Ap. 18, 9-18
"Y los reyes de la tierra, que con ella fornicaron y se entregaron al lujo, llorarán el pecho por ella cuando vean el humo de su incendio. Quedándose lejos, por el temor de su tormento, dirán: "¡Ay!, ¡ay!, la ciudad grande, Babilonia, la ciudad poderosa, porque en una sola hora ha venido tu condena".
Los mercaderes de la tierra llorarán y se lamentarán por ella, porque nadie compra ya sus mercaderías: mercaderías de oro, de plata, de piedras preciosas, de perlas, de lino finísimo, de púrpura, de seda, de escarlata; toda madera odorífera, objetos de marfil, todo objeto de las más preciosas maderas, de bronce, de hierro y de mármol; anomo y cinamo, perfumes, ungüento, incienso, vino, aceite, flor de harina y trigo, jumentos, ovejas, caballos, coches, esclavos y seres humanos.
Y
los frutos maduros, por ti ávidamente codiciados, se alejaron de ti, y
todas las cosas delicadas y espléndidas perecieron para ti, y nunca
jamás volverán.
Los
mercaderes de estas cosas, que se enriquecieron a costa de ella, se
quedarán lejos por el temor de su tormento, llorando y lamentándose,
diciendo: -‘¡Ay!, ¡ay!, la ciudad grande, vestida de lino finísimo, de
púrpura y de escarlata, y engalanada de oro, de piedras preciosas y
perlas, pues en una sola hora fue reducida a la nada tanta riqueza.’
Todo
piloto y navegante haciendo escala en cada puerto, los marinos y
cuantos bregan en el mar, se detuvieron a lo lejos y clamaron al ver el
humo de su incendio, diciendo: -‘¿Quién había semejante a la gran
ciudad?’.”
P. Melvin Doucette
Queridos amigos:
Toda la nieve que esperábamos entre el sábado y el domingo no llegó y queda muy poca. ¡Gracias Señor por Tu bondad!
(A
continuación encontraréis el mensaje de Nuestro Señor y Salvador
entregado al Padre Melvin. Jesús le habló con estas palabras:)
“Mi hermano Melvin y todos Mis hermanos, escuchadme cuando os enseño lo que sucede hoy en el mundo.
Como
sabéis, a Babilonia se la conocía como una ciudad grande y próspera en
la antigüedad, pero también como una cueva donde se cometían toda clase
de pecados. Debido a los horrores que sucedían en esa ciudad, el Padre
decidió destruirla. Fue completamente destruida, y eso fue para que la
gente supiera que lo que sucedía allí ofendía terriblemente a Dios.
Hoy
hay muchos lugares que son como Babilonia y veréis en un futuro cercano
lo que el Padre hace con esas ciudades. Os exhorto a todos a rezar por
esas personas, para que dejen de ofender al Padre, regresen y Me
sigan. Si no lo hacen no vivirán mucho tiempo. No sigáis los hábitos
de estas personas porque entonces también vosotros seréis destruidos.
Caminad conmigo y vivid en paz, alegría y amor. Os bendigo a todos.”
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