FUNCIONANDO
Nuestra alma tiene la admirable capacidad de sentir a Dios.
Este sentimiento de Dios a veces es claramente perceptible, pero
inmaduro en la juventud. Si se lo desarrolla espiritualmente de una
manera correcta, se fortalece en el hombre y se alcanza la fe consciente
es decir, se adquiere la certeza de que existe un único Dios, Creador
del Universo, que se preocupa de las personas y de toda la naturaleza.
Si la fe en el hombre está viva y sana, entonces
ella no se limita a un frío reconocimiento de que Dios existe, sino que
se expresa en el deseo de comunicarse con Él. El alma creyente busca a Dios de una manera natural, como las plantas buscan el Sol. A su vez, la comunicación viva con Dios fortalece aun más en el hombre la fe, así que la fe se convierte en la dirección espiritual basada en la experiencia personal.
Había una vez un viajero, que caminaba por el desierto cuando llega
al borde de un cañón. Buscando la manera de cruzarlo, se da cuenta que
hay una larga cuerda extendida hacia el otro lado. Mientras sus ojos
empiezan a seguir la cuerda hacia la otra orilla; se queda atónito al
ver a un hombre caminando hacia él, confiadamente conduciendo una
carretilla. Al llegar a la orilla de su lado, el viajero exclama:
—¡Eso es asombroso!
El hombre de la carretilla le pregunta:
—¿Crees que lo pueda volver hacer?
—Estoy seguro que sí, contesta el viajero. —Si lo has hecho con tanta confianza.
—¿En verdad crees que sí lo puedo volver hacer?
—Sí, definitivamente sí.
—Muy bien, de acuerdo, dijo el hombre de la carretilla, —Súbete y te llevo al otro lado.
La mayoría de las veces nuestra falta de fe limita nuestras posibilidades.
La fe es creer lo suficiente para actuar. Lo que sucede es que a la
hora de la verdad nos da miedo dar el paso y por consiguiente nos
paralizamos.
El miedo siempre paraliza y terminamos siendo prisioneros del
presente. Muchos se pierden las oportunidades por miedo al fracaso o a
lo incierto.
Es por eso que el miedo siempre es derrotado por la fe.
La fe es creer lo suficiente para estar abiertos a lo improbable pero
el primer paso lo tenemos que dar nosotros. Como puedes ver, la fe y la
valentía van de la mano.
DIOS CONTIGO
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