martes, 12 de agosto de 2014

VENI, CREATOR SPIRITUS

Es, dentro del marco de la Iglesia católica, un texto que invoca la presencia del Espíritu Santo. Fue escrito y es rezado o cantado en latín. Se utiliza en la liturgia católica. Se suele cantar al comienzo de solemnes actos académicos en las universidades. Esto es un vestigio del origen eclesiástico de la institución universitaria. El texto procede del siglo IX y se suele atribuir a Rábano Mauro.
Ha sido musicado para el canto gregoriano. Es una melodía monofónica a capella, o sea, sin acompañamiento instrumental. Lo canta un coro de voces masculinas al unísono. En cuanto a su forma musical, es estrófica, se repite en cada estrofa la misma música con diferente letra. Algunos compositores lo han utilizado. La versión más famosa se encuentra en la 8ª Sinfonía de Gustav Mahler, que lo utiliza en la primera parte. Su melodía se mueve por grados conjuntos.
Wikipedia






Latín
Español
Veni Creator Spiritus,
Mentes tuorum visita,
Imple superna gratia,
Quae tu creasti, pectora.
Qui diceris Paraclitus,
Donum Dei Altissimi,
Fons vivus, ignis, caritas,
Et spiritalis unctio.
Tu septiformis munere,
Dextrae Dei tu digitus,
Tu rite promissum Patris,
Sermone ditans guttura.
Accende lumen sensibus,
Infunde amorem cordibus,
Infirma nostri corporis,
Virtute firmans perpeti.
Hostem repellas longius,
Pacemque dones protinus;
Ductore sic te praevio,
Vitemus omne noxium.
Per te sciamus da Patrem
Noscamus atque Filium;
Teque utriusque Spiritum
Credamus omni tempore.
Deo Patri sit gloria,
Et Filio, qui a mortuis
Surrexit, ac Paraclito
In saeculorum saecula.
Amen.

Ven Espíritu Creador; visita las almas de tus fieles.
Llena de la divina gracia los corazones que Tú mismo has creado.
Tú eres nuestro consuelo, don de Dios altísimo, fuente viva, fuego, caridad y espiritual unción.
Tú derramas sobre nosotros los siete dones; Tú el dedo de la mano de Dios, Tú el prometido del Padre, pones en nuestros labios los tesoros de tu palabra.
Enciende con tu luz nuestros sentidos, infunde tu amor en nuestros corazones y con tu perpetuo auxilio, fortalece nuestra frágil carne.
Aleja de nosotros al enemigo, danos pronto tu paz, siendo Tú mismo nuestro guía evitaremos todo lo que es nocivo.
Por Ti conozcamos al Padre y también al Hijo y que en Ti, que eres el Espíritu de ambos, creamos en todo tiempo.
Gloria a Dios Padre y al Hijo que resucitó de entre los muertos, y al Espíritu Consolador, por los siglos de los siglos.
Amén.

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