domingo, 20 de diciembre de 2009

CATECISMO - IGLESIA CATOLICA. - MEDITADO... 1a. PARTE

I.  LA VIDA DEL HOMBRE: CONOCER Y AMAR A DIOS.

1  Dios, infinitamente Perfecto y Bienaventurado en sí mismo, en un designio de pura bondad ha creado libremente al hombre para que tenga parte en su vida bienaventurada. Por eso, en todo tiempo y en todo lugar, está cerca del hombre. Le llama y le ayuda a buscarlo, a conocerle y a amarle con todas sus fuerzas. Convoca a todos los hombres, que el pecado dispersó, a la unidad de su familia, la Iglesia. Lo hace mediante su Hijo que envió como Redentor y Salvador al llegar la plenitud de los tiempos. En él y por él, llama a los hombres a ser, en el Espíritu Santo, sus hijos de adopción, y por tanto los herederos de su vida bienaventurada.  

2  Para que esta llamada resuene en toda la tierra, Cristo envió a los apóstoles que había escogido, dándoles el mandato de anunciar el evangelio: "Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28,19-20). Fortalecidos con esta misión, los apóstoles "salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban" (Mc 16,20).

3  Quienes con la ayuda de Dios han acogido el llamamiento de Cristo y han respondido libremente a ella, se sienten por su parte urgidos por el amor de Cristo a anunciar por todas partes en el mundo la Buena Nueva. Este tesoro recibido de los apóstoles ha sido guardado fielmente por sus sucesores. Todos los fieles de Cristo son llamados a transmitirlo de generación en generación, anunciando la fe, viviéndola en la comunión fraterna y celebrándola en la liturgia y en la oración (cf. Hch 2,42)

Meditación:

 I.  La vida del hombre: Conocer y amar a Dios



Feliz tú, amado de Dios, porque Dios quiso compartir y quiere compartir contigo Su felicidad, la felicidad de amarse y amarte, porque el amor es lo que nos une a Dios y nos une unos a otros, ya que nada de lo que no hagamos por amor y con amor nos hace felices. Sólo el amor hace feliz al hombre.

Dios, Jesús, vino a rescatarnos del desamor, de la soledad del yo y nos enseñó cómo ama Dios: ¡Hasta la misma muerte! Así es el amor de Dios: total, único; universal: Católico.

Tú, sí tú, puedes ser feliz, sólo necesitas del amor de Dios en ti. Y Dios Espíritu Santo te seduce a Su Amor, porque sólo puedes amar a Dios si Dios te ama, y Dios te ama siempre, siempre.

La felicidad, cuando te hace feliz, la quieres compartir, por eso mismo Jesús quiere, quiso, que compartiéramos la Buena Nueva: El amor con que Dios nos ama. ¡Dilo! ¡Anuncia a Dios oh alma destinada al perdón, al amor!

No calles la felicidad de ser feliz, que es conocer y amar a Dios. ¡Dilo! ¡Vive! ¡Sé feliz!



II.  Transmitir la fe: la catequesis 

4  Muy pronto se llamó catequesis al conjunto de los esfuerzos realizados en la Iglesia para hacer discípulos, para ayudar a los hombres a creer que Jesús es el Hijo de Dios a fin de que, por la fe, tengan la vida en su nombre, y para educarlos e instruirlos en esta vida y construir así el Cuerpo de Cristo (cf. Juan Pablo II, CT 1,2).

5  En un sentido más específico, "globalmente, se puede considerar aquí que la catequesis es una educación en la fe de los niños, de los jóvenes y adultos que comprende especialmente una enseñanza de la doctrina cristiana, dada generalmente de modo orgánico y sistemático con miras a iniciarlos en la plenitud de la vida cristiana" (CT 18).

6  Sin confundirse con ellos, la catequesis se articula dentro de un cierto número de elementos de la misión pastoral de la Iglesia, que tienen un aspecto catequético, que preparan para la catequesis o que derivan de ella: primer anuncio del Evangelio o predicación misionera para suscitar la fe; búsqueda de razones para creer; experiencia de vida cristiana: celebración de los sacramentos; integración en la comunidad eclesial; testimonio apostólico y misionero (cf. CT 18).

7  "La catequesis está unida íntimamente a toda la vida de la Iglesia. No sólo la extensión geográfica y el aumento numérico de la Iglesia, sino también y más aún su crecimiento interior, su correspondencia con el designio de Dios dependen esencialmente de ella" (CT 13).

8  Los periodos de renovación de la Iglesia son también tiempos fuertes de la catequesis. Así, en la gran época de los Padres de la Iglesia, vemos a santos obispos consagrar una parte importante de su ministerio a la catequesis. Es la época de S. Cirilo de Jerusalén y de S. Juan Crisóstomo, de S. Ambrosio y de S. Agustín, y de muchos otros Padres cuyas obras catequéticas siguen siendo modelos.

9  El ministerio de la catequesis saca energías siempre nuevas de los Concilios. El Concilio de Trento constituye a este respecto un ejemplo digno de ser destacado: dio a la catequesis una prioridad en sus constituciones y sus decretos; de él nació el Catecismo Romano que lleva también su nombre y que constituye una obra de primer orden como resumen de la doctrina cristiana; este Concilio suscitó en la Iglesia una organización notable de la catequesis; promovió, gracias a santos obispos y teólogos como S. Pedro Canisio, S. Carlos Borromeo, S. Toribio de Mogrovejo, S. Roberto Belarmino, la publicación de numerosos catecismos.

10  No es extraño, por ello, que, en el dinamismo del Concilio Vaticano segundo (que el Papa Pablo VI consideraba como el gran catecismo de los tiempos modernos), la catequesis de la Iglesia haya atraído de nuevo la atención. El "Directorio general de la catequesis" de 1971, las sesiones del Sínodo de los Obispos consagradas a la evangelización (1974) y a la catequesis (1977), las exhortaciones apostólicas correspondientes, "Evangelii nuntiandi" (1975) y "Catechesi tradendae" (1979), dan testimonio de ello. La sesión extraordinaria del Sínodo de los Obispos de 1985 pidió "que sea redactado un catecismo o compendio de toda la doctrina católica tanto sobre la fe como sobre la moral" (Relación final II B A 4). El santo Padre, Juan Pablo II, hizo suyo este deseo emitido por el Sínodo de los Obispos reconociendo que "responde totalmente a una verdadera necesidad de la Iglesia universal y de las Iglesias particulares" (Discurso del 7 de Diciembre de 1985). El Papa dispuso todo lo necesario para que se realizara la petición de los padres sinodales.

Meditación: 

II. Transmitir la fe: la catequesis

Hermanos, amados en Cristo, el Dios de los judíos y de los cristianos, el Dios creador y dador de vida y vida total e integra: vida en el Cielo y en la tierra, porque primero tuvisteis vida en el Cielo desde el Alfa y la tendréis hasta el Omega, porque somos parte de Dios y Dios vive y vivirá eternamente. 

Hermanos amados, nosotros podemos elegir el lugar para vivir, podemos vivir en donde las obras de nuestro amor a Dios, y siguiendo las enseñanzas del Evangelio de Cristo, nos lleven.  

Hay un destino y hay un lugar que ocupas y ocuparás. 

Aprende el catecismo y a la vez imparte catequesis, por saber de tu fe, por vivir tu fe y enseñarla.

El Evangelio está en el Catecismo de la Iglesia Católica, Apostólica, Romana. 

En el Catecismo de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, se te transmite la fe del Evangelio, en el Evangelio. Cree en Cristo tú, judío y tú, cristiano: Bautízate en la fe, y por la fe sé católico, hermano de Cristo, hijo de Dios. Cree, lee, aprende el Evangelio que te lo explica el Catecismo.



III.  FIN Y DESTINATARIOS DE ESTE CATECISMO


11 Este catecismo tiene por fin presentar una exposición orgánica y sintética de los contenidos esenciales y fundamentales de la doctrina católica tanto sobre la fe como sobre la moral, a la luz del Concilio Vaticano II y del conjunto de la Tradición de la Iglesia. Sus fuentes principales son la Sagrada Escritura, los Santos Padres, la Liturgia y el Magisterio de la Iglesia. Está destinado a servir "como un punto de referencia para los catecismos o compendios que sean compuestos en los diversos países" (Sínodo de los Obispos 1985. Relación final II B A 4).

12 Este catecismo está destinado principalmente a los responsables de la catequesis: en primer lugar a los Obispos, en cuanto doctores de la fe y pastores de la Iglesia. Les es ofrecido como instrumento en la realización de su tarea de enseñar al Pueblo de Dios. A través de los obispos se dirige a los redactores de catecismos, a los sacerdotes y a los catequistas. Será también de útil lectura para todos los demás fieles cristianos.

Meditación: 

III.  Fin y destinatarios de este Catecismo


Hermanos, hay que saber cómo, donde, por qué Dios nos ama y qué espera de todos y cada uno de nosotros. Debemos discernir el bien del mal, y hay que saber lo que tenemos, lo que hemos perdido y lo que nos espera. Hay que saber qué debemos hacer y cómo porque, desde el pecado de Adán y Eva, tenemos acceso al bien y al mal. 

El Catecismo de la Santa Madre Iglesia nos enseña para que, por nuestra voluntad en la fe, sepamos elegir el bien y por qué.



IV.   LA ESTRUCTURA DE ESTE CATECISMO

13 El plan de este catecismo se inspira en la gran tradición de los catecismos los cuales articulan la catequesis en torno a cuatro "pilares": la profesión de la fe bautismal (el Símbolo), los Sacramentos de la fe, la vida de fe (los Mandamientos), la oración del creyente (el Padre Nuestro).
  • Primera parte: la profesión de la fe 
14 Los que por la fe y el Bautismo pertenecen a Cristo deben confesar su fe bautismal delante de los hombres (cf. Mt 10,32; Rom 10,9). Para esto, el Catecismo expone en primer lugar en qué consiste la Revelación por la que Dios se dirige y se da al hombre, y la fe, por la cual el hombre responde a Dios (Sección primera). El Símbolo de la fe resume los dones que Dios hace al hombre como Autor de todo bien, como Redentor, como Santificador y los articula en torno a los "tres capítulos" de nuestro Bautismo -la fe en un solo Dios: el Padre Todopoderoso, el Creador; y Jesucristo, su Hijo, nuestro Señor y Salvador; y el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia (Sección segunda). 

  • Segunda parte: Los sacramentos de la fe 
15 La segunda parte del catecismo expone cómo la salvación de Dios, realizada una vez por todas por Cristo Jesús y por el Espíritu Santo, se hace presente en las acciones sagradas de la liturgia de la Iglesia (Sección primera), particularmente en los siete sacramentos (Sección segunda).
  • Tercera parte: La vida de fe 
16 La tercera parte del catecismo presenta el fin último del hombre, creado a imagen de Dios: la bienaventuranza, y los caminos para llegar a ella: mediante un obrar recto y libre, con la ayuda de la ley y de la gracia de Dios (Sección primera); mediante un obrar que realiza el doblemandamiento de la caridad, desarrollado en los diez Mandamientos de Dios (Sección segunda).  
  • Cuarta parte: La oración en la vida de la fe 
17 La última parte del Catecismo trata del sentido y la importancia de la oración en la vida de los creyentes (Sección primera). Se cierra con un breve comentario de las siete peticiones de la oración del Señor (Sección segunda). En ellas, en efecto, encontramos la suma de los bienes que debemos esperar y que nuestro Padre celestial quiere concedernos. 

Meditación:
 
IV.   La estructura de este Catecismo

Hermanos, el Catecismo de la Iglesia Católica, tiene en cuenta todo lo que es el hombre por eso engloba en las enseñanzas del mismo todo lo que necesita el hombre para vivir bien y salvarse por la misma Gracia de Dios. 
 
 

V.   INDICACIONES PRACTICAS PARA EL USO DEL CATECISMO


18 Este Catecismo está concebido como una exposición orgánica de toda la fe católica. Es preciso, por tanto, leerlo como una unidad. Numerosas referencias en el interior del texto y el índice analítico al final del volumen permiten ver cada tema en su vinculación con el conjunto de la fe.

19 Con frecuencia, los textos de la Sagrada Escritura no son citados literalmente, sino indicando sólo la referencia (mediante cf). Para una inteligencia más profunda de esos pasajes, es preciso recurrir a los textos mismos. Estas referencias bíblicas son un instrumento de trabajo para la catequesis.


20 Cuando, en ciertos pasajes, se emplea letra pequeña, con ello se indica que se trata de puntualizaciones de tipo histórico, apologético o de exposiciones doctrinales complementarias.


21 Las citas, en letra pequeña, de fuentes patrísticas, litúrgicas, magisteriales o hagiográficas tienen como fin enriquecer la exposición doctrinal. Con frecuencia estos textos han sido escogidos con miras a un uso directamente catequético.


22 Al final de cada unidad temática, una serie de textos breves resumen en fórmulas condensadas lo esencial de la enseñanza. Estos "resúmenes" tienen como finalidad ofrecer sugerencias para fórmulas sintéticas y memorizables en la catequesis de cada lugar.


Meditación: 

V.   Indicaciones prácticas para el uso de este Catecismo
Hermanos, hay que saber utilizar las cosas que vienen de Dios. 

Muchos dones se nos son dados, y por imprudencia, por no tener vocación al Evangelio, se pierden. 

La vida, el mundo, necesita de personas que estudian, aprenden; obran lo aprendido apartándose del mal y del malo y haciendo el bien y lo bueno.

Eso nos enseña el Catecismo de la Iglesia Católica: el bien y lo bueno sacado del Evangelio, de la fe; y guiados por el Espíritu Santo.

Seamos hombres nuevos con y por las enseñanzas del libro antiguo; de toda la vida de Cristo, de Dios: La Sagrada Biblia; en el Evangelio que Dios cumplió y los antiguos profetizaron por amar a Dios, al Dios que Adán conoció personalmente y Eva trató, y ambos, de generación en generación, nos hablan de su vida, de que Dios los creó hombre y mujer, y que pecaron. Y la tradición y las escrituras nos dicen que Dios Hijo vino al mundo a restituir su pecado, para nuestra salvación y la suya. 

¡Déjate salvar por Dios!
Estudia, aprende, enseña.
¡Vive la Palabra de Dios!
 


VI.  LAS ADAPTACIONES NECESARIAS
 

23 El acento de este Catecismo se pone en la exposición doctrinal. Quiere, en efecto, ayudar a profundizar el conocimiento de la fe. Por lo mismo está orientado a la maduración de esta fe, su enraizamiento en la vida y su irradiación en el testimonio (cf. CT 20-22; 25).      
                                                                 
24 Por su misma finalidad, este Catecismo no se propone dar una respuesta adaptada, tanto en el contenido cuanto en el método, a las exigencias que dimanan de las diferentes culturas, de edades, de la vida espiritual, de situaciones sociales y eclesiales de aquellos a quienes se dirige la catequesis. Estas indispensables adaptaciones corresponden a catecismos propios de cada lugar, y más aún a aquellos que toman a su cargo instruir a los fieles:


El que enseña debe "hacerse todo a todos" (1 Cor 9,22), para ganarlos a todos para Jesucristo...¡Sobre todo que no se imagine que le ha sido confiada una sola clase de almas, y que, por consiguiente, le es lícito enseñar y formar igualmente a todos los fieles en la verdadera piedad, con un único método y siempre el mismo! Que sepa bien que unos son, en Jesucristo, como niños recién nacidos, otros como adolescentes, otros finalmente como poseedores ya de todas sus fuerzas... Los que son llamados al ministerio de la predicación deben, al transmitir la enseñanza del misterio de la fe y de las reglas de las costumbres, acomodar sus palabras al espíritu y a la inteligencia de sus oyentes (Catech. R., Prefacio, 11)


25 Por encima de todo, la Caridad. Para concluir esta presentación es oportuno recordar el principio pastoral que enuncia el Catecismo Romano:


Toda la finalidad de la doctrina y de la enseñanza debe ser puesta en el amor que no acaba. Porque se puede muy bien exponer lo que es preciso creer, esperar o hacer; pero sobre todo se debe siempre hacer aparecer el Amor de Nuestro Señor a fin de que cada uno comprenda que todo acto de virtud perfectamente cristiano no tiene otro origen que el Amor, ni otro término que el Amor (Catech. R., Prefacio, 10).


Meditación: 

VI. Las adaptaciones necesarias

El Catecismo de la Iglesia Católica, siendo uno, está preparado para todas las almas, para que encuentren en él la verdad que enciende los corazones de caridad, porque el sentido y la primacía del Catecismo es la caridad.  

Leámoslo con caridad, meditémoslo con caridad, pongámoslo todo en práctica con caridad, porque viene de Dios, y Dios es Amor.


 

- PRIMERA PARTE LA PROFESIÓN DE LA FE
- PRIMERA SECCIÓN «CREO»-«CREEMOS»
- CAPÍTULO PRIMERO: EL HOMBRE ES "CAPAZ" DE DIOS 
 

CAPÍTULO PRIMERO:

EL HOMBRE ES "CAPAZ" DE DIOS

 
I. El deseo de Dios 27 

27 El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios; y Dios no cesa de atraer hacia sí al hombre hacia sí, y sólo en Dios encontrará el hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar:

La razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la comunión con Dios. El hombre es invitado al diálogo con Dios desde su nacimiento; pues no existe sino porque, creado por Dios por amor, es conservado siempre por amor; y no vive plenamente según la verdad si no reconoce libremente aquel amor y se entrega a su Creador (GS 19,1).


GS 19,1  
CONSTITUCIÓN PASTORAL
GAUDIUM ET SPES
SOBRE LA IGLESIA EN EL MUNDO ACTUAL
http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_const_19651207_gaudium-et-spes_sp.html


Formas y raíces del ateísmo

19. La razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la unión con Dios. Desde su mismo nacimiento, el hombre es invitado al diálogo con Dios. Existe pura y simplemente por el amor de Dios, que lo creó, y por el amor de Dios, que lo conserva. Y sólo se puede decir que vive en la plenitud de la verdad cuando reconoce libremente ese amor y se confía por entero a su Creador. Muchos son, sin embargo, los que hoy día se desentienden del todo de esta íntima y vital unión con Dios o la niegan en forma explícita. Es este ateísmo uno de los fenómenos más graves de nuestro tiempo. Y debe ser examinado con toda atención.


La palabra "ateísmo" designa realidades muy diversas. Unos niegan a Dios expresamente. Otros afirman que nada puede decirse acerca de Dios. Los hay que someten la cuestión teológica a un análisis metodológico tal, que reputa como inútil el propio planteamiento de la cuestión. Muchos, rebasando indebidamente los límites sobre esta base puramente científica o, por el contrario, rechazan sin excepción toda verdad absoluta. Hay quienes exaltan tanto al hombre, que dejan sin contenido la fe en Dios, ya que les interesa más, a lo que parece, la afirmación del hombre que la negación de Dios. Hay quienes imaginan un Dios por ellos rechazado, que nada tiene que ver con el Dios del Evangelio. Otros ni siquiera se plantean la cuestión de la existencia de Dios, porque, al parecer, no sienten inquietud religiosa alguna y no perciben el motivo de preocuparse por el hecho religioso. Además, el ateísmo nace a veces como violenta protesta contra la existencia del mal en el mundo o como adjudicación indebida del carácter absoluto a ciertos bienes humanos que son considerados prácticamente como sucedáneos de Dios. La misma civilización actual, no en sí misma, pero sí por su sobrecarga de apego a la tierra, puede dificultar en grado notable el acceso del hombre a Dios.


Quienes voluntariamente pretenden apartar de su corazón a Dios y soslayar las cuestiones religiosas, desoyen el dictamen de su conciencia y, por tanto, no carecen de culpa. Sin embargo, también los creyentes tienen en esto su parte de responsabilidad. Porque el ateísmo, considerado en su total integridad, no es un fenómeno originario, sino un fenómeno derivado de varias causas, entre las que se debe contar también la reacción crítica contra las religiones, y, ciertamente en algunas zonas del mundo, sobre todo contra la religión cristiana. Por lo cual, en esta génesis del ateísmo pueden tener parte no pequeña los propios creyentes, en cuanto que, con el descuido de la educación religiosa, o con la exposición inadecuada de la doctrina, o incluso con los defectos de su vida religiosa, moral y social, han velado más bien que revelado el genuino rostro de Dios y de la religión.


Meditación:
    CAPÍTULO PRIMERO: EL HOMBRE ES "CAPAZ" DE DIOS   I. El deseo de Dios 27
Hermano, voy contigo, vamos a ir juntos por el camino del goce espiritual que es saber la verdad. ¡Vamos!
Si hemos nacido, y es cierto porque tenemos vida, tenemos cuerpo. Si somos personas, y es cierto, podemos pensar, razonar, decidir. ¿De dónde nos viene todo esto? 

Alguno de vosotros es padre, es madre, y sabe como ha hecho al hijo pero no sabe como el hijo siendo parte de los dos es independiente de ellos. Sólo la persona, nosotros, dependemos de nuestros padres para un principio de vida, y de la madre 40 semanas en su seno para que se forme nuestro cuerpo, pero luego, si no la viésemos más a ella, a la madre, por ser adoptados, por morir ella, por irse de nuestra vida, y al igual el padre, nosotros podemos seguir viviendo, pues somos independientes totalmente de los que nos engendraron, pero estamos unidos a ellos por los genes, por el físico, la personalidad que nos han transmitido al darnos el cuerpo que tenemos y somos, sacado de la unión de sus dos cuerpos fundidos, unidos en uno sólo por el sexo.

Nosotros, todos y cada uno de nosotros tenemos cuerpo, existimos por tener unos padres, los conozcamos o no, los amemos o no, nos amen o no, estén vivos o no, pero nadie nace solo, todos nacemos de la unión del hombre y la mujer; no necesitamos todo de ellos, sólo un óvulo y esperma, nada más, aunque ellos, cada uno, tiene un cuerpo físico, nosotros sólo necesitamos de ellos el óvulo y el esperma para tener vida física y parecernos a ellos físicamente y de rasgos de carácter. 

Muchos padres quieren tener hijos y no pueden, hay algo que se lo impide y son estériles. Por más voluntad que tengan en querer tener un hijo, por más actos sexuales que realicen, no tienen hijos. Con eso vemos que los hijos no vienen de la voluntad y deseos de los padres. En cambio a veces se crea al hijo sin querer en voluntad, se fecundan hijos por el sexo, por una relación sexual que puede ser casual, forzada, de libertinaje. Eso nos demuestra que no es ni la voluntad ni la inteligencia del hombre quien nos da la vida, quien da la vida a una persona. Entonces ¿Quién manda en que vivamos? Podrían decir algunos que es la misma naturaleza que crea unas condiciones óptimas para la fecundación de la persona, y es cierto, que si no hay óptimas condiciones naturales, a excepción de algunos casos, es lo normal, que así se fecundan los hijos, mediante la realidad de unas óptimas circunstancias de gestación, porque vemos que ni los deseos ni la voluntad de la persona puede, haciendo el acto sexual, crear a una persona. Si que vemos que lo natural se une y ejerce su influencia y costumbre de lo que es real y posible y cierto, como real posible y cierto es que una semilla enterrada en tierra en la profundidad óptima, con la temperatura adecuada y la tierra fértil, muera y viva una planta. Así es como nace la vida vegetal y así es como nace la vida humana por unas circunstancias óptimas a ella, pero si no son óptimas no hay vida.

La naturaleza vive, pero ¿Quién hace vivir a la naturaleza? ¿Quién rige el cosmos? ¿La vida entera? ¿Tú? ¿Aquél? ¿Ese que sólo puede vivir como máximo 120 años y luego desaparece de la vida, de sus propias circunstancias siendo lo que es y quien es? Si fuera así, ¿Quién de nosotros sería? ¿Todos? ¿Cómo nos pondríamos de acuerdo en que lo que es sea como es? ¿No querríamos cambiar la norma? ¿No desearía cada uno poner su sello? Por ejemplo, quien le gustase el rosa, todo lo querría rosa, las plantas rosas, y entonces ¿Cómo podría llevarse a cabo la función clorofílica, si sabemos que es por el color verde? ¿Y por qué una rosa, es una rosa en cualquier lugar del planeta Tierra? No podemos, ninguno, cambiar a la sabia Naturaleza; podemos aprender de ella e imitarla y así tener resultados naturales a las acciones artificiales, como por ejemplo la fecundación “in vitro”; pero jamás, por ejemplo, de dos personas del mismo sexo podrán dar vida a una nueva persona. No se puede, es imposible, terminantemente imposible si no se la ha manipulado físicamente; en su estado natural es imposible, y si se ha manipulado ya no es lo natural, es artificial.

Vemos pues que para nacer hemos necesitado de un óvulo y esperma, pero que aunque muchos teniendo un ovulo por una parte, sea dentro de la mujer o no, y teniendo esperma del hombre y se unan por medio de lo natural o lo artificial y aunque haya voluntad de tener un hijo, ese hijo no nace. 

¿Por qué no nace este hijo? ¿Por qué naciste tú?

El hombre se diferencia de los animales en que podemos pensar, razonar y decidir. ¿Eso quién nos lo da? Viene impreso en la misma vida de ser personas, como viene impreso en cada especie de animales y plantas que es lo que es, porque si fuera diferente sería lo que es. 

¿Quién ha hecho las especies? ¿Quién ha hecho al hombre? Si no podemos teniendo padre y madre, hombre y mujer, dar vida, aunque la voluntad y la inteligencia nos lleve a saber hacerlo, a saber como se hace una nueva persona, ¿Cómo es que hubo un primer hombre y una primera mujer? Porque realmente sabemos ciertamente que, aunque queremos, a veces no conseguimos ser padres. 

Hay alguien, algo, que sí, que su voluntad mandó y se hizo su voluntad, alguien sumamente inteligente y no sólo inteligente, porque aunque somos inteligentes a veces no conseguimos tener, hacer personas, hijos. Pero ese ser sí que pudo, y no sólo hizo personas, sino que hizo la primera persona, la que da nombre a la especie: el hombre, y le puso las condiciones que decidió, porque sabemos que todos los hombres siempre han sido físicamente así como somos, con un cuerpo, cabeza y extremidades; que siempre hemos pensado, razonado, decidido, porque seguimos siendo lo que somos; podemos tener el color de la piel distinta, o los brazos más largos o las piernas más cortas y la cabeza más redonda unos de otros, pero todos tenemos intestinos, corazón, pulmones, ojos, hígado… 

Alguien nos creó, es indiscutible. Otra cosa es que no quieras meditar sobre ello, otra cosa es que no quieras aceptarlo, pero si quieres y profundizas en tu inteligencia sabrás que Dios existe, que es el Creador y Todopoderoso, que tiene Voluntad y su voluntad se cumple, porque la vida existe, todos lo vemos, vemos la tierra y los cielos y sabemos que ha salido de una sola Persona porque tiene armonía y no cambia. 

Decimos que es Persona, porque hay una personalidad que decide, hay sólo una voluntad, lo vemos en los hechos de que todo tiene una lógica, una explicación, un porqué de existir. Eso en las cosas que conocemos y hemos estudiado de la naturaleza, y nosotros somos naturaleza, somos parte de la creación, de lo que existe, porque existimos un tiempo y luego desaparecemos en lo físico; pero además somos espíritu, porque no obramos por instinto sino por meditación, raciocinio que nos lleva a la inteligencia, y sólo la especie humana ha dominado la tierra, sólo nosotros, por ejemplo, hemos avanzado en la construcción de casas, incluso tenemos automóviles para trasladar nuestro cuerpo de un lugar a otro y tenemos aviones. Los monos siguen yendo a pie y de árbol en árbol, las hormigas siguen construyendo con laberintos sus nidos. Sigue el bebé, la persona al nacer, llorando, aunque ahora hay hospitales e instrumental y personal para ayudar a la madre a traer a su hijo al mundo: Su hijo, porque ha nacido de ella, hijo de su padre, porque por los dos fue creado. 

Los hombres, las personas, además de físico tenemos algo nuestro y por tanto, dentro de nosotros, que nos permite pensar sin que otros sepan lo que pensamos, tenemos un yo interior que nos separa del colectivo y nos hace únicos. Nadie, si no queremos, puede influir en nuestras obras y pensamientos. Los animales tienen su instinto; nosotros, también por instinto, hacemos las funciones vitales, pero podemos aguantarnos de hacer algunas cosas, por ejemplo, aunque tengamos hambre, podemos no comer, aunque tengamos sed, podemos no beber, pero no podemos tener hijos aunque queramos. Podemos no hacer, pero no podemos crear personas sólo con la voluntad, porque no pertenecemos a nadie, cada una es individual, cada uno tiene su yo, que nadie puede usurpar si tú no quieres, si tú no le das permiso: eso es la libertad, la libertad de decisión ante lo natural que hay y en donde vivimos, en lo natural de la creación. Podemos incluso dejarnos matar, podemos incluso dejarnos morir, pero no podemos crear a otra persona sólo con nuestra voluntad y los medios necesarios: óvulo y esperma. 

¿Por qué? 

Porque cada uno de nosotros se pertenece a sí mismo, aunque ha nacido a través de dos personas físicamente distintas: hombre y mujer, pero nosotros, tú, eres tú, eres importante y único; sólo existe un tú como tú: tú mismo. No perteneces a nadie y nadie te pertenece, estás sólo en tu yo interior y eres el dueño de ti mismo, como lo es el Dios que te creó. 

Dios, el Creador del mundo, que lo creó por y con Su Voluntad, con su decisión, con su deseo, te creó, creó toda especie y a ti que, como Él, tienes voluntad y puedes decidir y razonar, a ti te dio de su esencia espiritual, por eso eres a su imagen y semejanza y siendo único y libre como Dios mismo lo es; ves que naciste por Dios, por la voluntad misma de Dios que decidió ponerte nombre, por eso tienes este yo propio, que es tu nombre, es tu única vida y voluntad, tu decides qué hacer con ella, puedes comer o dejar de comer, puedes decidir que hacer con tu cuerpo y por tanto eres libre e independiente de los demás, que como tú, igual que tú, pueden hacer como tú y usar de su cuerpo según lo que decida cada uno, y no por voluntad de crear sino por voluntad de conocer; conocer y reconocer que hay un Dios Creador que creó todo lo que ves y lo que no ves, como no ves de donde salen tus pensamientos; sabes donde se forman: en el cerebro; sabes que son vivas vibraciones de energía mental, pero busca la fuente de esta energía que sientes físicamente pero que solo tienen las personas y no los animales, y, ¿Por qué las personas? ¿Por qué el físico de una persona, de un ser humano tiene también vida espiritual? ¿Por qué no lo tiene un mono, un chimpancé o una hormiga? ¿Quién lo decidió? ¿Tú? ¿Yo? ¿Quién?  Si no podemos las personas ni decidir tener hijos, entonces ¿Quién nos creó la parte espiritual que todos y cada unos sabemos de su existencia, porque la tenemos, la sentimos y la utilizamos?: Dios. Ese Ser superior que creó todo y creó al primer hombre y a la primera mujer. Así es. Dios es nuestro Padre Espiritual y también creador del físico y de todo lo que hay. 

Tenemos un Padre que es Dios...




Fuente: Pbro. Jesús...

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