El nombre de Anticristo para muchos es terrorífico, pero el terror no puede nublar la inteligencia humana. Anticristo significa etimológicamente dos cosas: primera, alguien que va en contra de Cristo; segunda, alguien que trata de suplantar a Cristo.
El primero en acuñar el término de Anticristo fue el apóstol Juan quien en su primera carta (2, 18) dice: “Habéis oído que ha de venir el Anticristo y ahora muchos se han vuelto Anticristo”. En el Evangelio de Juan, Jesucristo le llama el “otro”: “He venido en nombre de mi Padre y no me recibisteis pero vendrá otro en su propio nombre y a ese sí lo recibiréis” (5, 43).
Pablo en su Segunda Carta a los de Tesalónica identifica a este
personaje como “el hombre de pecado”, “el hijo de la perdición”, “el
ánomos” – el hombre sin ley. El profeta Daniel en sus visiones
escatológicas le denomina “el devastador”, “el desolador” (9, 27).
El Anticristo es un ser diabólico, pero totalmente diferente de Satanás,
un ser del que sabemos algunas cosas ciertas, más de las que muchos
suelen creer. Sabemos – como nos lo revela la carta
de Juan – que han existido varios anticristos, desde el tiempo de los
apóstoles hasta los días de hoy, y se cerrará esta serie con los
anticristos principales, los que denomina el Apocalipsis como la “bestia
del mar” y la “bestia de la tierra” (13) sin llamarles anticristos,
pero toda la tradición cristiana les ha dado siempre ese nombre. Por
tanto, si hubo anticristos en estos dos mil años, los dos principales y
más importantes aparecerán al final de los tiempos, es decir, dentro de
un corto periodo de tiempo. Así pues, no solamente es lícito sino obvio
deducir que la sucesión de anticristos ha sido prácticamente continua
desde los apóstoles hasta nosotros.
Luis Eduardo López Padilla
Nerón
Como ejemplos de alguien que va en contra
de Cristo tenemos innumerables desde la edad antigua, encabezados por
Nerón que desplegó una horrenda y terrible persecución contra los
cristianos, símbolos de Cristo; así como los nueve subsecuentes
emperadores romanos hasta Diocleciano, que hostigaron terriblemente a la
semilla que nacía de la incipiente Iglesia cristiana y cuya sangre derramada cimentó el fortalecimiento de la Iglesia en Europa, con la conversión del emperador Constantino.
Arrio
También como ejemplo de algunos que van en contra de Cristo han sido los herejes de la edad antigua encabezados por Arrio, que negaba el rasgo más esencial
de Cristo que era su Persona Divina. La herejía del arrianismo fue
netamente anticristiana, fue la más poderosa pues duró casi cinco
siglos. En el fondo proclamaba la racionalización del cristianismo, y el
intento de suprimir el misterio como una influencia del paganismo,
reduciendo los misterios de Dios a la medida del hombre, que hoy es una
creencia muy en boga.
Reforma protestante y el Enciclopedismo
También la reforma protestante ha sido
otra cara del Anticristo que afectó en gran parte al cristianismo en el
siglo XVI y cuyas cabezas fueron Lutero y Calvino. Pero uno de los
grandes movimientos anticristianos de la historia, hereje también, es
todo el movimiento francés del enciclopedismo del siglo XVIII, es decir,
el naturalismo religioso y que se prolonga en la actualidad con el
atroz modernismo: la peor herejía que ha existido, pues encierra en su
fino fondo la adoración del hombre en lugar de Dios, ni más ni
menos que la futura religión del Anticristo, ya muy inoculada en la
sociedad actual. En realidad es sujetar a Dios bajo la razón limitada
del hombre y convertir a su pobre intelecto en supremo y absoluto.
De hecho, son los filósofos franceses la
causa principal de la perversión de la Revolución Francesa en 1789,
bajo sus tres postulados de fraternidad, igualdad y libertad.
Más aún, ellos abren la puerta al exterminio masivo que aparece en la
historia con las guerras actuales, comenzando con las guerras de la
revolución y las napoleónicas. Todo esto va preparando el camino para la
manifestación y la fuerza que tendrá el último y personal Anticristo,
el peor de todos, cuyos tambores ya se escuchan, su filosofía ya
presente, aunque aún no su “humanidad”.
Nietzsche
Otro personaje que envenenó el siglo XX y
es un Anticristo perfectamente manifiesto es Nietzsche (1841-1900) que
representa la cumbre del racionalismo europeo del siglo XIX, y quien fue
enemigo de Dios, profeta de la muerte de Dios y enemigo personal de
Cristo. La herencia de este filósofo ha sido una huella negra en el
siglo XX a través del ateísmo moderno, ateísmo que está marcado por
catástrofes inhumanas de máxima intensidad, como la guerra cristera en
México y la guerra civil en España que fueron guerras de religión, así
como las brutales represiones soviéticas por obra de Lenin y Stalin, la
irracional persecución contra los judíos perpetuada por Hitler, la
venganza soviética contra la Alemania vencida y más recientemente, las
mortíferas guerras de África, donde la religión o el ateísmo absoluto
han causado un indecible sufrimiento y mortandad a hombres, mujeres y
niños, como una anticipación clara del reino de la bestia anunciado y
prometido en el Apocalipsis. Y tan no hemos aprendido de todo esto, que
hace unos años hubo una limpieza étnica en la antigua Yugoslavia y el
genocidio de Timor, o la matanza en Ruanda, en África; y las venganzas
en Afganistán, Irak y Siria, y el milenario enfrentamiento en Medio
Oriente de judíos y palestinos. De tal manera que lo que sería el siglo
de la muerte de Dios según Nietzsche, se ha convertido, más que otro
siglo alguno de la historia, en el reino de la muerte del hombre, ante
un Dios vivo y resucitado pero cada vez más alejado por parte del
hombre.
Falsos cristos de Oriente
Y si nos vamos a los que han suplantado a Cristo, ni que decir del Islam y Mahoma y del camino de Budismo y Buda, y más recientemente con el movimiento de la New Age. Con la era de acuario ha tomado gran fuerza la sociedad teosófica con el Maitreya
que es otro falso Cristo, todo esto en medio de una filosofía
absolutamente anticristiana enemiga de Cristo, y anunciadora de un
auténtico Anticristo, aunque no el último ni el principal.
Si nos vamos a los grandes movimientos
anticristianos habría que mencionar sin duda los dos más importantes, el
marxismo y la masonería.
Revolución Marxista
La historia maléfica del comunismo tiene
cuatro principales estrellas rojas, Carlos Marx, Vladimir Lenin, Joseph
Stalin y Mao Tse Tung.
Marx
El creador y profeta del
marxismo fue Carlos Marx, quien no fue solamente un ateo militante,
sino una nueva expresión del Anticristo. Su desafío a Dios, su combate
para negarlo y aniquilarlo, reflejan un odio y un desprecio que parecen
diabólicos. La religión es el opio del pueblo. Esta máxima de Marx
constituye la piedra de toda la concepción marxista en la cuestión
religiosa. El marxismo considera siempre que todas las religiones e
Iglesias modernas, todas y cada una de las organizaciones religiosas,
son órganos de la religión burguesa llamados a defender la explotación y
embrutecer a las clases obreras.
Un reciente libro de Richard Wurmbrand, Marx y Satán
(Covadonga, Santiago de Chile, 1988) ofrece textos sorprendentes,
tomados de los escritos del mismo Marx que muestran la evolución de su
pensamiento y la influencia en el mismo del tema demoniaco.
De su juventud es un verso donde escribe: “Deseo vengarme de aquél que gobierna en lo alto”, contenido en su poema Des Verzweiflenden Gebet
(Invocación de un desesperado). Al parecer ya hay en su alma una cuota
de resentimiento y un anhelo de luchar contra el mundo creado por Dios.
En otro de sus poemas leemos: “Entonces podré caminar triunfalmente,
como un dios, a través de la ruina de su reino. Cada palabra mía es
fuego y acción. Mi seno es igual al del Creador”.
La ideología de Marx no
nace de la pura elucubración intelectual, sino de su satanismo, su
resentimiento, envidia e ira, que lo convertían en un ideólogo
apasionado, movido por el odio y la rebelión, para quien la revolución
no es solamente un fenómeno de cambio violento, sino que adquiere
dimensiones metafísicas de un desesperado combate satánico contra Dios y
el orden natural, como expresión éste de la voluntad divina impuesta a
la sociedad humana.
No en vano Pío XI en su encíclica Divini Redemptoris calificó al comunismo de “satánico azote” y de “intrínsecamente perverso”.
Lenin
Lenin fue un monstruo,
el mayor criminal de la historia humana y un ser nefasto que provocó el
caos actual de Rusia y el más formidable retraso que haya sufrido jamás
un país moderno. Aumenta cada año en cuanto a cantidad los crímenes de
Lenin que en las últimas investigaciones cifran en 15 millones de
personas. Los crímenes fueron consecuencia de su terrible persecución
contra todas las personas, instituciones y grupos sociales que el
dictador rojo consideraba como enemigos de la Revolución soviética, y,
en primer término, de las Iglesias cristianas, especialmente la católica
así como las evangélicas o protestantes. Incluso, la propia Iglesia
Ortodoxa que comprendía todo el pueblo de la URSS, fue proscrita y
perseguida.
Lenin, “el gran humanista”, como lo declaró la ONU en 1970 no anduvo con disimulos: “He
heredado de los kamulks el coraje de no tener respeto por nada… No
dudaré en exterminar 50 millones de campesinos. Haré marchar a
garrotazos a los esclavos avarientos, bajo el peso de una opresión como
no habrán conocido nunca” (Citado en F.A. Ossendemski, Lenin).
Según el historiador
Dimitri Volkogonov estas son las cifras terribles de la represión
leninista contra la religión: más de 70 mil iglesias destruidas, casi
todas ortodoxas, más de 13 millones de personas asesinadas en el altar
de la Revolución (El Verdadero Lenin. Editado por Anaya. 1996).
Stalin
No obstante, Lenin no
goza su poco envidiable distinción de ser el máximo criminal de la
historia. Lo superó y por mucho, su sucesor Stalin, responsable de 20
millones de muertes violentas y eso en números muy conservadores. Si la
Iglesia cristiana de la URSS ya estaba bastante afectada por Lenin,
entró en la agonía y muerte con Stalin. Así pues, el ateísmo militante
marxista era una condición esencial para crear un tipo de hombre, “el
hombre nuevo soviético” que era un robot sin alma ni alegría.
Según los datos de la
Dirección Central de las Estadísticas 5’030,000 personas desaparecieron
como consecuencia del hambre entre 1921 y 1922. A esas pérdidas hay que
agregar las de la guerra civil. Entre 1918 – 1920, el país perdió
10’800,000 personas. De suerte que para todo el periodo 1918 – 1922 las
pérdidas se elevaron a más de 15’000,000, o sea, alrededor del 10% de la
población.
Cuarenta años antes de
la revolución, Dostoievski había profetizado que el socialismo le iba a
costar a Rusia 100 millones de víctimas. Según el experto ruso en
estadísticas, el profesor Iván Kurganov, Dostoievski se equivocó
quedándose por debajo de la realidad. Sólo entre 1917 y 1959, el
socialismo le costó a la Unión Soviética ¡110 millones de vidas! (Cfr.
A. Solzhenitsyn. Advertencia a Occidente, En Denuncia. Academia Superior de Ciencias Pedagógicas de Chile, 1981).
La Revolución marxista
fue un oscurísimo antecedente de la bestia, el Anticristo del
Apocalipsis, pero éste, cuando venga será peor y terrible, más allá de
lo que hemos citado.
Mao Tse Tung
El cuarto Anticristo
marxista, fue Mao Tse Tung, como resultado de la victoria del comunismo
chino en la guerra civil contra los corruptos nacionalistas que se
declaró mucho antes y se adelantó a la guerra mundial terminada en 1945;
cuatro años después se fundó la República Popular China, que es el
régimen actual. El método de Mao fue arrancar al minoritario pero fuerte
catolicismo de China de la dependencia respecto de Roma, mediante la
creación de una Iglesia patriótica sometida al gobierno comunista. La
persecución china fue y es espantosa y consiguió que esta Iglesia
patriótica cuente ya con una jerarquía y una organización cismática.
Todavía está vivo ese comunismo chino y hay que estar muy atento a su
desarrollo en estos próximos años. El Comunismo Chino suma 65 millones
de muertos. (Cfr. El Libro Negro del Comunismo. Courtois Stéphane. Ediciones B. 2010).
Así pues todo líder
marxista y comunista, es por tanto, un Anticristo objetivo; los más
importantes, que en los años 30 se conocían como los sin Dios, Marx,
Lenin, Stalin y Mao, forman parte y ocupan un lugar de honor en el
cortejo histórico de la bestia. Su ateísmo era la clave de su ideario y
de su estrategia de dominación mundial. Sus ideas, pese a la caída del
Muro de Berlín, distan mucho de haber muerto, y se espera pronto un
resurgimiento del comunismo – lo que Juan en el Apocalipsis llama “la
herida mortal que recibe una de las cabezas de la bestia y luego revive”
(13, 3) y que hará presencia violenta en Europa, y particularmente en
Roma. Hablaremos de esto en otro artículo subsecuente.
Todas estas filosofías
han socavado el cristianismo a través de un foco infeccioso que ha sido
la perversión moral, donde sin duda el marxismo en su intento loco de
arrancar la idea de Dios al hombre, lo priva del principal apoyo y
fundamento de la moral, pues no puede concebirse una moral si no hay
Dios o se está en contra de Dios. Cuando la fe decae la moral se esfuma.
La ética no puede en la práctica – si se le priva de Dios – sustituir a
la moral. Por eso el mundo le hace ya la cama al venidero último y
personal anticristo. Pero primero la Iglesia deberá pasar un cisma
horroroso que será la plataforma religiosa para su manifestación.
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