Así fue la ordenación de Jesús Fernández, nuevo obispo auxiliar de Santiago de Compostela
« … Para evangelizar a los pobres»
-Ecclesia-
En la lluviosa mañana del sábado 8 de febrero, fue la ordenación
episcopal del leonés monseñor Jesús Fernández González, nuevo obispo
auxiliar de Santiago de Compostela
La frase del evangelio según San Lucas «El Espíritu del Señor está
sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para dar la Buena
Noticia a los pobres…» (Lc 4, 18) ha sido la elegida por monseñor Jesús Fernández González
como lema para su ministerio episcopal, recién iniciado. Y a ella se
refirió en su alocución al final de la celebración al pedir «no olvidar»
a «los pequeños, los necesitados, los pobres».
Monseñor Jesús Fernández nació en 1955 en Selga de Ordás (León) y fue
ordenado sacerdote en 1980. Está licenciado en Estudios Eclesiásticos y
en Filosofía. En su diócesis leonesa, ha servido, sobre todo, en la
pastoral parroquial y en la formación sacerdotal, y ha sido vicario
episcopal del Clero y, desde 2010, vicario general. El pasado 10 de
diciembre fue obispo auxiliar de la archidiócesis compostelana y titular
de Rotdon (ecclesia, número 3.706, página 10).
Más de dos mil personas abarrotaron la catedral compostelana, más de
quinientas procedentes de León. Presidió la celebración el arzobispo
local, monseñor Julián Barrio Barrio. Junto a él actuaron como ordenantes principales el nuncio apostólico en España, monseñor Renzo Fratini, y el obispo de León, monseñor Julián López Martín. En total, concelebraron veintiún obispos y unos doscientos sacerdotes, entre ellos el secretario general de la CEE, José María Gil Tamayo.
Desde el otoño de 2002, no había obispo auxiliar de Santiago, una vez que el actual prelado de Tui-Vigo, monseñor Luis Quinteiro Fiuza, que ocupaba el cargo desde 1999, fue nombrado obispo de Ourense.
Celebración
La liturgia incluyó lecturas y cánticos en gallego,
castellano y latín. Un coro especial, formado por noventa personas,
intervino a lo largo de toda la ceremonia, de más de dos horas de
duración, y al término del Rito de la Comunión, y como acción de
gracias, se activó el botafumeiro, que marcó el prólogo del rito final,
momento en el que monseñor Fernández González bendijo a los fieles y
pronunció su alocución. Acabada la Eucaristía, se celebró el tradicional
“besamanos”, mientras se interpretaba al órgano el preludio y fuga en
fa mayor de V. Lübeck (1654-1740).
Tal y como prescribe el ritual romano para la ordenación de los
obispos, esta comienza, tras la proclamación del Evangelio, con el
cántico del “Veni, creator”. Sigue con la presentación del candidato y
la lectura del correspondiente mandato apostólico. El obispo ordenante
principal pregunta a continuación al ordenando acerca de los deberes que
va a contraer con la consagración. Sigue la llamada “súplica litánica”
con la letanía de los santos cantada. Tras ella tiene lugar el momento
central de la celebración: la imposición de manos y la plegaria de
ordenación.
Finalmente el rito se completa con otros significativos y hermosos
gestos: la unción de la cabeza del candidato, la entrega del libro de
los evangelios y de las insignias episcopales (anillo, mitra y báculo)
con sus correspondientes oraciones. Concluido todo ello, se canta el
“Magníficat” y la misa continúa con la liturgia eucarística.
Ya al final de la misa, el nuevo obispo, acompañado por otros dos
prelados (en este caso, el obispo de León y obispo auxiliar de Toledo)
recorre las naves del templo impartiendo la bendición, mientras la
asamblea canta y aplaude.
Homilía
En su homilía, el arzobispo de Santiago aseguró que «toda iniciativa
episcopal» servirá a la «verdadera renovación de la Iglesia» en tanto
«contribuya a mostrar el fascinante esplendor de la verdad y de la
auténtica luz, que es Cristo». Asimismo, consideró que el ministerio
episcopal debe de «alentar la esperanza de quienes, amenazados por mitos
ilusorios y por el pesimismo de sueños que se desvaneces, y afligidos
por las múltiples formas de pobreza, contemplan a la Iglesia como monte
de las Bienaventuranzas».
«Querido hermano Jesús, vienes a una comunidad diocesana en la que
sentirás la necesidad la necesidad de quererla pues te sentirás
profundamente querido por ella», añadió en gallego monseñor Barrio, para
concluir deseando al nuevo obispo auxiliar de Santiago «un ministerio
episcopal largo y lleno de frutos».
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