A NUESTRA SEÑORA DE SHESHAN
Por tus necesitados hijos de China, lugar de martirio para los que se consideran hijos de Dios.
Por tus necesitados hijos de China, lugar de martirio para los que se consideran hijos de Dios.
Benedicto XVI
Virgen Santísima, Madre del Verbo Encarnado y Madre nuestra,
venerada como de Auxilio de los cristianos en el Santuario
de Sheshan, a la que se dirige con devoción toda la Iglesia
en China, hoy venimos ante Ti para implorar tu protección.
Mira al Pueblo de Dios y guíalo con solicitud maternal
por los caminos de la verdad y el amor, para que sea
siempre fermento de convivencia armónica entre todos
los ciudadanos.
Con el dócil "sí" pronunciado en Nazaret Tú aceptaste
que el Hijo eterno de Dios se encarnara en tu Seno
virginal iniciando así en la historia la obra
de la Redención, en la que cooperaste después
con solícita dedicación, dejando que la espada
del dolor traspasase tu alma, hasta la hora suprema
de la Cruz, cuando en el Calvario permaneciste erguida
junto a tu Hijo, que moría para que el hombre viviese.
Desde entonces llegaste a ser, de manera nueva,
Madre de todos los que acogen a tu Hijo Jesús
en la fe y lo siguen tomando su Cruz.
Madre de la esperanza, que en la oscuridad del Sábado
Santo saliste al encuentro de la mañana de Pascua
con confianza inquebrantable, concede a tus hijos
la capacidad de discernir en cualquier situación,
incluso en las tenebrosas, los signos de la presencia
amorosa de Dios.
Nuestra Señora de Sheshan, alienta el compromiso
de quienes, en medio de las fatigas, siguen creyendo,
esperando y amando, para que nunca teman hablar
de Jesús al mundo y del mundo a Jesús.
En la estatua que corona el Santuario Tú muestras
a tu Hijo al mundo con los brazos abiertos en un
gesto de Amor.
Ayuda a los católicos a ser siempre testigos
creíbles de este Amor, siempre unidos a la roca
de Pedro sobre la que está edificada la Iglesia.
Madre de China y de Asia, ruega por nosotros
ahora y siempre.
Amén
Virgen Santísima, Madre del Verbo Encarnado y Madre nuestra,
venerada como de Auxilio de los cristianos en el Santuario
de Sheshan, a la que se dirige con devoción toda la Iglesia
en China, hoy venimos ante Ti para implorar tu protección.
Mira al Pueblo de Dios y guíalo con solicitud maternal
por los caminos de la verdad y el amor, para que sea
siempre fermento de convivencia armónica entre todos
los ciudadanos.
Con el dócil "sí" pronunciado en Nazaret Tú aceptaste
que el Hijo eterno de Dios se encarnara en tu Seno
virginal iniciando así en la historia la obra
de la Redención, en la que cooperaste después
con solícita dedicación, dejando que la espada
del dolor traspasase tu alma, hasta la hora suprema
de la Cruz, cuando en el Calvario permaneciste erguida
junto a tu Hijo, que moría para que el hombre viviese.
Desde entonces llegaste a ser, de manera nueva,
Madre de todos los que acogen a tu Hijo Jesús
en la fe y lo siguen tomando su Cruz.
Madre de la esperanza, que en la oscuridad del Sábado
Santo saliste al encuentro de la mañana de Pascua
con confianza inquebrantable, concede a tus hijos
la capacidad de discernir en cualquier situación,
incluso en las tenebrosas, los signos de la presencia
amorosa de Dios.
Nuestra Señora de Sheshan, alienta el compromiso
de quienes, en medio de las fatigas, siguen creyendo,
esperando y amando, para que nunca teman hablar
de Jesús al mundo y del mundo a Jesús.
En la estatua que corona el Santuario Tú muestras
a tu Hijo al mundo con los brazos abiertos en un
gesto de Amor.
Ayuda a los católicos a ser siempre testigos
creíbles de este Amor, siempre unidos a la roca
de Pedro sobre la que está edificada la Iglesia.
Madre de China y de Asia, ruega por nosotros
ahora y siempre.
Amén
DIOS CONTIGO
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