CLAMOR EN LA TRIBULACIÓN
En el siglo XII, o quizá antes, en tiempos de grandes calamidades,
comienzan a practicarse en algunos lugares ciertas oraciones públicas
con ritos especiales, como es el clamor in tribulatione. Según la
gravedad del mal público, menor o mayor, la Iglesia local organizaba un clamor parvus o bien, en las calamidades peores, un
clamor magnus.
Fuente: Oraciones de la Iglesia en tiempos de aflicción por P. José María Iraburu
El clamor parvus está prescrito, por supuesto, en aquellas
situaciones en las que la Iglesia no halla medio humano para superar una
adversidad o, por ejemplo, para conseguir la enmienda de un malhechor.
El rito consiste en que, después del Pater noster y antes del Pax
Domini, el clero todo desciende de sus escaños en el coro y se postra
con el rostro en el suelo. Y así también se postra ante el altar el
sacerdote celebrante, teniendo en la mano la Hostia consagrada.
«El diácono entonces pronuncia el clamor parvus, la oración especial
Omnipotens sempiterne Deus qui solus respicis afflictiones hominum,
después de la cual todos cantaban el salmo Ad te levavi [24], que como
salmo para tiempo de guerra es elegido frecuentemente por la liturgia en
las públicas calamidades. Durante su canto, los monaguillos hacen sonar
las campanas del coro. Seguían algunas preces y la oración colecta: Hostium nostrum Domine, elide superbiam, a la que todos respondían en voz alta Amen. Y continuaba la misa» (AdS ib. 51-52).
El clamor magnus, para situaciones extremadamente graves, es un rito aún
más impresionante. Podemos ver un ejemplo de él, tal como se realizaba
en el monasterio benedictino de Farfa, dedicado a la Virgen. Después del
Pater noster de la misa solemne, los ministros cubren el suelo ante el
altar con un amplio cilicio –tejido hirsuto de pelos, oscuro, que se
usaba en los funerales–, y sobre él se coloca el crucifijo, el
evangeliario y las reliquias de los santos. Todo el clero se postra en
tierra, y el celebrante, ante las especies eucarísticas consagradas y
las reliquias de los santos, recita en alta voz el In spiritu
humilitatis:
En espíritu de humildad y con
el ánimo contrito [Sal 50,19], Señor Jesús, Redentor del mundo, nos
acercamos a tu santo altar, a tu sacratísimo Cuerpo y Sangre, y en tu
presencia nos confesamos culpables de nuestros pecados, por los cuales
somos justamente oprimidos.
A ti, Señor, acudimos. Señor
Jesús, postrados ante ti clamamos, pues hombres malos y soberbios,
confiando en su fuerza, nos atacan por todas partes, invaden el lugar de
este santuario y de otras iglesias a ti consagradas, obligan a vivir en
el dolor, en el hambre, en la desnudez a tus pobres fieles; los matan
con tormentos y espadas; nos roban, destrozan con violencia nuestros
bienes, con los que hemos de vivir para tu servicio, y profanan cuanto
las personas piadosas han dejado para su salvación en este lugar.
Esta iglesia tuya, Señor, que
en los tiempos pasados fundaste y ensalzaste para honor de la
bienaventurada siempre Virgen María, decae en la tristeza. Y no hay
quien la consuele y la libere si no eres tú, oh Dios nuestro. Levántate,
pues, en nuestra ayuda, Señor Jesús; confórtanos y ven en nuestro
auxilio; vence a los que nos combaten, humilla la soberbia de quienes
persiguen a este lugar y a nosotros mismos.
Tú sabes, Señor, quiénes son
ellos. Sus nombres, cuerpos y corazones son conocidos por ti antes de
que nacieran. Por eso, oh Dios, aplícales tu justicia con tu fuerza
poderosa, haz que reconozcan la maldad de sus obras y líbranos por tu
misericordia.
No nos desprecies, Señor,
cuando a ti clamamos en la aflicción, sino más bien, por la gloria de tu
Nombre y por la misericordia con que fundaste y sublimaste este lugar
en honor de tu Madre, ven a visitarnos en la paz, sacándonos de la
angustia presente. Amén (AdS ib. 54-55).
Así pues, para acrecentar en todos esta actitud de ánimo humillado y
suplicante, el Papa, en la bula Salutaria (1280), ordena que en todas
las misas, después del Pax Domini y antes del Agnus Dei, postrados tanto
el celebrante como los fieles, se recite el salmo 122, Vamos a la Casa
del Señor, y después del triple Kyrie eleison y el Pater noster, se
recen a coro estos versículos:
–Salva, Señor, al rey. –Y
escúchanos en el día en que te invocamos. –Salva a tu pueblo, Señor, y
bendice tu heredad. –Gobiérnalo y exáltalo para siempre. –Hágase la paz
por tu poder. –Y haya abundancia en tu ciudad. –Señor, escucha mi
oración. –Y mi clamor llegue hasta ti. –El Señor esté con vosotros. –Y
con tu espíritu.
Oremos. Oh Señor, concede,
aplacado, a tus fieles la indulgencia y la paz, para que sean
purificados de sus culpas y puedan servirte con la mente limpia. Amén.
El Papa concedía diez días de indulgencia a cuantos fieles participaran en este santo rito.
Lam. 5, 1-7.15-17.19-21
Recuerda, Señor, lo que nos ha pasado;
mira y fíjate en nuestras afrentas.
mira y fíjate en nuestras afrentas.
Nuestra heredad ha pasado a los bárbaros;
nuestras casas, a extranjeros.
nuestras casas, a extranjeros.
Hemos quedado huérfanos de padre,
y nuestras madres han quedado viudas.
y nuestras madres han quedado viudas.
Tenemos que comprar el agua que bebemos
y pagar la leña que nos llevamos.
y pagar la leña que nos llevamos.
Nos empujan con un yugo al cuello,
nos fatigan sin darnos descanso.
nos fatigan sin darnos descanso.
Hemos pactado con Egipto y Asiria
para saciarnos de pan.
para saciarnos de pan.
Nuestros padres pecaron, y ya no viven,
y nosotros cargamos con sus culpas.
y nosotros cargamos con sus culpas.
Ha cesado el gozo del corazón,
las danzas se han vuelto duelo.
las danzas se han vuelto duelo.
Se nos ha caído la corona de la cabeza:
¡Ay de nosotros, que hemos pecado!
¡Ay de nosotros, que hemos pecado!
Por eso, está enfermo nuestro corazón
y se nos nublan los ojos.
y se nos nublan los ojos.
Pero tú, Señor, eres rey por siempre;
tu trono dura de edad en edad.
tu trono dura de edad en edad.
¿Por qué te olvidas siempre de nosotros
y nos tienes abandonados por tanto tiempo?
y nos tienes abandonados por tanto tiempo?
Señor, tráenos hacia ti para que volvamos,
renueva los tiempos pasados.
renueva los tiempos pasados.
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