LA PROFECIA DEL BEATO TOMASUCCIO DE FOLIGNO

¿FUE PROFETIZADA EN EL SIGLO XIV LA LLEGADA DEL PAPA FRANCISCO COMO EL DIGNO PASTOR? 

En el siglo XIV Tomasuccio de Foligno pronunció la profecía de que llegaría un Pastor Digno 12 años después del milenio, o sea después del 2012, que vendrá “más allá de las montañas”, y que renovará la Iglesia, combatiendo a los cismáticos, restaurándola. 

Fuente: Unveiling The Apocalypse

Una profecía interesante sobre un nuevo Papa indica como fecha inicial el año 2012. La hizo supuestamente un monje Franciscano llamado Tomasuccio de Foligno, que vivió entre los años 1319-1377, y que es beato. La profecía se cita en un libro titulado Miscellanea Francescana, editado por M. Faloci Pulignani, que data de 1886.

Terciario franciscano nacido en Valmacinaia (Nocera Umbra). A la edad de 24 años, se retiró a la soledad en Rigali (cerca de Gualdo Tadino)

Él vivió allí bajo la dirección del ermitaño Pietro de Gualdo Tadino. Después de la muerte de Pedro (1367), Tomasuccio continuó su vida de retiro cerca Valdigorgo hasta 1370, cuando se embarcó en una vida como predicador itinerante en Ancona y la Toscana.

Fue como peregrino a Santiago de Compostela, para continuar su predicación itinerante en Génova y Toscana después de su regreso.

En 1373 estuvo de regreso en Umbria, para terminar en Foligno, donde trabajó durante algún tiempo en el hospital de la Santa Trinidad.

Según su biógrafo y discípulo Giusto della Rosa, él murió en septiembre de 1377 (Franciscanum Martyrologium [Roma, 1938]. Se conmemora el 15 de septiembre).

“Uno de más allá de las montañas se convertirá en el Vicario de Dios. Los clérigos y religiosos tomarán parte en este cambio. Fuera del verdadero camino, habrá sólo hombres de dudosa reputación; yo no me encojo de hombros viendo la Barca de Pedro cómo se encuentra en peligro y no hay nadie que preste ayuda…” 

“El cismático caerá en el desprecio de los fieles italianos… ” 

“Alrededor de pasados doce años del milenio será cuando el resplandeciente manto de poder legítimo salga de las sombras en que se mantenía, por el cisma. Los daños de aquél que bloquea la puerta de la salvación, por su cisma y engaños, han llegado a su fin. Y la multitud de los fieles se someterán inmediatamente al Digno Pastor, quien tendrá que sacar todos los errores y restaurar la Iglesia en su belleza. Él la renovará.”

Por supuesto, el aspecto más interesante de esta profecía es el hecho de que apunte a la época del Segundo Pentecostés a doce últimos años del milenio – el año 2012.

Teniendo en cuenta que lo anterior profecía predice la aparición del Digno Pastor  para restaurar la Iglesia doce años después de la vuelta del milenio, por lo tanto, parece sugerir que la fecha coincide con el pontificado de Francisco.

La profecía dice explícitamente que la Iglesia se renovará a partir de esta fecha, y que esto marca el comienzo del regreso de los cismáticos a la Iglesia en el Segundo Pentecostés, bajo el liderazgo del Pastor Digno.

Y aquí hay un dato interesante a considerar, porque Francisco ha acercado nuevamente a la Iglesia a los sectores más de izquierda y progres, comenzando con los de la Teología de la Liberación. En cambio, se ha alejado de los sectores más conservadores.

Por otro lado, y es el dato más relevante, que vendrá “más allá de las montañas”, queriendo significar con esto que no será cercano geográficamente a Roma, lo cual coincide con la procedencia de Francisco, que es el primer papa sudamericano, o sea más allá del océano.

Es también de interés es el hecho de que la profecía del Digno Pastor también describe a la Iglesia como la barca de San Pedro que ha sido maltratada por las tormentas durante este período, lo cual es parecido al Sueño de San Juan Bosco de Los Dos Pilares, que fue relatado años después. .

Y además es interesante que el Papa Benedicto XVI abordó este tema de la Iglesia como la barca de San Pedro durante sus reflexiones sobre la Novena Estación en su camino de la dirección de la Cruz en el año 2005 – donde una vez más hizo alusión a las visiones de Santa Hildegard de Bingen, que representa a la Iglesia como raída y con suciedad antes del período de renovación.