BENEFICIOS SOBRENATURALES
Cómo acceder al mayor poder sobrenatural.
El nombre de Jesús tiene poder sobrenatural, porque representa a su Persona y es una forma de vivir su presencia en nosotros.
-ewtn-
BRINDA AYUDA A NECESIDADES CORPORALES
Según la promesa de Cristo:
“En mi nombre expulsarán demonios,
hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque
beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y
se pondrán bien” (Mc. 16,17-18).
En el Nombre de Jesús los Apóstoles dieron fuerza a los lisiados (Hec. 3,6; 9,34) y vida a los muertos (Hec. 9,40).
DA CONSUELO EN LAS AFLICCIONES ESPIRITUALES
Somos rescatados de la angustia, la tribulación, la tristeza y el dolor (Sal. 118,5; 50,15, 116,3-4).
El Nombre de Jesús le recuerda al padre del Hijo Pródigo (Lc. 15,
11-32) y al Buen Samaritano (Lc. 10,25-37) y le recuerda al justo el
sufrimiento y la muerte del inocente Cordero de Dios.
NOS PROTEGE DE SATANÁS Y SUS ENGAÑOS
Porque el demonio teme el Nombre de Jesús, quien lo ha vencido en la Cruz.
Ante un peligro, invocar el nombre de Jesús ayuda a superar el trance y a obtener seguridad emocional.
OBTENEMOS TODA BENDICIÓN Y GRACIA EN EL TIEMPO Y LA ETERNIDAD
Cristo dijo:
“lo que pidáis al Padre os lo dará en mi nombre.”
(Jn. 16,23).
Es refugio seguro durante la vida y en la hora de la muerte.
Por eso la Iglesia concluye todas sus plegarias con las palabras: “Por Jesucristo Nuestro Señor…”.
DISFRUTAMOS LAS RIQUEZAS DE CRISTO
Rom. 10,12 dice que el Señor de todos es “rico para con todos los que le invocan”. Prestemos atención a la palabra “rico”.
Invocar no solamente nos salva de muchas cosas negativas, sino
también es la manera de que disfrutemos en nuestra experiencia de cuán
rico es Cristo.
SOMOS SALVADOS
Como creyentes, al invocar el nombre del Señor reforzamos nuestra
conversión para que no caigamos y podamos ser salvos en el final para
vivir la vida que hay después de la muerte física en la Tierra.
Rom. 10,9 dice:
“si confiesas con tu boca a Jesús como Señor, y crees en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”.
¡Invocar el nombre del Señor nos trae salvación para la vida eterna!
El Nuevo Testamento nos muestra varios ocasiones de los creyentes que
invocaron el nombre del Señor Jesús en diferentes situaciones (Hec.
2,21).
PARTICIPAMOS DE SU MISERICORDIA
Quienes repitan el nombre de Jesús tendrán el exceso de su
misericordia, su amor, la gracia de la perseverancia final, y no morir
sin su gracia.
Y son llenos del Espíritu (Sal. 86,5; Hec. 2,17; 21).
Con la repetición las almas tibias se vuelven fervorosas y las almas fervorosas se elevan a niveles de gran perfección.
SOMOS ILUMINADOS
Cuando invocamos a Jesús, Dios no da la luz para ver nuestra verdadera condición.
Y cada vez que le invocamos él inyecta luz en nuestra vida y en la resolución de nuestros problemas.
“El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz; y a los asentados en región de sombra de muerte, luz les resplandeció”
(Mt. 4,16).
“Os escribo un mandamiento nuevo, que
es verdadero en él y en vosotros, porque las tinieblas van pasando, y
la luz verdadera ya alumbra”
(1Jn. 2,8).
OBTENEMOS UN ESPÍRITU DE ARREPENTIMIENTO
Todos cargamos con pecados y culpas, de algunos tenemos conciencia y de otros aún no.
Al ser expuesta nuestra verdadera condición por la fuerte iluminación
del Señor, a través de invocar su nombre, experimentamos un cambio de
manera de pensar.
Descubrimos lo que hacemos mal y podemos obtener la gracia y la fuerza para rectificar nuestro comportamiento.
GANAMOS INDULGENCIAS
Tantas veces como invoquemos el Nombre de Jesús y de María podremos
ganar una indulgencia de 300 días, por decreto de Pío X, el 10 de
octubre de 1904.
Es también necesario, para ganar la indulgencia papal al momento de
la muerte, pronunciar aunque sea mentalmente el Nombre de Jesús.
CONFESAMOS LOS PECADOS Y SOMOS PERDONADOS
Al ser iluminados por el Señor nos arrepentimos y somos llevados a
confesar nuestros pecados. De esta manera, disfrutamos del beneficio del
perdón de Dios.
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”
(1Jn. 1,9)
El Señor Jesús, además de perdonarnos, elimina y anula el registro de
la deuda que teníamos con Dios en la cruz. Es decir que tenemos un
“registro limpio” delante de Él.
UNA FORMA SIMPLE PARA INVOCAR EL NOMBRE DE JESÚS
Los padres del desierto, los monjes, han desarrollado lo que se denomina “oración a Jesús”, conocida también como “oración del corazón”.
Es una breve fórmula que se repite constantemente y a nivel mental,
“Señor Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí”
Algunas veces se dice así
“Señor Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador”
Esta fórmula es la que recomendamos para invocar el nombre de Jesús.
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