En la Escritura “discernir” traduce dos realidades próximas y complementarias:
a) poner a prueba, examinar, estimar, sopesar. Así aparece en Lc. 14, 19:”Acabo de comprar cinco bueyes y voy a probarlos”. 2Cor. 8, 8:
“No os digo esto como una orden, sino para que, a la vista de la
solicitud de los demás, pueda yo comprobar la autenticidad de vuestro
amor”. Esto nos indica que el discernimiento se da en el seno de una
situación que permite manifestarse en sus efectos lo que está todavía
oculto.
b) separar, elegir. Es el arte de juzgar. Así aparece en Mt. 16, 23: “Por la tarde decís:
Va a hacer buen tiempo, porque el cielo está rojizo”. “Sabéis
discernir el aspecto del cielo, pero no los signos de los tiempos”.
En el Nuevo Testamento son abundantes las exhortaciones a que
ejercitemos el discernimiento y los campos indicados para ejercitarlo:
- el estado de la propia conciencia ( 1 Cor. 11,28-29);
- las manifestaciones carismáticas o pro/éticas de la comunidad (1Tes. 5,21),
- los signos de los tiempos (Mt. 16,3; Lc. 12,56);
- la vida corriente en su mezcla de obras de la luz y obras de las tinieblas (Ef. 5,10; Rom. 12, 2);
- el discernir el mal espíritu que se esconde en las doctrinas de algunos pseudoprofetas (1Jn. 4, 1; 2Cor. 11, 1315; Mt. 7,15-20);
- la propia situación a la luz de Dios (Gal. 6,3-4);
- saber lo que es mejor(Flp.l,9-10).
En resumen, se nos exhorta a que comprobemos lo que es la verdadera
voluntad de Dios: qué debemos hacer o evitar, qué doctrina o dirección
aceptar, qué inclinaciones debemos seguir y cuál no.
LOS DISCERNIMIENTOS
* Discernimiento espiritual y discernimiento de espíritus. Parecen la misma cosa y propiamente no lo son. “Discernimiento espiritual”‘ es si actúa a nivel del espíritu, es decir, con la facultad sobrenatural y los dones del Espíritu Santo.
“Discernimiento de espíritus“‘ si
se aplica a distinguir los movimientos o inspiraciones internas del
hombre intentando descubrir su origen y la conducta que hay que seguir
en consecuencia para agradar a Dios.
Por tanto, el discernimiento espiritual sólo puede ser usado por el
hombre espiritual, y cuanto mayor sea la docilidad de la persona al
Espíritu de Dios, tanto mejor será su discernimiento. Así lo expresa
Pablo en Flp.l,9-11.
* Diferentes tipos de discernimiento. No hay más que un discernimiento, porque no hay más que un Espíritu Santo. Es el mismo Espíritu el que está en el sentido común, el que inspira la doctrina de la Iglesia y se deja percibir en las
“mociones” que sentimos en lo más íntimo de nuestra afectividad o de
nuestra inteligencia. De ahí que podemos señalar con el P. Tardif tres
tipos de discernimiento:
I. Discernimiento natural. Se vive gracias al
sentido común, iluminado por la fe, dinamizado por la esperanza,
orientado por el amor. Es el sentido común de los cristianos, es la
sabiduría del pueblo de Dios. Este sentido común tiene en cuenta la
personalidad de cada uno, su temperamento.
2. Discernimiento doctrinal. Es una preparación mas o
menos intuitiva de la conformidad con la revelación de Jesucristo.
“Siento” el acuerdo profundo con la Escritura, la enseñanza de los PP. y
la doctrina de la Iglesia. Se afina a medida que progresa la
familiaridad con la Escritura y el conocimiento de la Tradición.
3. Discernimiento carismático. Aquí la presencia del
Espíritu impregna de paz, quema el corazón, que se ve desbordante de
alegría, de compasión, totalmente descentrado de sí y vuelto
irresistiblemente hacia el Señor y hacia los otros. Ni reflexión sabia,
ni intuición afectiva sabrían justificar este discernimiento que me
invade de súbito y sé que viene de Dios. Me permite dar las “palabras de
conocimiento”, esas pequeñas “revelaciones” inexplicables humanamente
que me hacen decir lo que Dios está a punto de hacer en otro.
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