MYSTERIUM SALUTIS
Sobre el amor que todo lo quita y todo lo da.
Antonio Boggiano
218. El demonio
quiere convencernos
de que no hay camino
ni final. San
Gregorio Magno nos
adoctrina: “Debemos
saber que la
voluntad de Satanás
es siempre inicua,
pero que su poder
jamás es injusto;
por sí mismo
ejercita su
voluntad, pero el
poder lo recibe
de Dios. El Señor
permite con toda
justicia las
iniquidades que él
procura cometer. Con
toda exactitud está
escrito en el libro
de los Reyes (I Sam
18, 10): Un
espíritu malo del
Señor asaltó a Saúl.
He aquí que un solo
y mismo espíritu es
calificado a la vez
de espíritu del
Señor y de espíritu
malo; es espíritu
del Señor porque
tiene licencia para
ejercer su poder que
retiene justamente;
es espíritu malo por
el deseo de su
voluntad injusta. No
temamos, pues, a
aquel que nada puede
sin el permiso
correspondiente”
(San Gregorio Magno,
Moralium, lib.II, in
cap. I, Iob; P.L.
tomo LXXV, vol.
564).
219. El diablo
trabajó, sin querer,
para santificar a
Job.
220. Dios gobernador
del universo no obra
mal alguno. Y jamás
permitiría un mal si
El no pudiera sacar
el bien del mal (San
Agustín,
Enchiridion, III,
2). De San Agustín
viene el dicho que
enseñaba mi padre:
“no hay mal que por
bien no venga”.
Ahora, si
quisiéramos saber
con certeza,
precisión e
integridad cómo se
opera y por qué
razones la
conversión del mal
en bien,
preguntaríamos por
el conocimiento
pleno de la ley
eterna, que aún nos
es oculto. A nuestra
pregunta; ¿por qué
lo permitiste? Solo
podemos responder:
Tú lo sabes.
221. Si contemplamos
nuestra vida o la
historia ¿podría
parecer otra cosa
que el espectáculo
de la paciencia
infinita de la
Bondad divina?
Podemos dirigirnos a
Dios rogándole:
222. Danos un haz de
luz para atisbar los
tesoros de tu
sabiduría en los
peores momentos y en
las más doloras
tribulaciones.
223. No podemos
conocer todo: mucho
menos podemos
pretender el
conocimiento del
entramado de bienes
y males del mundo.
Aunque tenemos
fundamento sólido
para creer, que tal
interconexión
existe, pues ni un
solo cabello se nos
caerá fuera de la
providencia divina.
El gobierno de todo
el universo está
ordenado en la ley
eterna. Dios se
muestra
misteriosamente
paciente ante el mal
y su autor primero.
A veces podríamos
tener la impresión
que le concede
muchos permisos.
Podemos pedir a Dios
que nos ayude a leer
un poco más en
nuestras vidas y en
la historia
universal la unidad
de su sabiduría en
la variedad y en la
aparente
incoherencia de
todas las cosas. Los
tesoros de su
sabiduría en los
tiempos que nos
parecen peores y
probablemente lo
sean. Podemos
rogarle con
insistencia que nos
ayude a ver un poco
mejor su mano cuando
todo se bambolea y
va a la deriva para
nosotros. Como ese
viejo lobo de mar
que adivina las
mareas.
224. Por mucho que
los teólogos nos
iluminen sobre la
exclamación del
sufrimiento de
Cristo en la Cruz
queda para nosotros
un velo de misterio:
“Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has
abandonado?” (Mc.
15,34). Para
nosotros es un
terrible misterio.
¿Y cuál no sería el
terrible dolor para
el Padre y el
Espíritu Santo?
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