Oportunidades para la gracia.
Muchas veces nos preguntamos
por qué Dios permite que nos pasen determinados males y permite que el
demonio nos tiente. Y la respuesta es que son pruebas para que crezcamos
en fe y santidad
Fuente: Catholic Exchange
El Catecismo Católico cita a Orígenes:
“Dios no quiere imponer el
bien, quiere seres libres [...] En algo la tentación es buena. Todos,
menos Dios, ignoran lo que nuestra alma ha recibido de Dios, incluso
nosotros. Pero la tentación lo manifiesta para enseñarnos a conocernos, y
así, descubrirnos nuestra miseria, y obligarnos a dar gracias por los
bienes que la tentación nos ha manifestado (Orígenes, De oratione, 29, 15 y 17)”
Aprendemos lecciones valiosas por las batallas interiores que los
discípulos de Cristo sufren para ganar el necesario conocimiento de uno
mismo y de Dios. La herida del pecado original
nos exige estar activos y vigilantes contra las obras del diablo que
operan en y por el pecado. Si adoramos cualquier cosa distinta a la
Santísima Trinidad (un pecado contra el primer mandamiento) nos volvemos
vulnerables a un aumento de la influencia demoníaca.
La verdad es que muchos de nosotros hemos erigido ídolos en nuestras
vidas que incluyen personas, lugares o cosas. Estos se convierten en más
importantes que nuestra adoración y amor de Dios. La forma en que
gastamos nuestro tiempo, talento o tesoro revela a qué o a quién
apreciamos más en nuestra vida.
Prudencia: La virtud de la prudencia dispone la razón práctica
para discernir nuestro verdadero bien en todas las circunstancias y
para elegir los medios adecuados para alcanzarla. Es considerada como la
auriga de las virtudes (1806). Cultive la virtud de la prudencia.
Gracia: Sin la gracia de Dios, los hombres no sabrían cómo
discernir (1889). Ore por la gracia y el carisma del discernimiento de
espíritus.
La sabiduría divina: La ley moral es obra de la sabiduría
divina. El significado bíblico se puede definir como la instrucción
paterna (la pedagogía de Dios). Prescribe al hombre los caminos, las
reglas de conducta que llevan a la bienaventuranza prometida; muestra
los caminos del mal, que se apartan de Dios y de su amor (1950). Ore
para el regalo de la sabiduría.
El Evangelio: La buena nueva de Cristo renueva continuamente
la vida y la cultura del hombre caído; combate y elimina los errores y
males que brotan de la seducción, siempre amenazadora, del pecado.
Purifica y eleva sin cesar las costumbres de los pueblos. Con las
riquezas de lo alto fecunda, consolida, completa y restaura en Cristo,
como desde dentro, las bellezas y cualidades espirituales de cada pueblo
o edad. (2527). Tomar en serio la Palabra de Dios.
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