LOS SICARIOS CHAVISTAS QUE SIEMBRAN EL TERROR EN LA VENEZUELA DE MADURO
Suelen ir en motocicleta, uno conduce y el otro va detrás con un rifle disparando. Los funcionarios gubernamentales hacen negocio con las medicinas,
que venden en las sedes del partido en vez de llevarlos a los centros de
salud. Disparan a quemarropa y aún hay quien los idolatra en España y se postran de hinojos antes ellos.
Sergio Calle Llorens (Venezuela, Especial para PD), 17/03/2014 a las 16:31
Escribir sobre Venezuela es jugarse la vida. Oponerse al régimen
supone entrar en una espiral tan peligrosa que puede acabar con tus
huesos en el cementerio. Y no hay que ser un licenciado en óptica para
ver lo que está aconteciendo en el país desde hace años; violaciones
sistemáticas de los derechos humanos, expropiaciones forzosas,
asesinatos, control de los medios de comunicación, inflación galopante,
desabastecimiento.
Un país dividido en dos bandos; los carceleros y sus víctimas. Esa, y
no otra, es la realidad venezolana que se niegan a ver algunos en
España.
La primera vez que volé a Venezuela me sorprendió el número de
pasajeros nacionalidad cubana que componía aquel extraño vuelo. Casi
todos tenían un aspecto feroz, de soldados viejos curtidos en mil
batallas.
Sin embargo, la sorpresa fue mayúscula cuando en el aeropuerto de
Maiquetía aquellos cubanos fueron recibidos por personal militar del
régimen de Hugo Chávez. A todos y cada uno de ellos se les entregó un
móvil. En cuestión de segundos, estaban dando órdenes a diestro y
siniestro.
Aunque ha pasado algún tiempo desde aquel vuelo de Alitalia, la
imagen siniestra de esos agentes del régimen cubano me parece
premonitoria de todo lo que ha pasado posteriormente en el país
caribeño. Desde los cristales empañados de aquel avión, Caracas, ciudad
metida en aguas y cubierta por una niebla rojiza no podía traer nada
bueno.
Si hay algo de verdad cuando Hugo Chávez llegó al poder en 1999 es
que se rodeó de gente muy competente pero, desgraciadamente, su complejo
de inferioridad y el temor a ser traicionado le llevaron a deshacerse
de esos hombres para colocar, y en puestos estratégicos, a las personas
que le acompañaron en los frustrados golpes del 4 de febrero y 27 de
noviembre de 1992. Desde aquellos lejanos días, el régimen se divide en
dos grupos bien diferenciados:
• Los militares que participaron en esos golpes.
• Las personas que han ido ascendiendo desde el partido.
Maduro tomó el mando tras la muerte de Chávez pero, en realidad, es
Diosdado Cabello el hombre fuerte del régimen. El tipo que mueve los
hilos en la sombra. Empero, los verdaderos jefes son los cubanos.
Pensemos que muchos de los dirigentes chavistas de la actualidad fueron
guerrilleros en los años 60 cuyas formas de lucha meran financiadas por
la Cuba castrista. Ese es el caso de Jorge Rodríguez, quien ha sido
mVicepresidente, Presidente del Consejo Nacional Electoral y ahora es el
Alcalde del Municipio Libertador, gran parte de Caracas.
Y es que no hay nada que se haga en el país sin el permiso de los
hombres de Raúl Castro. Maduro, sencillamente, es un peón en un tablero
de ajedrez que otros controlan. La oposición, aunque dividida, ha olido
perfectamente que las grietas no están tan prietas como cuando vivía el
'Comandante Chávez'. A todo se le une el descontento que tiene muchas y
variadas caras.
Expropiaciones
En realidad, el término expropiación en Venezuela alude a robos
gubernamentales. Y es que no ha habido una tierra altamente productiva
en el país que no haya sido entregada a los chavistas. Barinas,
Portuguesa, Lara, Carabobo, Aragua y el Valle del Turbio.
En este último lugar aledaño a la ciudad de Barquisimeto todas las
haciendas donde se cultivaban grandes cantidades de caña, fueron
"expropiadas". A consecuencia de ello, Venezuela es a día de hoy incapaz
de autoabastecerse y el café se importa de Nicaragua.
En la mayoría de los casos, "las expropiaciones" son forzosas,
especialmente en las zonas alejadas a las ciudades donde la muerte ha
pasado a ser una invitada más. Aquel que no quiere vender, recibe la
visita de los llamados Colectivos que no dudan en enviarles cadáveres en
señal de advertencia. Huelga decir que el exilio venezolano es mmuy
intenso.
En lo que va de año hay más de 3000 muertos y hay más de 1000
desaparecidos. El año pasado se superó la cifra de 27000 muertos. La
inseguridad tanto física como jurídica es tan grande que, como no podía
ser de otra manera, los grandes laboratorios que trabajan el eje
Venezuela- Ecuador- Colombia han trasladado sus sedes a éste último
país. Incluso los productos de exportación de Empresas Mendoza, la
harina de maíz 'Pan', se produce ahora en Colombia.
El asalto a la Sanidad
Si la política de expropiaciones forzosas ha llevado al
desabastecimiento general en las tiendas, el caso de la sanidad tiende a
agravarse. Ni en los hospitales, ambulatorios, ni en ningún centro
asistencial público hay ni medicinas, ni algodón. Todo, absolutamente
todo, lo tienen que llevar los pacientes si quieren ser atendidos.
En los centros privados han tenido que limitar la cirugía porque no
cuentan con material suficiente para llevarlas a cabo. ¿Qué está
pasando? La respuesta es bien simple: los camiones del Poder Popular
para la Salud- Ministerio de Sanidad- en el lenguaje chavista- reciben
la carga de los laboratorios o del puerto, porque no se produce nada en
el país y todo llega de fuera, y en vez de llevarlos a los centros de
salud, los descargan en sus sedes. Desde ahí comienzan a venderlos a
particulares y empresas por el doble o el triple. La semana pasada fui
testigo de esas descargas. A los pocos minutos, un doctor de un hospital
de Barquismeto acudió para comprar jeringas. Los casos de profesionales
de la sanidad comprando a los del PSUV claman al cielo. Incluso padres
desesperados llegan a pagar cifras prohibitivas por medicamentos para
sus hijos.
Represión
El movimiento contra el Régimen de Maduro se ha gestado en las
Universidades donde hay un caldo de cultivo muy fuerte contra los abusos
y la violencia de los bolivarianos. Para controlar las protestas de la
oposición, los chavistas han echado mano de los tupamaros que suelen entrar armados en las instituciones. Sus visitas a las facultades donde se cuece todo, son sonadas.
Son los que básicamente le hacen el trabajo sucio al PSUV. Ellos son
los responsables de haber asesinado a Jesús Enrique Acosta, un
hispano-venezolano que murió en la zona de La Isabelica, cerca de
Valencia- tras haber recibido varios disparos.
Los tupamaros suelen ir en motocicleta, uno conduce y el otro
va detrás con un rifle para disparar a todo lo que se mueva. Matan,
violan y secuestran a opositores a los que lleva a los centros de
tortura: CORE -centros militares regionales regidos por una especie de
Infantería de Marina.
La semana pasada un grupo de estudiantes tachirenses, que se dirigía a
la marcha-protesta, fue interceptado en la autopista Valencia- Caracas
por la guerrillera tupamara. Comenzaron a golpear a diestro y siniestro
para dispersar el grupo. Luego abrieron fuego causando dos muertes entre
los estudiantes. En el autobús iban también algunos miembros del
partido opositor "Voluntad Popular". Una vez más, fui testigo de cómo
los venezolanos están siendo masacrados por su propio gobierno.
Silencio
El silencio informativo gubernamental es brutal en Venezuela. A veces
parece que vivieran en una arcadia feliz y, las pocas noticias que dan
sobre las matanzas y desapariciones, son responsabilidad de la oposición
y de los intentos yanquis de dar un golpe de estado. Mientras en
España, los dirigentes de IU-Andalucía hacen homenajes a Chávez por la
mañana y, por la tarde elevan el grito en el cielo por la muerte de unos
inmigrantes cerca de Ceuta. También hay un ocultamiento de la realidad
venezolana en los medios españoles.
A día de hoy, nadie en el gobierno de Rajoy, ni en la oposición, ni
tan siquiera esos actores comprometidos, según se declaran ellos mismos,
con los derechos humanos, han alzado la voz para denunciar la
sistemática violación de esos derechos que acomete el criminal Régimen
de Maduro. Ese que hoy, día de San Patricio, tiene a la zona este de la
ciudad completamente militarizada. Desde mi ventana llegan los ecos de
las protestas de los estudiantes que están siendo secuestrados en
Altamira. Por una vez, y sin que sirva de precedente, hablar en nombre
de estos héroes anónimos, supone mejorar el silencio cómplice de los
cobardes.
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