Principal astucia del enemigo es manipular, confundir, remedar,
tergiversar, falsear. Desde el principio ha sido así. Cuando la
serpiente instigadora en el Paraíso tentó a los Primeros Padres había en
su propuesta un fondo de verdad: ser como Dios. Así será
también la acción del Anticristo quien pretenderá cuando llegue su hora,
más que negar a Cristo, usurpar su lugar y hacerse pasar por el mismo
Cristo.
-Luis Eduardo López Padilla-
Jamás el Demonio engañará con simples
mentiras sino en medio de verdades y eso hace más difícil discernir los
espíritus para no ser confundidos y ser así fieles hijos de la luz.
El campo de acción del Demonio en
tratándose de revelaciones privadas es vasto y muy adecuado para
confundir incluso a los mismos elegidos. El Mensaje de la Santísima
Virgen en los últimos 200 años conlleva, por decirlo así, cuatro
principales apartados: primero, la llamada a la conversión para hacer
vida el camino del Evangelio predicado por Nuestro Señor Jesucristo;
segundo, el perfil profético que anuncia ciertos eventos que habrán de
venir al mundo y a la Iglesia para que conociéndolos por anticipado
podamos prepararnos debidamente en cuerpo, alma y entendimiento;
tercero, el llamado a formar un pequeño grupo de apóstoles de los
tiempos que coadyuvarán a la tarea, junto con Ella, de aplastar la
cabeza de la serpiente; y cuarto, preparar a través de una profunda y
auténtica devoción mariana el reinado de Cristo en la tierra por medio
del triunfo de su Corazón Inmaculado. Es decir, lo que la Escritura
llama Parusía o Manifestación del Señor (no debe confundirse con la
Segunda Venida de Cristo al final de la Historia).
Es respecto al tema profético
principalmente donde el espíritu de la confusión se siente más a sus
anchas. Esta confusión tiene sus matices: adelantar acontecimientos,
mezclar hechos ciertos con falsos, tergiversar la esencia de los eventos
profetizados, promover sutiles herejías, causar visiones falsas a los
videntes, etc. Esto hace que las revelaciones privadas sea tema la mar
de resbaladizo y por ende fácilmente ocasión de confusión en los
mensajes. Incluso se le llega a dar más valor a las revelaciones
privadas que a la misma Revelación Pública que termina con el último de
los apóstoles.
Visión General
Haciendo una recapitulación global de lo
que ha sido el gran signo de estos tiempos mediante las distintas
mariofanías, podemos afirmar con toda certeza moral a la luz de la fe y
del mismo Magisterio de la Iglesia tanto en la Sagrada Escritura como en
la Tradición lo siguiente:
- Como consecuencia del Misterio de la Iniquidad –la permisión del mal en el mundo por parte de Dios para sacar mayores bienes– el mundo y la Iglesia se han visto bajo el influjo del ataque del poder de las tinieblas.
- La Santísima Virgen dio señales de alerta máxima a partir de la aparición en París en 1830 con la entrega de la Medalla Milagrosa. El influjo racionalista de la Revolución Francesa acechaba con toda su fuerza. Los estragos que estaban afectando a la Iglesia y que podrían ser de terribles consecuencias morales y espirituales fueron una vez más advertidos por la Virgen en La Salette, Francia en 1846. Y como para enfatizar la gravedad de esta invasión diabólica, la Virgen, una vez más se aparece en Francia en 1858 en Lourdes. Fátima fue una última oportunidad de cambiar el curso y la fuerza de los acontecimientos. Pero por las razones que hayan sido esa llave fue ignorada por varios Papas, comenzando por Pío XI.
- Nuestra Madre hace un llamado grave y urgente al mundo para la conversión, y paulatinamente dejaba entrever que lo anunciado en la Sagrada Escritura para estos tiempos tendría pronto cumplimiento, donde el siglo XX sería definitivo para o erradicar las sombras negras que se asomaban a la Iglesia y hacer que la prueba profetizada fuera mucho más llevadera, o de lo contrario, Satanás se erigiría como el vencedor parcial del siglo XX. Pero la consolidación del modernismo y el laicismo; los totalitarismos marxistas y comunistas con la Revolución Bolchevique, así como el nazismo; las dos Guerras Mundiales; el nacimiento de los progresismos religiosos con los excesos y abusos que supuso la aplicación e interpretación del Concilio Vaticano II, aunado a una clara penetración del humo del infierno al interior de la Iglesia de Cristo; y los oídos sordos de la alta jerarquía de la Iglesia al pedido de la Santísima Virgen en Fátima supuso la confirmación de la victoria de Satanás… pero aún no definitiva.
En este entorno, la Santísima Virgen ha profetizado desde hace 200 años medularmente lo siguiente:
- Crecimiento de la maldad, apostasía y pérdida de la fe en la mayoría de las naciones
- Divisiones entre las familias, pueblos, naciones, soberanos y príncipes de la Iglesia
- Guerras entre naciones poderosas
- Catástrofes naturales nunca antes vistas que envuelven a los cuatro elementos de la naturaleza
- Hambruna, pestes y epidemias
- Falta de crecimiento espiritual, pérdida de lo sagrado e indiferencia profunda a las cosas de Dios
- Advertencias universales y sobrenaturales para la conversión de la humanidad
- Rusia como flagelo de la humanidad
- Un momento de gran obscuridad para la Iglesia nunca antes vista en la que habrá división entre sacerdotes, obispos y cardenales que detonará en un cisma de terribles consecuencias para las almas
- Surgimiento de algunos hombres que se superarán espiritualmente y contribuirán al triunfo final del Corazón Inmaculado de María, para dar paso al Reino de Cristo con Su Parusía (presencia espiritual) en la tierra donde se restituirá el Amor de Dios sobre todas las cosas
Ante este panorama profético, el demonio
se ha asegurado, como se dijo al principio, de confundir mezclando
profecías falsas y verdaderas, adelantando acontecimientos que ha traído
a la postre una relajación en el tema profético que ha distorsionado la
verdadera y auténtica profecía dulce-amarga que revela el Plan de Dios
descrito mediante signos y simbolismos en el Libro del Apocalipsis.
Así, hay quienes veían el fin de los
tiempos en el año 1960; la Gran Ramera identificada con la Iglesia
Católica a partir del Concilio Vaticano II; los falsos pastores y
anticristos en la Sede de Pedro a partir de Juan XXIII y sucesores. A
Juan Pablo II como el Papa del Secreto de Fátima y el que habría de
salir huyendo de Roma según la visión del Secreto de Fátima y más.
Ahora, a partir de la sorpresiva e
inesperada renuncia del Papa Benedicto XVI se entró en un período de
incertidumbre profética y no pocos quieren ver en el Papa Francisco al
falso pastor anunciado en las Escrituras o al antipapa anunciado en
algunas revelaciones privadas, o más grave aún, quienes ven a Francisco
como la causa eficiente próxima de un cisma.
El Crepúsculo y la Noche
Es preciso analizar con detenimiento las
profecías. Para esto es condición indispensable eliminar las que son
falsas para lograr el discernimiento correcto ahora que todavía hay luz,
pues las tinieblas que se avecinan serán tan densas que será harto
difícil andar por el camino verdadero: “Todavía por un poco tiempo
tenéis luz en vosotros. Caminad mientras tenéis luz para que no os
sorprendan las tinieblas, ya que el que anda en tinieblas ignora adónde
va. Mientras tenéis luz, creed a la luz para que os convirtáis en hijos
de la luz” (Jn 12, 35 – 36).
La mayor obscuridad para la Iglesia será
cuando la veamos dividida y enfrentada, y ahí sí será muy difícil saber
por dónde se camina. Es importante prepararnos bien ahora que hay un
poco de tiempo y contamos con los medios espirituales para pasar la
noche, haciéndonos hijos de la luz para que la fe no desfallezca en la
muy próxima hora de las tinieblas. La noche será de apostasía para
quienes pierdan su fe por no haberse convertido en hijos de la luz
durante el crepúsculo actual; y la noche será más de santidad,
misticismo e incluso martirio para aquellos que hayan aprovechado este
crepúsculo para hacerse hijos de la luz.
La Causa del Cisma
Hemos dicho que la causa remota del
cisma más grande que habrá enfrentado la Iglesia en su Historia es el
llamado Misterio de la Iniquidad que obra en el mundo. Finalmente
Satanás es la causa indirecta del mal que Dios permite en su Divina
Sabiduría. Pero las causas más próximas de esta apostasía que se vive
hoy en la Iglesia son el resultado de falsas filosofías que dieron lugar
a perversas ideologías en el orden político, social y religioso y que
fueron minando poco a poco el fundamento de la Iglesia de Cristo. De
alguna manera es una catástrofe anunciada que ya el Papa León XIII
visualizaba con la gran herejía del modernismo, que como toda herejía,
no venía del exterior sino del interior de la Iglesia.
Finalmente es querer interpretar la doctrina católica según los moldes
culturales y humanos de los tiempos modernos. Por eso Pío X profetizaba
que la deserción y la apostasía que se hacía evidente era “como un anticipo y comienzo de los males que estaban reservados para el final de los tiempos” (cfr. Encíclica E Supremi Apostolatus Cathedra No. 6).
Pío XI diría en su Encíclica Quas Primas que “la sociedad está tambaleándose hacia su ruina porque ya no tiene más una fundación segura y sólida”.
Con el advenimiento de Juan XXIII y del
Concilio Vaticano II la Iglesia Católica entró dividida al Concilio y
salió de él enfrentada en dos bandos irreconciliables que aún hoy marcan
grandes diferencias y que dio lugar a dos distintas interpretaciones
del Concilio.
Sin pretender agotar el tema ni mucho
menos, me limito a citar las palabras del entonces Cardenal Ratzinger
sobre lo que denominó la perversión del Concilio, es decir, la infiltración implacable y tenaz de las fuerzas ocultas al interior de la Iglesia:
“Resulta incontestable que los
últimos veinte años han sido decididamente desfavorables para la Iglesia
Católica. Los resultados que han seguido del Concilio parecen oponerse
cruelmente a las esperanzas de todos, comenzando por las del Papa Juan
XXIII y, después las de Paulo VI (…)
“Los Papas y los padres conciliares
esperaban una nueva unidad católica y ha sobrevenido una división tal
que –en palabras de Paulo VI– se ha pasado de la autocrítica a la
autodestrucción (…) Esperábamos un salto hacia adelante, y nos hemos
encontrado ante un proceso progresivo de decadencia que se ha
desarrollado en buena medida bajo el signo de un presunto “espíritu del
Concilio”, provocando de este modo su descrédito.
“Estoy convencido de que los males
que hemos experimentado en estos veinte años no se deben al Concilio
“verdadero”, sino al hecho de haberse desatado al interior de la Iglesia
ocultas fuerzas agresivas, centrífugas e irresponsables (…)” (Informe sobre la Fe. BAC Popular. 1985. Págs. 35, 36 y 47).
Esta era la debacle y la
profunda crisis y división de la Iglesia en los años posteriores al
Concilio, junto con la amenaza del marxismo con la Teología de la
Liberación, particularmente de la Iglesia norteamericana y otras
naciones tercermundistas; así como el rechazo casi unánime de laicos
católicos, moralistas, sacerdotes y obispos en contra de la Humanae Vitae,
y la no menos grave infiltración masónica y de la mafia en los
engranajes financieros del Vaticano, y como colofón, la confusión de
graves errores doctrinales en la Iglesia sobre Cristo, la Eucaristía, el
Sacramento de la Penitencia con abusos de absoluciones generales, la
doctrina sobre el pecado original, un equivocado ecumenismo e
indiferentismo y progresismo religioso, que llevó a Pablo VI a hablar
del “humo del infierno que había penetrado dentro de la Iglesia de Dios”.
“Creemos –dijo Paulo VI– que
algo preternatural vino al mundo precisamente para perturbar, para
sofocar los frutos del Concilio Ecuménico y para impedir que la Iglesia
prorrumpiera en un himno de alegría por haber readquirido la plenitud de
su conciencia sobre sí misma” (alocución Resistite fortes in fide del 29 de Junio de 1972).
Bajo Juan Pablo II la
grave crisis interna de la Iglesia no sólo continuó sino que se agravó,
pese a que con el Papa parecía haberse aplacado un tanto la furia
innovadora, herética, revolucionaria y de apostasía de tantos
sacerdotes, laicos y obispos de todo el mundo.
No obstante, el
neo-modernismo progresista quedó consolidado en la Iglesia pero sólo de
hecho, no doctrinariamente en la cátedra de Pedro, ni tampoco por Juan
Pablo II quien predicó incansablemente por todo el mundo contra sus
errores y que, para no precipitar a la Iglesia en males mayores, no pudo
erradicar a los muy numerosos teólogos y sacerdotes que los sustentaban
más o menos abiertamente. En consonancia a este texto, se entienden las
palabras del Papa León XIII, a raíz de la visión que tuvo acerca del
ataque que infringiría el Demonio a la Iglesia en el siglo XX, y que le
llevó a componer la Oración a Miguel Arcángel:
“En el mismo lugar
santo, donde ha sido establecida la sede de San Pedro y la Silla de la
Verdad para iluminar al mundo, ellos han levantado el trono de su
abominable impiedad, con el designio inicuo que cuando el pastor sea
golpeado, las ovejas se dispersen”.
Gente Maligna Planea la Obscuridad total de La Iglesia
Gente Maligna, que va en
contra de la fe, planea la obscuridad de la Iglesia… y llegará, cuando
la Iglesia Verdadera se separe de la Falsa. Muchos huirán
escandalizados. Será un gran escándalo para todos. Muchos dejarán de
creer y otros muchos se sentirán engañados por la Iglesia. Muchísimos
andarán como oveja sin pastor. Será una proyección espiritual de las
catástrofes políticas, económicas, sociales y naturales que en ese
momento se estarán viviendo en el mundo.
Pero muchos se han
adelantado confundidos por Satanás y creen que ya el cisma está o que el
Papa Francisco forma o formará parte de él. No es así. Este Papa es el
Rompedor. En su Pontificado veremos acciones y toma de decisiones nunca
antes realizadas por los Romanos Pontífices. Él es parte de la mística
trilogía de Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco que prepara a la
Iglesia a su catacumba en la llamada a la vivencia y práctica diaria del
Evangelio. El In Persecutione por las veces que será atentado
contra su vida porque empieza a cimentar la reconstrucción de la
Iglesia, para que nazca la Iglesia del AMOR, la de Juan, la que debe
afianzar y darle Plenitud a la Iglesia de Pedro, que fue la Iglesia de
la ley por 2000 años.
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