y
así ir al cielo. Concédeme la gracia de orientar todas mis acciones hacia ese
fin último al que me llamas.
«La pureza cristiana y evangélica, la auténtica, la de las bienaventuranzas, ha de ser una dimensión de toda nuestra persona»
Cristo al centro, n.1811
«La pureza cristiana y evangélica, la auténtica, la de las bienaventuranzas, ha de ser una dimensión de toda nuestra persona»
Cristo al centro, n.1811
DIOS CONTIGO
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