jueves, 13 de febrero de 2014

SALMO 17




CONFIANZA DEL JUSTO EN EL JUICIO DE DIOS
Súplica de un inocente perseguido o injustamente acusado, que apela al tribunal de Dios. Afirma su inocencia y acusa a los enemigos, pide al juez que examine la causa y pronuncie sentencia y la ejecute. Durante la noche, hasta la hora de la sentencia, goza del asilo del templo, por la mañana será admitido a la presencia de Dios. El patrón judicial explica coherentemente muchos datos; con todo, algunos proponen una lectura en clave militar: el jefe, acosado y amenazado, pide auxilio al Señor. Los comentaristas antiguos dicen: voz de Jesucristo en la pasión, de la Iglesia en la persecución. Y el verso final lo aplican a la resurrección. 
[L. Alonso Schökel] 
-MariamContigo-


"Te amo, Señor, mi fortaleza, mi liberador... 

"En mi angustia, llamé, grité, y él escuchó mi voz... 

"Tú salvas al pueblo de los humildes y abates los ojos altivos... 

"Te alabaré entre los pueblos, Señor, celebraré tu nombre... 

Pero... ¡Cuántos pensamientos extraños a nuestra cultura, y que a primera vista, nos desconciertan!, ejemplo... 

"Una humareda sale de sus narices. . . (se trata de Dios, ¡comparado a un toro furioso que se lanza sobre cualquier cosa que se pone delante de él!). 

"De su boca, un fuego devorador... 

De un querubín hace su cabalgadura... (¡qué Dios tan raro!). 

"Lanza flechas en todo sentido, lanza rayos... (las alusiones a antiguas mitologías de dioses con rayos en sus manos son evidentes). 

"Persigo a mis enemigos, los abato, caen a mis pies... Piden un salvador; nada viene. Los barro como la basura de las calles... 

Dios me da el desquite... (¿qué Dios es este?). 

La vida es un gran combate, Dios es nuestro aliado y seremos victoriosos. 

Ya hemos dicho que los judíos cantaban este salmo pensando en los combates escatológicos del "descendiente de David" que debía venir. 

En hebreo, la palabra "extranjeros" es lo mismo que decir "falsos dioses". No traicionamos absolutamente el texto, cuando detrás de las palabras "enemigos", "agresores", ponemos "todas las potencias del mal". ¿Quién de entre nosotros no está oprimido por la enfermedad, el pecado, la muerte, la perversidad y el egoísmo, duras limitaciones, injusticias personales y colectivas? No dudemos un momento, recitemos este salmo: "persigo a mis enemigos en retirada, extermino a mis rivales... Se rinden...". No nos contentemos con exclamar esta oración en el fondo del corazón: combatamos con Jesús, hasta el día en que "no habrá más lágrimas, ni duelo, ni sufrimiento, ni pecado...". 

"Te amo, Señor, mi fortaleza. Sí, te amo. ¡Sé Tú mi única fortaleza!". 












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