ENFERMEDADES PSÍQUICAS Y CORPORALES QUE PUEDEN SER CAUSADAS POR UNA POSESIÓN
El padre Fortea, conocido
demonólogo y exorcista, dice que el demonio puede provocar enfermedades
mentales y físicas, pero ante una enfermedad mental o física hay que
demostrar primero que hay posesión, porque se da en la menor cantidad de
casos.
Fuente: Padre Fortea en Posesión y Exorcismo
Si el demonio puede tentar, también podría hacerlo de forma
continua, intensa, sin descanso, y tratar de provocar por tanto una
obsesión o una fobia o una depresión u otras enfermedades. Pero Dios impide su libre actuación sobre nosotros. Toda acción del demonio sobre los hombres debe ser permitida por Dios.
Si Dios no impide siempre la actuación de las causas naturales
que provocan la enfermedad, tampoco impide siempre la actuación del
demonio. Ahora bien, en este ámbito como en todo el campo de
las causas de las patologías físicas o mentales, la actuación del
demonio es excepcional. Toda enfermedad mental se debe a causas naturales mientras no se demuestre lo contrario.
Pensar que las enfermedades tienen su causa en el mundo de los
espíritus sería como querer regresar a un estado precientífico donde la
razón sería sustituida por el mito. Ahora bien, si los demonios existen
tampoco se puede descartar absolutamente que ellos puedan actuar alguna
vez en este campo. Las reglas generales son como su nombre indica
generales, pero nada impide que sucedan hechos especiales, por muy raros
que éstos sean. Normalmente del cielo llueve agua, o cae nieve o
granizo, pero alguna vez también cae del cielo un meteorito.
Así también de forma extraordinaria e inusual Dios puede permitir que un demonio provoque una enfermedad. De
hecho, San Lucas menciona expresamente el caso de “una mujer, que desde
hacía dieciocho años padecía una enfermedad producida por un espíritu, y
estaba encorvada” (Lc 13,10-14).
Santa Teresa de Liseaux escribió un capítulo muy interesante al hablar de su vida:
La enfermedad que me acometió provenía, ciertamente, del demonio.
Furioso por vuestra entrada en el Carmelo [la de su hermana] quiso
vengarse en mí de todo el daño que nuestra familia había de causarle en
el futuro, pero no me hizo casi sufrir; pude proseguir mis estudios, y
nadie se preocupó por mí. Hacia finales de año me sobrevino un continuo
dolor de cabeza. (…)Esto duró hasta la fiesta de Pascua de 1883. (…) Al
desnudarme, me sentí invadida por un extraño temblor. No sé como
describir una enfermedad tan extraña. Hoy estoy persuadida de que fue
obra del demonio. (…) Casi siempre parecía estar en delirio,
pronunciando palabras sin sentido. (…) Con frecuencia parecía estar
desvanecida, sin poder ejecutar el más mínimo movimiento. (….) Creo que
el demonio había recibido un poder exterior sobre mí, pero que no podía
acercarse ni a mi alma, ni a mi espíritu, si no era para inspirarme
grandísimos temores de ciertas cosas”. (Historia de un alma, cap.III)
CRITERIOS DIAGNÓSTICO DE POSESIÓN
En la mayor parte de los casos estos fenómenos de posesión se
producen tras participar en algún tipo de rito esotérico: ouija,
práctica de espiritismo, santería afrocubana, macumba, vudú, etc.
Los criterios diagnósticos que debería presentar un sujeto para que sospecháramos que padece una posesión serían los siguientes:
1.-Ante lo sagrado o lo religioso
se da una gama de sensaciones que van, según el sujeto, desde el
fastidio hasta el horror, desde la leve expresión de molestia hasta la
manifestación de ira y furia.
2.-En estos casos más extremos, el horror lleva a accesos de furia, acompañados normalmente de blasfemias o insultos dirigidos hacia el objeto religioso que se ha situado en la proximidad.
3.-El poseso en los episodios agudos de manifestación de ira furiosa, pierde la consciencia.
Cuando vuelve en sí no recuerda nada. La amnesia es total y absoluta.
Sin embargo, aunque no recuerde nada el sujeto durante el episodio ha
padecido un cambio de personalidad mientras ha durado esa crisis de
furia. Durante esa crisis una segunda personalidad emerge.
4.-Esa segunda personalidad siempre tiene un carácter maligno.
Es frecuente que durante esos momentos las pupilas se vuelvan hacia
arriba, o hacia abajo, dejando los ojos en blanco. Los músculos faciales
se ponen frecuentemente en tensión. También las manos muestran
crispación. En esos momentos de crisis, la persona articula la voz llena
de odio y rabia.
5.-Acabada la crisis furiosa, la persona vuelve lentamente a la normalidad,
el tránsito de vuelta a la normalidad es prácticamente similar en
cuanto al tiempo y al modo al tránsito que se observa de la vuelta del
estado de hipnosis al estado normal de conciencia.
6.-Fuera de las crisis furiosas en que emerge la segunda personalidad, la persona lleva una vida completamente normal,
sin que esta patología afecte para nada ni a su trabajo ni a sus
relaciones sociales. El sujeto aparece como una persona perfectamente
cuerda. En todo momento distingue perfectamente entre la realidad y el
mundo intrapsíquico, no observa una conducta delirante.
7.-En algunos casos sí exponen cosas que parecen alucinaciones sensoriales
(concretamente exponen que, esporádicamente, ven sombras, sienten una
difusa sensación extraña en alguna parte concreta del cuerpo u oyen
crujidos). Por el contrario no oyen voces internas, ni sienten que algo
les corre bajo la piel.
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