Señor, gracias por ofrecernos siempre tu amor y misericordia. Deseo acercarme a la fuente de tu amor y extenderte mi mano para que me eleves hacia Ti, pues quiero conversar contigo. Infunde en mí la gracia de una fe profunda que te tenga como único sostén, la gracia de una esperanza sencilla que camine en la certeza de tu amparo, la gracia de un amor apasionado por donarse a Ti. María, bajo tu manto guárdame y llévame a tu Hijo. Así sea.
Lc.24,46-53
Aunque Cristo subió a los cielos, sigue estando presente entre nosotros por medio de su Iglesia. Jesús viene a nuestro encuentro mediante su Palabra, en los Sacramentos, y en la liturgia de la Iglesia.
Viviré hoy luchando por ganarme el cielo.
DIOS CONTIGO
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