En aquellos primero días de agosto de 1936,
Colombia y la Comunidad de San Juan de Dios perdieron para esta tierra a
siete hermanos, pero todos los ganamos como intercesores en el cielo. En
cada uno de ellos cumplió Jesús y seguirá cumpliendo, aquella promesa
tan famosa: "Si alguno se declara a mi favor ante la gente de esta
tierra, yo me declararé a su favor ante los ángeles del cielo".
PAZ Y BIEN
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