Moniciones para el Tercer Domingo de Adviento Ciclo C
Moniciones para la Misa.
Autor: P. Domingo Vásquez Morales
Tiempo de Adviento
III Domingo - Ciclo C
Monición de entrada
Buenas noches, días (tardes) hermanos en Cristo. El mundo va en busca de la alegría, pero no todos la alcanzan de igual manera. A muchas personas les resulta muy difícil creer que el cristianismo es fuente de alegría. La liturgia de hoy nos exhorta a estar alegres. Porque el Señor está cerca. Ya viene. Expresemos nuestra alegría cristiana celebrando con júbilo ésta eucaristía. De pie, por favor, para recibir a los ministros cantando con esperanza y alegría.
Primera lectura: Sof. 3, 14-18ª (el Señor se alegrará en ti)
El canto jubiloso del profeta Sofonías, anuncia la restauración de Jerusalén. El profeta ve a Jerusalén libre de su condenación. Escuchemos.
Segunda lectura: Fil.4, 4-7 (Estén siempre alegres en el Señor; Él está cerca)
La exhortación de San Pablo a los filipenses, nos permite continuar celebrando una liturgia alegre. El cristiano vive la alegría de un mundo nuevo. La certeza de la venida del Señor debe quitarnos toda inquietud. Presten atención.
Tercera lectura: Lc. 3.10 -18 (¿Qué hemos de hacer?)
San Lucas, nos trasmite las normas de conducta que San Juan Bautista presentaba para recibir la inmensa alegría del perdón y las promesas mesiánicas. Para encontrarse con Jesús no hace falta huir del trabajo, ni de la vida diaria. La alegría cristiana consiste en compartir con el prójimo lo que hemos recibido de Dios. De Pie por favor, para escuchar la Buena Nueva, pero antes entonemos el Aleluya.
Oración Universal
Exhortación final
(Tomado de B. Caballero: La Palabra Cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 420)
Hoy, Señor, te bendice a boca llena el canto gozoso. De nuestros corazones convertidos a tu amor y tu justicia. Éramos tierra yerma y erial calcinado por el egoísmo, pero tú eres capaz de hacer florecer el desierto. Una aurora de paz despierta la raya de nuestro horizonte, y la alegría es nuestro lote en la herencia del Señor.
Enséñanos a vivir en tu presencia y alabarte siempre con el corazón alegre por tu amorosa gratuidad de Padre, porque todo es presencia y gracia, ternura y cariño tuyo. Conviértenos, Señor, a la alegría, el amor y la justicia; y regenerados por ti, manténnos en la fidelidad.
Amén.
Con amor, Mariam...
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