PARA LA AMISTAD Y CONSUELO
A San Rafael Arcángel
Tú eres el caminante que hace experimentar la siempre presente cercanía de Dios, y aportas la sanación y el consuelo al piadoso creyente. Dios te ha puesto a nuestro lado como medicina para sanar nuestros corazones desgarrados, para curar nuestras enfermedades, y aliviar nuestros dolores y sufrimientos que brotan precisamente de las distancias, de las traiciones, y del daño
que nos hacemos unos a otros.
Tú eres aquel que Dios ha puesto en nuestro camino para acercarnos y revelarnos las personas con las cuales uno puede darle gracias por la vida, por el camino de la vida y por la misericordia del Señor, hecha rostro y humanidad en esas personas. La trama y el tejido del que está hecha la historia y la convivencia humana, es un tejido de encuentros y de desencuentros. De los encuentros brota la amistad, el reconocimiento y el respeto mutuo, en definitiva,
que nos hacemos unos a otros.
Tú eres aquel que Dios ha puesto en nuestro camino para acercarnos y revelarnos las personas con las cuales uno puede darle gracias por la vida, por el camino de la vida y por la misericordia del Señor, hecha rostro y humanidad en esas personas. La trama y el tejido del que está hecha la historia y la convivencia humana, es un tejido de encuentros y de desencuentros. De los encuentros brota la amistad, el reconocimiento y el respeto mutuo, en definitiva,
el afecto de unos por otros; igualmente brota un deseo de que
ese bien que se experimenta en el encuentro y en la amistad,
cuando son verdaderos, se multiplique, crezca y se extienda.
En los desencuentros se siembran las semillas de todo aquello que divide a los hombres: la envidia, la lucha de unos contra otros, el egoísmo y la ambición; el odio, y muchas veces en la historia, por desgracia, la muerte.
Condúcenos arcángel san Rafael, tu que sirves en la gloria del Señor, hacia las personas que Él quiere que encontremos en nuestra vida. Que amemos la verdad de la persona humana y el deseo de su bien. Que amemos la verdad de lo que somos y la verdad de lo que la otros son.
Que la mentira, en nombre de lo que sea, no anide en nuestros
corazones; ella es siempre la corrupción más terrible, l
a más sutil, la que siembra en primer lugar la distancia,
la extrañeza y la diferencia y el no reconocimiento de unos
por otros en todas sus formas.
Cada persona es siempre una imagen viva de Dios, y una persona
humana, ocupe el puesto que ocupe, y tenga las cualidades
que tenga, es siempre alguien digno de un respeto absoluto
y de un afecto que es lo único que puede curar en las personas
las deficiencias que hay en la vida de todos nosotros.
Nuestra historia humana, está hoy llena de desencuentros
que han costado la vida a millones de personas.
Concédenos dar gracias a Dios por todos los encuentros que a lo largo de nuestra vida han existido, por las personas que nos has puesto cerca, que son siempre un regalo de Dios, y que en las cuales podemos confiar; con las cuales sencillamente podemos dar gracias por el bien que esa amistad produce y que ese afecto genera en nuestra vida.
Te pedimos arcángel san Rafael que hagas de nuestra sociedad
una sociedad de encuentros en la que todos los hombres nos tratemos realmente como hermanos por el hecho de ser hombres.
Que el Señor por tu intercesión, nos ayude a deshacer esos desencuentros que se han sembrado en nuestra historia que uno percibe en nuestra sociedad y que generan divisiones, envidias y odios. En los caminos de los hombres hoy hay extravío, soledad y heridas. Y no faltan tampoco entre los mismos creyentes.
Hay quien como Zaqueo se pone al borde del camino
al paso de los cristianos,llevado quizás más
por la curiosidad que por el deseo de cambiar;
hay quien como la Samaritana no siente que sea un problema
la suma de los maridos; hay quien como el etíope eunuco
no consigue en sus lecturas encontrar el hilo
que les de sentido y le aporte significado a su propia vida;
y hay tantos ‘quienes’ necesitados de que alguien,
como en el viaje de Tobías, o como en el camino de Emaús,
acompase sus pasos a los suyos y acompañe y explique
y haga encontrar la puerta abierta,
y el sentido del camino y la fuente de la esperanza.
Que seamos arcángel san Rafael con nuestros prójimos
el buen samaritano, al recoger y curar a la persona
herida que yace a la vereda del camino, y nos convirtamos
sin palabras en unos testigos del amor de Dios.
Este hombre prójimo nuestro herido, necesitado
de curación, somos todos nosotros.
Anunciar el Evangelio significa ya de por sí curar,
porque el hombre necesita sobre todo la verdad y el amor.
Que llevemos a nuestros prójimos,
el consuelo del acompañamiento cercano y sanador
como tú, arcángel san Rafael.
Amén
ese bien que se experimenta en el encuentro y en la amistad,
cuando son verdaderos, se multiplique, crezca y se extienda.
En los desencuentros se siembran las semillas de todo aquello que divide a los hombres: la envidia, la lucha de unos contra otros, el egoísmo y la ambición; el odio, y muchas veces en la historia, por desgracia, la muerte.
Condúcenos arcángel san Rafael, tu que sirves en la gloria del Señor, hacia las personas que Él quiere que encontremos en nuestra vida. Que amemos la verdad de la persona humana y el deseo de su bien. Que amemos la verdad de lo que somos y la verdad de lo que la otros son.
Que la mentira, en nombre de lo que sea, no anide en nuestros
corazones; ella es siempre la corrupción más terrible, l
a más sutil, la que siembra en primer lugar la distancia,
la extrañeza y la diferencia y el no reconocimiento de unos
por otros en todas sus formas.
Cada persona es siempre una imagen viva de Dios, y una persona
humana, ocupe el puesto que ocupe, y tenga las cualidades
que tenga, es siempre alguien digno de un respeto absoluto
y de un afecto que es lo único que puede curar en las personas
las deficiencias que hay en la vida de todos nosotros.
Nuestra historia humana, está hoy llena de desencuentros
que han costado la vida a millones de personas.
Concédenos dar gracias a Dios por todos los encuentros que a lo largo de nuestra vida han existido, por las personas que nos has puesto cerca, que son siempre un regalo de Dios, y que en las cuales podemos confiar; con las cuales sencillamente podemos dar gracias por el bien que esa amistad produce y que ese afecto genera en nuestra vida.
Te pedimos arcángel san Rafael que hagas de nuestra sociedad
una sociedad de encuentros en la que todos los hombres nos tratemos realmente como hermanos por el hecho de ser hombres.
Que el Señor por tu intercesión, nos ayude a deshacer esos desencuentros que se han sembrado en nuestra historia que uno percibe en nuestra sociedad y que generan divisiones, envidias y odios. En los caminos de los hombres hoy hay extravío, soledad y heridas. Y no faltan tampoco entre los mismos creyentes.
Hay quien como Zaqueo se pone al borde del camino
al paso de los cristianos,llevado quizás más
por la curiosidad que por el deseo de cambiar;
hay quien como la Samaritana no siente que sea un problema
la suma de los maridos; hay quien como el etíope eunuco
no consigue en sus lecturas encontrar el hilo
que les de sentido y le aporte significado a su propia vida;
y hay tantos ‘quienes’ necesitados de que alguien,
como en el viaje de Tobías, o como en el camino de Emaús,
acompase sus pasos a los suyos y acompañe y explique
y haga encontrar la puerta abierta,
y el sentido del camino y la fuente de la esperanza.
Que seamos arcángel san Rafael con nuestros prójimos
el buen samaritano, al recoger y curar a la persona
herida que yace a la vereda del camino, y nos convirtamos
sin palabras en unos testigos del amor de Dios.
Este hombre prójimo nuestro herido, necesitado
de curación, somos todos nosotros.
Anunciar el Evangelio significa ya de por sí curar,
porque el hombre necesita sobre todo la verdad y el amor.
Que llevemos a nuestros prójimos,
el consuelo del acompañamiento cercano y sanador
como tú, arcángel san Rafael.
Amén
DIOS CONTIGO
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