viernes, 30 de mayo de 2014

LAS ARRUGAS



Era un día soleado de otoño la primera vez que Bárbara se fijó en que el abuelo tenía muchísimas arrugas, no sólo en la cara, sino por todas partes.

- Abuelo, deberías darte la crema de mamá para las arrugas.

El abuelo sonrió, y un montón de arrugas aparecieron en su cara.

- ¿Lo ves? Tienes demasiadas arrugas.

- Ya lo sé Bárbara. Es que soy un poco viejo... Pero no quiero perder ni una sola de mis arrugas. Debajo de cada una guardo el recuerdo de algo que aprendí.

A Bárbara se le abrieron los ojos como si hubiera descubierto un tesoro, y así los mantuvo mientras el abuelo le enseñaba la arruga en la que guardaba el día que aprendió que era mejor perdonar que guardar rencor, o aquella otra que decía que escuchar era mejor que hablar, esa otra enorme que mostraba que es más importante dar que recibir o una muy escondida que decía que no había nada mejor que pasar el tiempo con los niños...

Desde aquel día, a Bárbara su abuelo le parecía cada día más guapo, y con cada arruga que aparecía en su rostro, la niña acudía corriendo para ver qué nueva lección había aprendido. Hasta que en una de aquellas charlas, fue su abuelo quien descubrió una pequeña arruga en el cuello de la niña:

- ¿Y tú? ¿Qué lección guardas ahí?

Bárbara se quedó pensando un momento. Luego sonrió y dijo:

- Que no importa lo viejito que llegues a ser abuelo, porque.... ¡te quiero!

P. P. S.

 Prov. 17,6 Corona de los ancianos son los hijos de los hijos, y la gloria de los hijos son sus padres.

Prov. 16.31 Corona de honra es la vejez que se haya en camino de justicia. La corona es para el viejo, pero el viejo que es recto ante sus ojos.

Is. 46.4 Y hasta la vejez Yo mismo y hasta las canas Yo soy quien te sostiene, Yo te hice, Yo te llevaré, Yo te sustentaré y te rescataré. Es otra promesa

Prov. 9.11 No te olvides de mi ley y tu corazón guarde mis mandamientos, porque largura de días y años de vida y paz te aumentarán. Otra promesa.

Salmos 91.16 Lo saciaré de larga vida. Otra promesa.

Prov. 20.10 La gloria del joven es su fuerza, la hermosura del anciano es su vejez. No está en la juventud sino en la madurez.

BENDITOS SEAN NUESTROS ABUELOS 


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