DE ABANDONO
La oración o plegaria de abandono se originó a partir de los escritos
del beato Carlos de Foucauld. Un militar, explorador, converso al
cristianismo, sacerdote y místico contemplativo que vivió sus últimos
años en el desierto de Argelia, donde murió asesinado.
Entre sus escritos hay un comentario a un pasaje del Evangelio de san
Lucas donde contemplaba los últimos minutos de Jesús en la cruz,
especialmente la frase final «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu»
(Lc. 23,46). Es este comentario a modo de meditación el que sirve de
base y de donde se origina la oración de abandono que conocemos.
El Papa Benedicto XVI hace referencia a ella en su viaje apostólico a
Francia por el 150 aniversario de las apariciones de Lourdes (2008).
Allí incorpora la oración de abandono de Foucauld a una meditación eucarística.
“Padre, me pongo en tus manos;
Padre confío en ti;
Padre, me entrego a ti;
Padre, haz de mí lo que quieras,
sea lo que sea, te doy las gracias;
gracias por todo;
estoy dispuesto a todo,
lo acepto todo;
te doy las gracias,
con tal de que tu voluntad se cumpla en mí, Dios mío,
y en todas tus criaturas, en todos tus hijos,
en todos aquellos que ama tu corazón.
Padre confío en ti;
Padre, me entrego a ti;
Padre, haz de mí lo que quieras,
sea lo que sea, te doy las gracias;
gracias por todo;
estoy dispuesto a todo,
lo acepto todo;
te doy las gracias,
con tal de que tu voluntad se cumpla en mí, Dios mío,
y en todas tus criaturas, en todos tus hijos,
en todos aquellos que ama tu corazón.
No deseo nada más, Dios mío.
Te confío mi alma, te la doy, Dios mío,
con todo el amor de que soy capaz,
porque te amo,
y necesito darme,
ponerme en tus manos sin medida,
con una infinita confianza,
porque Tú eres mi Padre.”
Te confío mi alma, te la doy, Dios mío,
con todo el amor de que soy capaz,
porque te amo,
y necesito darme,
ponerme en tus manos sin medida,
con una infinita confianza,
porque Tú eres mi Padre.”
Ha pasado el tiempo de Navidad y nos disponemos a recorrer el tiempo
ordinario nuevamente. Que esta oración—más que la oración, la actitud
de abandono que ella nos presenta—marquen la tónica de nuestro recorrido
durante este nuevo año.
DIOS CONTIGO
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