CAMINO A EMAÚS
Lc 24,13-35
Hoy el Evangelio nos asegura que
Jesús está vivo y continúa siendo el centro sobre el cual se construye
la comunidad de los discípulos. Es precisamente en este contexto
eclesial —en el encuentro comunitario, en el diálogo con los hermanos
que comparten la misma fe, en la escucha comunitaria de la Palabra de
Dios, en el amor compartido en gestos de fraternidad y de servicio— que
los discípulos pueden realizar la experiencia del encuentro con Jesús
resucitado.
Los discípulos cargados de tristes pensamientos, no imaginaban que aquel desconocido fuese precisamente su Maestro, ya resucitado. Pero sentían «arder» su corazón (cf. Lc 24,32), cuando Él les hablaba, «explicando» las Escrituras. La luz de la Palabra disipaba la dureza de su corazón y «sus ojos se abrieron» (Lc 24, 31).
El icono de los discípulos de Emaús nos sirve para guiar el largo camino de nuestras dudas, inquietudes y a veces amargas desilusiones. El divino Viajante sigue siendo nuestro compañero para introducirnos, con la interpretación de las Escrituras, en la comprensión de los misterios de Dios. Cuando el encuentro se vuelve pleno, la luz de la Palabra sigue a la luz que brota del «Pan de vida», por el cual Cristo cumple de modo supremo su promesa de «yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).
El Papa Benedicto XVI explica que «el anuncio de la Resurrección del Señor ilumina las zonas oscuras del mundo en el que vivimos».
P. Luis PERALTA Hidalgo SDB (Lisboa, Portugal)
Los discípulos cargados de tristes pensamientos, no imaginaban que aquel desconocido fuese precisamente su Maestro, ya resucitado. Pero sentían «arder» su corazón (cf. Lc 24,32), cuando Él les hablaba, «explicando» las Escrituras. La luz de la Palabra disipaba la dureza de su corazón y «sus ojos se abrieron» (Lc 24, 31).
El icono de los discípulos de Emaús nos sirve para guiar el largo camino de nuestras dudas, inquietudes y a veces amargas desilusiones. El divino Viajante sigue siendo nuestro compañero para introducirnos, con la interpretación de las Escrituras, en la comprensión de los misterios de Dios. Cuando el encuentro se vuelve pleno, la luz de la Palabra sigue a la luz que brota del «Pan de vida», por el cual Cristo cumple de modo supremo su promesa de «yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).
El Papa Benedicto XVI explica que «el anuncio de la Resurrección del Señor ilumina las zonas oscuras del mundo en el que vivimos».
P. Luis PERALTA Hidalgo SDB (Lisboa, Portugal)
Gracias, Señor, por buscarme,
por no dejarme solo en el camino. Me conoces y
sabes que soy presa fácil del desánimo y del abatimiento
y me cuesta mucho reconocerte en mi oración. Ilumina mi
mente y mi corazón para que sepa descubrirte y experimente
esa cercanía que me llena de paz y amor.
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