Dios no hace nada inútilmente, y si nos está enviando a su Madre, que
con sus apariciones y mensajes, nos invita a la conversión y al acercamiento a
Dios, entonces los hombres tenemos que acercarnos a María y seguirla, escuchar
sus palabras amorosas y ser fieles a Ella.
Nosotros somos como niños recién nacidos que, en la vida espiritual,
necesitamos de una Madre para poder crecer y desarrollarnos. Y es María
Santísima la encargada por Dios, de llevarnos al Corazón Divino de Jesús.
Jesús ha dicho en su Evangelio que quien lo rechaza a Él, rechaza
también al Padre que lo envió. Y se puede decir también que quien rechaza a
María, rechaza también a Jesús, y por ende, rechaza igualmente al Padre eterno.
No desaprovechemos esta ayuda valiosísima que nos da el Cielo, que es
María Santísima, porque Ella es la perla de la que habla la parábola del
Evangelio, por la que vale la pena vender todo lo que tenemos para hacerla
nuestra.
Si tenemos a María, entonces lo tendremos todo, porque Ella es la
Portadora de Dios, y en su seno está siempre Jesús, con su perfección de Hombre
y Dios. Y si nos encomendamos a la Virgen, entonces automáticamente seremos de
Dios.
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