La verdadera causa de todos los
males y desgracias de los hombres, proviene del pecado. Cuanto más aumenta el
pecado en la humanidad, tanto más la naturaleza y todas las criaturas se vuelven
contra el hombre para darle un justo escarmiento.
Por eso es que vemos en el mundo
tantos desastres climáticos, huracanes, tormentas, rayos, y también accidentes
de todas clases que sepultan en el más allá a buenos y malos. Todo esto no
sucede sino por el aumento del pecado de los hombres, por justificarlo y
llevarlo a la práctica ya sin reparos.
Satanás sabe muy bien que si logra
llevar a la humanidad al límite del pecado que él quiere, entonces los castigos
no se harán esperar, porque Dios no puede dejar impune tanta
maldad.
Pero no veamos estos castigos que
se van sucediendo como un mal, sino más bien como un bien, pues ellos nos
alertan para que reaccionemos y al menos nos convirtamos de nuestra mala
conducta y nos salvemos, porque si Dios permite el mal, siempre es para obtener
un bien.
Hay un dicho que dice: “Dios
perdona siempre; el hombre, a veces; la naturaleza, nunca”, y por eso es que
vemos que parecería como que los elementos se están desencuadernando, en espera
del hombre de pecado, el Anticristo, que llevará al colmo la maldad, el
pecado.
Aún queda una posibilidad de
salvación si la humanidad vuelve a Dios, si se convierte de su mala conducta.
Así que todo lo que hagamos en pos de ello, será trabajar por el bien de la raza
humana.
¡Ave María
purísima!
¡Sin pecado
concebida!
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