NO IMPEDIR, HACER GERMINAR
Dios mío, por tu amor me has obsequiado el don de ser tu hijo, el don de ser tu hija. Puedo, con sencilla confianza venir ante mi Padre, ponerme ante sus pies, escucharle, contarle y simplemente acompañarle. Aquí estoy, Señor. He escuchado tu llamada que se repite una y otra vez en mi corazón para venir a tu presencia y permanecer en ella. Quiero mirarte, adorarte e imitarte, en tus manos pongo esta oración donde deseo estar abierto a tu gracia, a tu voluntad, a tu amor. Así sea.
Mc. 9,38-40
Dios mío, por tu amor me has obsequiado el don de ser tu hijo, el don de ser tu hija. Puedo, con sencilla confianza venir ante mi Padre, ponerme ante sus pies, escucharle, contarle y simplemente acompañarle. Aquí estoy, Señor. He escuchado tu llamada que se repite una y otra vez en mi corazón para venir a tu presencia y permanecer en ella. Quiero mirarte, adorarte e imitarte, en tus manos pongo esta oración donde deseo estar abierto a tu gracia, a tu voluntad, a tu amor. Así sea.
Mc. 9,38-40
Señor, Tú me enseñas que en la vida no debo tener otra tarea, otra ocupación, otra ilusión que la de ser santo. Me haces ver que la santidad auténtica está en el amor, en el ejercicio de la caridad. Ayúdame a aprovechar mi vida que es tan pequeña, apenas un punto en medio de la eternidad, para dedicarme a ser santo y a amarte sin medida.
«Ya es tiempo de que dejes de ser solamente bueno y pases a ser santo; que dejes ya sólo de querer y te enamores locamente de Dios, de Jesucristo»
Cristo al centro, n. 1907
«Ya es tiempo de que dejes de ser solamente bueno y pases a ser santo; que dejes ya sólo de querer y te enamores locamente de Dios, de Jesucristo»
Cristo al centro, n. 1907
DIOS CONTIGO
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