JUDIOS NOTORIOS CONVERTIDOS AL CATOLISISMO
La conversión es un encuentro
personal con Cristo, en el que se compromete toda la persona y toda la
vida futura. Eso supone dejar muchos valores, muchas cosas preciosas por
otras que se descubre que son mejores. A veces, supone un proceso
mental largo y doloroso en el que hay que reajustar todos los valores
y esquemas mentales con los que uno ha vivido tranquilamente durante
años. Con frecuencia, se dan muchos casos de personas que llegan a
convencerse de la verdad de la fe católica, pero no son capaces de
renunciar a sus comodidades y seguridades.
Fuente: “Ateos y Judíos convertidos a la Fe Católica” del Padre Ángel Peña O.A.R. Lima Perú 2005
Convertirse, en una palabra,
puede significar dejarlo todo y comenzar una vida nueva, lo que da un
poco de miedo, sobre todo, cuando uno ya ha llegado a la madurez, y es
más difícil cambiar de vida. Por eso, para convertirse hace falta mucha
dosis de fe y de confianza en Dios para dar el salto al vacío sin
importar el qué dirán, sino queriendo obedecer la voluntad de Dios.
Porque llevar una doble vida y disimular las propias ideas religiosas sería un martirio del corazón y una infidelidad a Dios.
Ciertamente, la fuerza de Dios y
su gracia son poderosas para poder superar todas las dificultades. Por
eso, hay muchos que, a pesar de todo, se arriesgan y se convierten,
aunque este paso, en algunos casos, requiere años de reajuste y de
convencimiento gradual.
Evidentemente, cada conversión
es un caso particular. No hay dos conversiones iguales. En algunos
casos, la irrupción de Dios es de un modo excepcional y milagroso. Las
personas se convierten instantáneamente. En otros el proceso es lento y
doloroso.
HERMANN COHEN (1820-1871) fue un famoso músico y
pianista judío, nacido en Hamburgo (Alemania), aunque vivió casi toda su
vida en Francia. Desde niño fue considerado como un niño prodigio de la
música, pero sus triunfos musicales hicieron de él un joven caprichoso e
inmoral. Escribe en su Diario: Las lecciones de música me
proporcionaban dinero
y el dinero me proporcionaba placeres. Mi vida fue entonces el abandono
completo a todos los caprichos y a todas las fantasías ¿Era más feliz?
No, Dios mío, la sed de felicidad que me abrasaba no se saciaba con esto.
TEODORO DE RATISBONA nació en 1802. Era hijo de un banquero judío de Estrasburgo y consideraba al cristianismo como una especie de idolatría. Escribe: ¡Cuántos combates tuve que sostener contra mis prejuicios y mis
repugnancias anticristianas! ¡Más que dificultades de orden intelectual
eran las torturas de una conciencia judaica las que había de superar!
¡Yo creía en Jesucristo, pero no podía invocarlo ni pronunciar su
Nombre! ¡Tan profunda e inveterada es la aversión que sienten los judíos
hacia Él!
ALFONSO MARÍA DE RATISBONA (1814-1884) es hermano del
anterior y es otro gran judío convertido. A los quince años había
sufrido al ver convertirse a su hermano Teodoro, que al poco tiempo se
hizo sacerdote. A los veintiocho años, siendo un banquero exitoso,
anticristiano y sólo preocupado de las cosas y placeres del mundo,
acepta el reto de su amigo católico, Teodoro de Bussières, de llevar la
llamada medalla milagrosa y rezar cada día la oración Acordaos a la
Virgen María (compuesta por san Bernardo). En esos días, estaba en Roma a
punto de casarse. Entra con su amigo a la iglesia Sant’Andrea delle
Fratte de Roma y ocurre el milagro. Mientras miraba la iglesia, desde un
punto de vista artístico, se le aparece la Virgen María.
HENRI BERGSON (1859-1941) ha sido el mejor filósofo
francés. Su camino hacia la Iglesia lo hizo desde el materialismo
científico y ateo hasta encontrar a Cristo como plenitud de la fe judía
en la Iglesia. Sus libros La evolución creadora y Las dos fuentes de la
moral y de la religión, marcaron su descubrimiento de la existencia del
alma y de lo espiritual. No llegó a ser bautizado públicamente por no
querer traicionar a sus hermanos judíos en tiempos de persecución, pero
era totalmente católico de corazón. En su testamento, escrito el 8 de
febrero de 1937, dice así: ¡Mis reflexiones me han llevado cada vez más
cerca del catolicismo, donde yo veo el cumplimiento total del judaísmo.
Me habría convertido, si no hubiera visto que se prepara una formidable
ola de antiseminismo. Yo he querido quedarme entre los que serán
perseguidos. Pero yo espero que un sacerdote católico querrá, si el
cardenal arzobispo de París lo autoriza, venir a orar ante mis restos.
En caso de que no sea posible esta autorización, habría que dirigirse a
un rabino sin ocultarle y sin ocultar a nadie mi adhesión moral al
catolicismo así como el deseo manifestado por mí de tener en primer
lugar las oraciones de un sacerdote católico.
EDITH STEIN (1891-1948) nació en Breslau, Alemania,
en 1891. Era de familia judía. Destacó en el colegio y fue a Göttingen a
estudiar filosofía. Allí conoció a Husserl y quedó deslumbrada por la
nueva fenomenología. En 1914, en tiempo de la primera guerra mundial, se
apuntó como enfermera voluntaria. La enviaron a un hospital austríaco.
Atendió a soldados con tifus y heridas de toda clase, recibiendo la
medalla al valor por su trabajo
en el hospital. Con el tiempo, algunas conversiones de amigos suyos le
impresionaron y empezó a leer obras sobre el cristianismo.
MAX JACOB (1876-1944) fue un gran pintor y poeta de
familia judía. Su juventud estuvo llena de desórdenes y placeres, pero
en el interior de su alma estaba insatisfecho consigo mismo y buscaba,
como por intuición, un mundo espiritual. Y Dios le sale al encuentro.
Dice así: Era el 7 de setiembre de 1909. Al volver de la Biblioteca nacional,
he dejado mi cartera, he buscado mis zapatillas y, al volver la cabeza,
había alguien delante de la pared. Sí, había alguien. Mi carne se ha
desplomado en tierra. El cuerpo celeste estaba sobre la pared de la
alcoba. ¿Por qué, Señor? ¡Oh, perdóname! Se hallaba en un paisaje que yo
había dibujado hace tiempo… pero Él ¡qué belleza, qué elegancia y
dulzura! ¡Sus hombros, su andar! Llevaba una túnica de seda amarilla con
adornos azules. ¡Se ha vuelto y he visto su rostro apacible,
resplandeciente!.
RAPHAEL SIMON, siquíatra judío, nacido en 1907 en Nueva York. En el escrito sobre su conversión, titulado The road to Damascus (El camino a Damasco), dice: Un día, abrí el Nuevo Testamento y leí: “No os inquietéis por vuestra
vida, qué comeréis ni por vuestro cuerpo con qué os vestiréis. Mirad
las aves del cielo, que no siembran ni siegan ni tienen graneros y
vuestro Padre celestial las alimenta… Buscad primero el reino de Dios y
su justicia que todo lo demás se os dará por añadidura” (Mt 6, 24-34).
Aquí estaba la respuesta de Dios a mis atormentadas preguntas. Una gran
paz me invadió. Y decidí dedicar todos los días cierto tiempo para la
lectura del Nuevo Testamento… Se me habían abierto los ojos del alma, al
descubrir cuán digno de amor es Jesús. Él era verdaderamente el hijo de
Dios y había venido a la tierra en forma
carnal, habiendo tomado la naturaleza humana en el seno de la Virgen
María. Yo había llegado al convencimiento de la divinidad de Jesucristo.
Mi origen judío no era ningún obstáculo. ¿No fue su fundador
Jesucristo, un judío? ¿No fueron judíos su madre y sus apóstoles? ¿No se
formó con judíos la primera comunidad de Jerusalén?… Después de recibir
mi bautismo el 6 de noviembre de 1936, encontré en abundancia todo
aquello que había esperado. En la Iglesia hallé lo que faltaba en el
moderno judaísmo. Dios vivía en medio de su pueblo, los semitas
espirituales.
Al final de su vida, se hizo sacerdote y religioso cisterciense.
KENNETH SIMON, médico y científico judío, nació en 1909.
Escribió su historia y conversión en el libro The glory of the people
(La gloria del pueblo). Se hizo sacerdote en la Trapa de Nuestra Señora
del Valle en el estado norteamericano de Rhode Island.
RENÉ SCHWOB (1895-1946) escribió su conversión en el libro Yo judío. En su otro libro Lourdes, ciudad de oración habla de su gran amor a María.
JEAN JACQUES BERNARD (1888-1972), escritor y
dramaturgo francés de familia judía. Cuando fue detenido en diciembre de
1941, no era todavía católico, pero en el campo de concentración
encontró a Cristo a través de auténticos cristianos y, entonces, se dio cuenta
de que Cristo es la culminación del judaísmo, que, en vez de alejarlo
de su pueblo, lo había acercado más a él. Dice: Un judío es un hombre de
la raza de Cristo, de la raza de la madre de Cristo. Y démonos cuenta
también de que un cristiano es un hombre que lleva a Cristo en sí.
Cristo se perpetúa sobre la tierra en cada cristiano. Así, un judío que
llega a ser cristiano, completa en sí toda una evolución; compensa en
cierta medida, la ceguera de aquellos que no han reconocido al Dios
anunciado. Y esto exige que un judío hecho cristiano, hecho Cristo sobre
la tierra, podrá ser crucificado por los hermanos aún extraviados,
aunque él, en su corazón cristiano, no dejará de amarles y de rezar por
ellos… Nunca repetirá bastante que el Dios de Israel es nuestro Dios,
los profetas de Israel son nuestros profetas y los salmos de Israel
impregnan toda nuestra liturgia. El cristianismo se asienta en el
judaísmo; igual que una encina echa raíces en el suelo donde fue plantada su simiente…
EUGENIO ZOLLI (1881-1956) nació en 1881 en Polonia. En 1904 va a Viena a seguir la carrera de rabino, fiel a la tradición familiar, ya que por vía materna se habían sucedido rabinos por más de dos siglos. En 1913 se casa con Adela Litwak, una judía polaca muy religiosa, que muere en 1917, dejando una hija: Dora. En 1920 es nombrado jefe rabino de Trieste (Italia) y, ese mismo año, se casa con Emma Majonica, de la que tuvo otra hija: Myriam. En 1933 adquiere la ciudadanía italiana y se cambia el apellido Zoller por Zolli. Fue nombrado profesor de lengua y literatura hebraica en la Universidad de Padua.
KARL STERN (1905-1975), de familia judía, nació en
Alemania, pero pudo huir, cuando comenzaron las persecuciones contra los
judíos por los nazis. Su proceso de conversión comenzó poco a poco,
cuando estaba trabajando en el Instituto de Siquiatría de Munich. Por
las noches, se reunía a estudiar la Biblia con una mujer católica, Frau
Flamm, y una pareja de esposos japoneses, los Yamagiwa, que eran
protestantes. Un día de diciembre de 1933 fue por primera vez a una
iglesia católica a oír el tema Judaísmo y cristianismo, que iba a ser
dictado por el cardenal de la ciudad. Esto tuvo un efecto muy positivo.
BERNARD NATHANSON, considerado el rey del aborto, porque había dirigido la clínica abortista más grande del mundo en Nueva York, era de familia judía, aunque había perdido la fe y era prácticamente ateo.
En su libro autobiográfico La mano de Dios, nos cuenta su conversión.
JERI WESTERSON, periodista, escritora y novelista. Dice
sobre su conversión: Yo era judía, pero sólo de nombre. Me consideraba
atea y actuaba como tal, pero crecí en la tradición del judaísmo
americano…
JEAN MARIE LUSTIGER, nacido en París en 1926 de familia
judía, originaria de Polonia, relata en su libro La elección de Dios
los recuerdos de su infancia y juventud hasta su conversión al
catolicismo. También responde a una serie de preguntas que le hacen los
periodistas, Missika y Wolton, escéptico uno y agnóstico el otro
respectivamente.
MARTIN K. BARRACK escribe sobre su conversión: Yo nací en una familia judía. Cristo y los católicos eran las cosas más lejanas de mi mente. Conocí a Irene, una católica fervorosa, y me casé con ella. Durante los siguientes veinte años, ella vivió como católica y yo como judío. Yo la llevaba a misa los domingos, cuando hacía mal tiempo, y ella me preparaba cariñosamente comidas judías en las fiestas. Un día, cuando yo tenía 43 años, caminaba hacia un centro comercial, cuando sentí una paz muy grande según me acercaba a la iglesia católica cercana, y una voz interior me decía: “Yo te amo, siempre te he amado. Ven a casa…” Cuando pasé la iglesia, el sentido de paz disminuyó.
PADRE JOSÉ CUPERSTEIN es un amigo personal. Él me manifestaba así su testimonio:Yo soy de familia judía y practicaba la religión judía. Estaba casado
y tengo dos hijos. Después de algunas desavenencias con mi esposa,
decidimos divorciarnos y yo le di el libelo de repudio según nuestra
religión. El 24 de setiembre de 1982, fui a cenar a un restaurante en
compañía de mis padres. Este restaurante Agua viva estaba dirigido por
unas laicas consagradas. A la entrada, me impactó una linda imagen de
María y, por un impulso interior, le pedí que ayudara a mi padre
enfermo. Al final de la cena, las hermanas cantaron el Ave María y esto
me emocionó. Aquí comenzó el proceso de mi conversión, pues la Virgen
Santísima me concedió lo que le pedí y, a partir de entonces, todos los
meses le llevaba flores para su imagen.
SOR MARY OF CARMEL me contaba su conversión en una
carta personal. Me escribía así: Yo nací en Londres, en una familia
judía. A los 11 años, mis padres me enviaron a estudiar a una escuela,
regentada por unas religiosas católicas. Un día, una amiga católica me
invitó a visitar la capilla del colegio y, al entrar, instantáneamente,
sin pensarlo, sentí, con una fuerte claridad, que allí en el sagrario,
que yo llamaba Box (caja), allí estaba Dios. No sabría explicarlo, pero
esto mismo me pasó en las dos siguientes iglesias católicas que visité.
Entonces, me di cuenta de que la Iglesia católica tenía la presencia de
Dios y que yo debía hacerme católica y ser religiosa como las hermanas
de mi colegio.
Ojalá aprendamos nosotros de los judíos convertidos ese amor a
Jesucristo como Mesías, como Dios y Señor, a quien debemos entregar
nuestra vida entera con todo lo que somos y tenemos. Jesús quiere
transformarnos en sus testigos y predicadores de su Palabra a través del
mundo. ¿Estás dispuesto? Él te necesita.
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