Érase una vez un reino que sufría el ataque continuo de ogros, brujas
y dragones. Solo podían defenderse con la valentía de sus soldados,
pues desde la muerte del gran mago, nadie había sido capaz de leer los
hechizos del libro mágico. Estos eran muy poderosos, pero tan
peligrosos, que un pequeño error en su pronunciación podría ser
terrible. Por eso el mago antes de morir protegió el libro con la más
difícil de las palabras salvajes, que son aquellas que nunca antes han
sido bien leídas. Esperaba así encontrar un digno sucesor, alguien capaz
de utilizar la magia sin hacer daño.
Por eso desde pequeños los niños de aquel reino podían elegir entre
prepararse para ser soldados o magos. Pero mientras el entrenamiento de
los soldados estaba lleno de ejercicio y aventuras desde el primer día,
el de los magos obligaba a estudiar y leer durante mucho tiempo antes de
enfrentarse al gran libro y su palabra salvaje. Y de los pocos que
terminaron su preparación, ninguno consiguió leer y comprender
correctamente aquella misteriosa palabra.
Marko era uno de los niños que debería elegir aquel año. Como la
mayoría, solo pensaba en ser soldado. Pero justo el día anterior a su
decisión, el reino sufrió un terrible ataque y pudo ver cómo el enemigo
derrotaba con facilidad incluso a los soldados más fuertes y valientes. A
pesar de que cada vez había más y mejores soldados, nunca habían estado
tan cerca de perder la guerra. Hacía falta un gran cambio, y Marco
comenzó por él mismo: se prepararía para ser mago. El primero en
intentarlo en años.
Tal y como esperaba, el comienzo fue difícil. Aprender letras que no
significaban nada. Luego juntarlas sin ver ningún resultado. Después
crear las primeras palabras, tan fáciles de decir que las sabría hasta
un bebé, pero mucho más difíciles de leer. Hasta que finalmente, cuando
comenzaba a desanimarse, empezó a comprender frases y palabras, y pudo
leer sus primeros libros, y consiguió el acceso a la gran biblioteca.
Allí encontró muchos libros que ya no eran cosa de bebés. Hablaban de
cosas más bonitas y sorprendentes, de las que nada sabían los niños de
su edad que se preparaban para las batallas. Y hablaban también de
batallas, de las que Marko leyó tanto que se convirtió en un experto. En
aquellos libros aprendía tantas cosas, que no paraba de leerlos uno
tras otro. Y Marko, siendo apenas un niño, empezó a darse cuenta de que
sus libros le estaban convirtiendo en uno de los mayores sabios del
reino. Pronto comprendió que nadie había sustituido al gran mago porque
estaban tan ocupados aprendiendo a luchar que apenas dedicaban tiempo
para aprender a leer correctamente. Y pensó que había llegado el momento
de enfrentarse a la palabra salvaje.
Hacía años que nadie lo intentaba y todos acudieron emocionados a la gran plaza. Marko abrió el libro y por fin vio la palabra:
“Hiktrikostakuntijagoni“.
Marko reconoció la palabra inmediatamente y sonrió de oreja a oreja
¡Qué fácil! ¡Y qué listo había sido el mago! Aquella palabra no
significaba nada por sí misma. Solo era el título de uno de los libros
más raros y escondidos que había en la biblioteca, uno que le había
encantado a Marko. Un libro lleno de palabras raras que explicaba las
mejores técnicas de lucha contra ogros, brujas y dragones, con sus
puntos débiles y todo lo necesario para derrotarlos fácilmente. Marko
corrió a buscarlo a la biblioteca y descubrió un mensaje oculto en su
última página:
“Yo, el Gran Mago, te nombro a ti, seas quien seas, mi sucesor. Y
comparto contigo el mayor de mis secretos: nunca fui mago. Todo el poder
que tuve vino de lo que aprendí en estos libros, como lo has hecho tú.
Este libro solo completa ese poder ayudándote a parecer mágico, pues los
brutos soldados no seguirían a un simple sabio, pero sí a un poderoso
mago.”
Marko comprendió entonces para qué servían todas aquellas palabras
raras. No eran más que falsos hechizos, un simple truco para conseguir
un líder sabio.
Y así fue como Marko, el mago que nunca fue mago, llegó a dirigir a
los soldados del reino hacia la victoria, y a vivir mil y una aventuras
gracias a la sabiduría que descubrió en los olvidados libros de una
biblioteca.
-P.P.S.-
"Para conocer sabiduría y disciplina; para comprender los dichos de inteligencia: para adquirir disciplina y enseñanza, justicia, derecho y equidad; para dar sagacidad a los ingenuos y a los jóvenes conocimiento y prudencia. El sabio oirá y aumentará su saber, y el entendido adquirirá habilidades. Comprenderá los proverbios y los dichos profundos, las palabras de los sabios y sus enigmas."
Prov. 1,2-6
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