martes, 22 de diciembre de 2009

EL CAMINO DE LA ORACION...


 "EL CAMINO DE LA ORACIÓN"


PRESENTACIÓN

Queridos amigos, hace años llegó a mis manos un texto muy hermoso y clarificador para mi camino de oración personal , este  me llegó por manos de un íntimo y muy querido amigo y sacerdote católico, Licenciado en Teología y director de una gran editorial católica y hombre de gran espiritualidad, el cual conociendo de mis ansias de conocer en este terreno tan precioso como es la oración, me hizo este inestimable regalo. Lo cual agradecí eternamente pues me ha servido en todos estos años en mi profundizar en este misterioso y sublime camino de la oración ...como a mi me gusta llamarlo.


Llegado este momento , creo debo compartirlo con todos aquellos que deseen una guía teológica, y teórica práctica de como poder orar y avanzar en este camino...sé que hay muchos caminos para llegar a Dios , pero sinceramente considero  que la oración es un camino fundamental y seguro , tanto como necesario y hermoso para nuestras almas y en nuestro conocimiento de Dios. Por lo que en forma de abreviado resumen, deseo compartir con ustedes.


Espero sinceramentre les sirva y agrade, para mi ha sido y es,  fuente de sabiduría y acercamiento a esa realidad tan grande y hermosa que se nos escapa de las manos que es la presencia de Dios en nuestras vidas.

Un abrazo a todos y Dios les bendiga.

S.María Milagrosa.


INTRODUCCIÓN
 
Es muy difícil tratar de la oración, puesto que nunca acabamos de aprender lo que supone dialogar con Dios. Además de difícil, parece poco urgente: hay otros temas que resultan más vitales, más cargados de emoción, más comprometidos. A pesar de eso , hay que pensar que el estudio y el crearse una vida de oración es elemento primordial en el camino del hombre y del cristiano. Por eso la importancia de destacarlo.

Ni aquí, ni en ninguno de los ejercicios que expondremos, intentaremos definir expresamente la oración .Esto sería demasiado complicado, sólo trazaremos, lo que son sus bases sus motivos y sus contornos, destacando lo siguiente:


1.  Elevación,

2.  Pasividad, 
3.  Encuentros y 
4.  Recuperación. 

Los elementos mencionados no se pueden deslindar del todo porque cada uno de ellos supone los restantes. Sin embargo la gradación que con ellos se establece , es válida para una inteligencia más profunda del misterio del encuentro con DIOS.

Se tratará de una forma práctica para que pueda servir a todos aquellos que se acerquen a la oración de una forma más completa y profunda y la práctica tendrá que depender de cada uno de los posibles lectores y orantes. Ellos advertirán muy pronto que en el camino de la oración hay signos quenadie ha podido iluminarles de antemano.


Quién pretenda aprender a orar "arrójese en el mar de la plegaria y rece", espero que estos temas puedan servirle de orientación, en su camino de oración.

1.  ELEVACIÓN

El presidente de la asamblea al comienzo de la solemne celebración eucarística , invita a los fieles diciendo:" LEVANTEMOS EL CORAZÓN" Ese gesto de ascenso , define el primero de los rasgos que conforman la oración; se trata de "elevar el corazón", de hacer que salga de ese mundo de pequeños olvidos y egoísmos en que vive aprisionado, dirigiéndolo al encuentro del misterio.

Santa Teresa presentaba a la oración con estos mismos rasgos , elevar el corazón , hasta la altura en la que Dios se manifiesta,descubriendo su grandeza y suplicando sus mercedes. Este elemento deriva de la misma entraña del hombre, en palabras de Pascal , tiene la capacidad y recibe el don de superarse infinitamente así mismo. Quién pretende vivir sólo de lo humano , clausurado en las fronteras de los propios deseos y posibilidades , acaba haciéndose inhumano.


Sólo es hombre verdadero aquel que reconoce su valor y cultiva esa miseteriosa posibilidad de superarse  "asi mismo" abriendose al misterio. En eso consiste lo que llamamos Elevación.


En la elevación el hombre ha de negarse a sí mismo, significa, reconocimiento práctico de mi limitación. Sólo al negarme a mi egoísmo, asumo  mi propia finitud y admito mis fronteras, puedo elevarme por encima de mí mismo. Al situarse en este plano, toda oración significa un gesto “sacrificial” de renuncia y presupone un camino por la noche. Se trata de salir hacia lo desconocido, poniéndome en manos de aquello que me trasciende y que no puedo controlar. 

La elevación tiene dos modos; uno activo, otro pasivo.

1. El modo activo está determinado por la accesis; existe elevación donde yo mismo me trasciendo, purifico mi deseo, niego mis gestos de autosuficiencia , controlo mis anhelos egoístas y me pongo en manos del misterio, en gesto radical de entrega, búsqueda y confianza.

2.  El modo pasivo está fundado en la presencia actuante de Dios: Hay elevación , donde descubro que Dios mismo me toca, haciendo que supera las seguridades interiores. No soy yo quién va limpiando mi interior, he colocado mi existencia en manos del mismo Dios omnipotente , quién me invita a salir de mis pequeñas realidades , dirigiéndome de un modo cada vez más pronunciado hacia el misterio de absoluta gratuidad.

Según eso, es lógico que toda elevación resulte gozosamente dolorosa. Es gozosa por ser elevación, búsqueda de un mundo superior más plenamente libre y más humano. Es dolorosa, porque implica una renuncia, una salida.”Sólo quién pierda su vida, ese la gana” dice el Evangelio. Sólo allí donde se pone en manos de Dios cobra sentido la existencia, sólo allí se recupera y se disfruta.
Sólo en oración se sabe que la gloria del hombre consiste, en ser de Dios.

Como forma práctica de ejercitar este primer momento de la oración pude valernos la formula de San Ignacio de Loyola.

“Tomad Señor y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad,  todo mi haber y mi poseer. Vos, me lo distéis a Vos lo torno. Todo es Vuestro. Disponed según vuestra voluntad. Dadme vuestro amor y gracia que esto me basta”

Quién hace suya esta oración , ha puesto en manos de Dios  toda su vida, sale de sí mismo, empieza a estar en otro y desde otro.

2.  PASIVIDAD


La pasividad ratifica el abrirse al misterio de Dios, y descubro allí que han aceptado mi entrega, me han recibido en  nuevas manos, que me recrean.

La pasividad en la oración, consiste en descubrir que hay “alguien” ,una realidad que me desborda y me hace “ser”: soy porque me aceptan, me potencian , me recogen.

En un primer momento, ante la sorpresa de ese descubrimiento, respondo en gesto de gratitud: con todas mis potencias, me dispongo a dar gracias al misterio; doy gracias pues mi vida está bien asentada.

En un segundo momento, repuesto ya de la sorpresa, respondo con la entrega de la propia vida, dejándome enriquecer con lo que Dios me ofrece, interrogar por lo que dice, transformar por  lo que hace en mi existencia.

Este gesto de pasividad se concreta, en el reconocimiento del pecado, en su doble vertiente de pequeñez humana y culpa responsable por eso he de vencer las propias resistencias, superando todos los intentos de autojustificación .Pero no sólo descubro que no soy nada; ante el misterio de Dios veo mi pecado: advierto que es pecado aquel deseo de centrar en mi placer y en  mis poderes el sentido de la vida, pecado aquel olvido del misterio, todo intento que conduce hacia el dominio de los otros.

 Elemento esencial de la oración, será por tanto un gesto de petición de perdón, de reconocimiento de pequeñez y confesión de culpas que me permita volverme transparente hacia el misterio.

Esto supone que no puedo liberarme por mis propias fuerzas, fuerzas de impotencia y de pecado .La conversión sólo podrá ser resultado de un Dios de gratitud, que me cimienta y acompaña:

a)  Habrá un primer momento de “purificación activa” de esfuerzo por cambiar y superarme, pero llegado hasta el final, encontraré que es un esfuerzo insuficiente; pues no puedo hallar a Dios con mi cansancio, no puedo despertarle con mis voces, trasformar su lejanía en base a mis razones .Siempre que busco a Dios desde mis propias inquietudes, acabo encontrándome a mi mismo.

b)  Por eso es necesario que llegue a la “purificación pasiva” donde sólo Dios puede sacarme de mi propio campo de actuación, llevándome hacia al plano de su vida ; sólo Dios pueda cambiar mi pequeñez en plenitud , mi culpa en gracia .Tal es el misterio radical de la oración : el descubrimiento gratuito y gratificante , de que potenciando mis posibilidades, Dios mismo me acoge y me transforma , pues me ama. En ese proceso de purificación pasiva, lo que por una parte es gozo, (voy entrando en el misterio de Dios) implica por otra el sufrimiento más intenso: el de perderme como hombre viejo , una especie de dislocamiento del propio ser que sólo perdiendo su lugar acostumbrado puede encontrar su plenitud y su sentido.

continuará...


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