Si Cristo no resucitó, vana es nuestra fe,
dice el Apóstol. Y hoy, por muchos, incluso dentro de la misma Iglesia Católica,
es negada esta verdad de fe: que Cristo resucitó.
Tengamos cuidado porque el racionalismo es
una peste que lo corrompe todo, y así se va metiendo en nosotros incluso sin que
nos demos cuenta. Por eso el Señor ha dicho en su Evangelio que debemos hacernos
como niños, que creen fácilmente en lo que le dicen sus mayores. Y si bien a
veces los mayores mienten, incluso con buenas intenciones; debemos saber que
Dios no miente, y que lo que nos ha dicho y transmitido en su Palabra, es
verdadero, y por eso tenemos que fiarnos de Él.
El Señor ha resucitado realmente y en este
misterio descansa toda nuestra fe católica. Porque la herencia del pecado era la
muerte, corporal y espiritual, material y eterna. Pero cuando Cristo resucita,
es señal de que la muerte ha sido vencida y que todos los hombres, al fin del
mundo, resucitaremos; unos para eterna vida, y otros para la confusión
eterna.
Nos suele pasar que decimos que creemos
estas verdades de la Fe, pero a veces vivimos como si no las creyéramos. Porque,
por ejemplo, si creyéramos firmemente que al fin del mundo habrá un Juicio Final
en que TODO quedará descubierto a la faz del mundo, no viviríamos engañando y
siendo hipócritas, ni obteniendo ganancias dudosas en los negocios y demás,
porque estaríamos convencidos de que todo lo que hoy hacemos en secreto, un día
quedará descubierto ante el universo entero.
Y cosas como éstas nos suceden siempre,
que decimos creerlas, pero vivimos como dormidos, como soñando, y creyendo que
“quizás a mí no me toque”, o también, “quizás no sea tan grave lo que hago, ni
se descubra algún día”. ¡Cuidado!, porque estamos viviendo una fe teórica pero
no práctica, y somos ateos prácticos, porque decimos que creemos, pero luego, en
los hechos, negamos lo que creemos.
Pero a veces es porque somos un poco
necios, y no pensamos las cosas. Hagamos como hacían los Santos, que noche y día
pensaban que tendrían que dar cuenta hasta de la mínima acción, hasta de la
menor palabra, ante Dios y el mundo todo, y entonces sí que obraremos
bien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
GRACIAS POR TU COMENTARIO, PRONTO ESTAREMOS COMUNICANDONOS CONTIGO...
CON AMOR, MARIAM...