APARICIONES A LA MADRE MARÍA PIERINA DE MICHELI, ARGENTINA
El 11 de septiembre de 1890
nació en Milán (Italia) Josefina De Micheli. A la edad de 12 años, un
Viernes Santo, esperando el turno para besar el crucifijo oyó una voz
interior que le dijo: “¿Nadie me da un beso de amor en el Rostro para
reparar el beso de Judas?”. Llegado el momento, como ella misma lo
relata, le dio un fuerte beso con todo el ardor de su corazón. Con el
pasar de los años, esta devoción fue creciendo.
En una extensa carta que la Madre Pierina escribió al Papa Pío XII
brota una piedad apasionada: “Humildemente confieso que siento una gran
devoción por el Divino Rostro de Jesús, devoción que me parece que me la
infundió el mismo Jesús.”
Con la bendición y el aliento de Pío XII, acuña y difunde la medalla
que la Santísima Virgen le había pedido. La Madre Pierina comunica al
Papa que, el 31 de mayo de 1938, mientras oraba en la Capilla de Milán,
tuvo una visión en la que la Virgen María le mostraba un escapulario
formado por dos retazos de tela blanca: uno con la imagen del Divino
Rostro y a su alrededor el texto “Illumina, Domine, vultum tuum super
nos” (Ilumínanos con tu rostro oh Señor), y sobre el otro lado una
Hostia resplandeciente y a su alrededor el texto “Mane nobiscum Domine”
(Estás con nosotros Señor).
Ese escapulario, reemplazado luego por la medalla, será “un arma de defensa, un escudo de fortaleza, una prenda de amor y misericordia que Jesús quiere dar al mundo”. Promete a los que la lleven y hagan los días martes una visita al Santísimo Sacramento,
“ser fortificados en la fe, prontos a defenderla y a superar todas las
dificultades internas y externas” y además “una muerte serena bajo la
mirada de su Divino Hijo”.
Esta religiosa italiana del Instituto de la Hijas de la Inmaculada
Concepción de Buenos Aires (Argentina), fue beatificada el 30 de mayo de
2010 en la Basílica de Santa María la Mayor de Roma.
SANTA MARÍA DE PIETRALBA, ITALIA
Madonna di Pietralba, Italia
Es conocida como la aparición de Nova Ponente, en la provincia de
Bolzano, región de Alto Adige, en el extremo norte de Italia sobre los
Alpes del Tirol.
Alrededor de 1547 apareció la Virgen a Leonardo
Weissensteiner, un justo y piadoso campesino del lugar titular de una
explotación agrícola, una granja grande en Nova Ponente, en la meseta de
Pietralba.
En esta vasta y silenciosa soledad, vivía tranquilamente con su
familia, llevando una vida virtuosa, al tiempo que estaba siendo probado
en el dolor. De hecho, algún tiempo antes de la visión, la salud mental
de Leonardo era inestable y fue internado en un hospital psiquiátrico.
Leonardo tenía con frecuencia intervalos lúcidos que hacía su situación aún más amarga, pero es confortado con la fe.
En un exceso de furia, que alternaba con momentos de calma, logró liberarse de las cadenas y huir hacia el bosque a pie, cuando cayó en un barranco de Vallarsa sin hacerse mayor daño, pero inmediatamente recuperó la más completa salud.
Mientras estaba pensando en cómo salir de la profunda barranca, María apareció de nuevo para confortarlo y pedirle la construcción de la capilla, asegurando que al final del noveno día, sus familiares (que ya lo estaban buscando) lo encontrarían. La Madonna agregó que no se preocupe por su vida, porque no le será necesario el alimento y tendrá la protección contra las fieras del bosque.
Le dice: “No tengas dudas acerca de lo que te prometo, pasarás aún nueve días en este lugar, sin comida ni bebida, al final del noveno día, los miembros de tu familia te encontrarán. No olvides mis palabras”.
Y así sucedió.
En un exceso de furia, que alternaba con momentos de calma, logró liberarse de las cadenas y huir hacia el bosque a pie, cuando cayó en un barranco de Vallarsa sin hacerse mayor daño, pero inmediatamente recuperó la más completa salud.
Mientras estaba pensando en cómo salir de la profunda barranca, María apareció de nuevo para confortarlo y pedirle la construcción de la capilla, asegurando que al final del noveno día, sus familiares (que ya lo estaban buscando) lo encontrarían. La Madonna agregó que no se preocupe por su vida, porque no le será necesario el alimento y tendrá la protección contra las fieras del bosque.
Le dice: “No tengas dudas acerca de lo que te prometo, pasarás aún nueve días en este lugar, sin comida ni bebida, al final del noveno día, los miembros de tu familia te encontrarán. No olvides mis palabras”.
Y así sucedió.
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