OTRA MANERA DE CONTAR OVEJAS
Dormimos una media de 22,3 años, unas
dos mil novecientas horas cada año a lo largo de nuestra vida. Es la
conducta más frecuente en el cerebro y por tanto, la más condicionada.
El sueño tiene una función reparadora de toda la actividad del cuerpo,
para mantener la homeostasis. No dormir bien perjudica seriamente
nuestra salud: bajan las defensas, la grasa se acumula en nuestras
arterias, aumenta nuestra irritabilidad, la tendencia al sobrepeso,
tomamos más decisiones erróneas, disminuye el autocontrol emocional,
etc. Dormir menos de cinco horas diarias aumenta el riesgo de infarto,
diabetes, de algunos tipos de cáncer, etc. Dormir poco o mal aumenta el
riesgo de tomar decisiones equivocadas. El insomnio ha producido en la
historia errores humanos como el desastre nuclear de Chernóbil, el
vertido del petrolero Valdez o el accidente espacial del Challenger.
Es muy importante dormir entre seis y
nueve horas. Aunque la media es de ocho horas, hay personas que con seis
tienen suficiente y otras necesitan dormir nueve. El sueño tiene dos
fases: REM (Rapid eye movement o Movimientos oculares rápidos) y
NREM (sin movimientos oculares rápidos). Hay cuatro fases de profundidad
del sueño. Se inicia en NREM con la fase 1 de sueño ligero, luego nivel
2 de sueño profundo, y niveles 3 y 4 de sueño más profundo.
El recién nacido pasa en sueño REM la mitad del tiempo. Luego disminuye,
y entre ocho y sesenta años permanece estable. A partir de sesenta años
los despertares ya son frecuentes. El sueño NREM se da más en el 25 %
primero del sueño y el sueño REM se da más en la segunda mitad de la
noche. En el sueño NREM se hacen más lentas las funciones vitales como
el tono muscular, el flujo sanguíneo, el ritmo cerebral, ritmo cardíaco,
etc. En la fase REM el EEG presenta un registro de activación similar a
la vigilia: están más activadas funciones como movimientos oculares
rápidos, consumo cerebral de oxígeno, tensión arterial, ritmo cardíaco,
respiración. La mayoría de las personas despertadas en esta fase
recuerdan los sueños.
Dormimos unas dos horas menos de media
que nuestros abuelos. Se han descubierto hasta ahora 88 enfermedades
asociadas al insomnio. El 70 % de la población sufre estrés. Casi
siempre es un síntoma de otro trastorno psicológico. Afecta a un 30 % de
las personas en algún momento de su vida. España es uno de los países
en los que se venden más hipnóticos, que muchas veces cronifican el
insomnio. La persona que se acostumbra a dormir con pastillas ya nunca
dormirá sin ellas. Es como tratar el dolor con morfina sin averiguar la
causa del dolor.
Vivimos en una sociedad en la que
recibimos una estimulación e información excesivas, sometidos al estrés
diario y mucho más en la crisis actual. Algunos estudios demuestran que
en España, dormimos unos cincuenta minutos menos que en el resto de
Europa. Hay muchos trastornos del sueño: insomnio primario, hipersomnia,
disomnia, narcolepsia, parasomnia, pesadillas, terrores nocturnos,
sonambulismo, trastorno del ritmo circardiano, trastorno del sueño
relacionado con la respiración, etc.
José Antonio Gris - Especialista en Psicología Clínica
Los síntomas más frecuentes que producen los trastornos del sueño son:
- Dificultad de atención, concentración y memorización.
- Se debilita el sistema inmunitario.
- Aumenta el cortisol, la hormona del estrés.
- Fatiga excesiva.
- Los vasos sanguíneos de los ojos se dilatan.
- Ritmo del corazón más elevado.
- Aumenta la presión arterial.
- La hormona del crecimiento se produce durante el sueño.
- Obesidad. Dormir poco o mal aumenta la producción de grelina, que aumenta la sensación de hambre y disminuye el nivel de leptina, que baja el apetito.
- Somnolencia diurna.
- Irritabilidad frecuente.
- Desorientación y confusión.
- Problemas de adaptación en el área familiar, social, laboral, académica, etc.
- Durante el sueño se produce la melatonina. Estudios recientes han visto que está relacionada con los estrógenos y que es anticancerígena.
- Se debilita el sistema inmunitario.
- Aumenta el cortisol, la hormona del estrés.
- Fatiga excesiva.
- Los vasos sanguíneos de los ojos se dilatan.
- Ritmo del corazón más elevado.
- Aumenta la presión arterial.
- La hormona del crecimiento se produce durante el sueño.
- Obesidad. Dormir poco o mal aumenta la producción de grelina, que aumenta la sensación de hambre y disminuye el nivel de leptina, que baja el apetito.
- Somnolencia diurna.
- Irritabilidad frecuente.
- Desorientación y confusión.
- Problemas de adaptación en el área familiar, social, laboral, académica, etc.
- Durante el sueño se produce la melatonina. Estudios recientes han visto que está relacionada con los estrógenos y que es anticancerígena.
Trastornos del sueño
Los más habituales son:
DISOMNIAS. Son alteraciones en la cantidad y calidad del sueño.
- Insomnio: Afecta a un 30 % de la
población. Causa irritabilidad y síntomas físicos y psicológicos durante
el día. El tratamiento del insomnio ha de ser etiológico, con técnicas
inductoras del sueño y técnicas de relajación. No es aconsejable tomar
fármacos más tiempo del necesario para evitar que se genere dependencia.
Las personas con insomnio tienen muchas alteraciones sobre el
funcionamiento diurno: fatiga, irritabilidad, cefaleas, disminución de
la atención, concentración y memorización, alteración del rendimiento
laboral o académico, mayor probabilidad de accidentes, etc. En los
jóvenes se observa más la dificultad en conciliar el sueño y en las
personas mayores el despertar frecuente.
- Trastorno del ritmo circardiano: el
síntoma principal es un desajuste en el ritmo entre el sueño y la
vigilia y el ritmo ambiental que da lugar a insomnio o a hipersomnia. Es
muy frecuente en las personas que viajan y presentan el síndrome de
“jet lag”. Es más intenso cuando se viaja al este que al oeste. También
es frecuente en personas que trabajan con cambios de turnos de horarios,
trabajo nocturno, diurno. Las personas con hipersomnia presentan
dificultad para levantarse, irritabilidad, confusión y torpeza,
dificultad en su actividad laboral y social. La persona tiene tendencia a
acostarse tarde y le cuesta levantarse pronto. Se da en un 10 % de los
adolescentes.
- Narcolepsia. La persona se queda
dormida de repente y en cualquier situación (una reunión, hablando,
conduciendo, etc.). Suelen ser ataques de sueño imposibles de evitar,
que duran alrededor de quince minutos. Es un sueño repentino que puede
provocar accidentes. El sueño nocturno de estas personas es muy
superficial, poco profundo y con despertar frecuente.
- Apnea del sueño: se obstruyen las
paredes de la faringe, cesa la ventilación y causa la apnea. El más
frecuente es el Síndrome de Apnea Obstructiva del Sueño (SAOS). El sueño
es poco profundo y se ronca mucho. Las siestas no son reparadoras. Con
frecuencia se da sonambulismo y hablan durante el sueño. Es más
frecuente en la depresión y en la obesidad. Es frecuente la somnolencia
diurna. Son personas con sobrepeso, que roncan en exceso y consumen
alcohol y tabaco hace años.
PARASOMNIAS
- Pesadillas: la persona se despierta
por sueños cuyo contenido produce un miedo intenso, amenazas a su
integridad física, situaciones difíciles o de fracaso personal. Se dan
más en la segunda mitad de la noche y provocan ansiedad y angustia.
Suelen ir asociadas a ansiedad, miedo a la oscuridad, miedo a dormir,
etc. Son más frecuentes en niños.
- Terrores nocturnos: la persona se
despierta con una intensa sensación de miedo, taquicardia, dilatación de
las pupilas, sudoración, temblor, gritando o llorando, etc. Se
despierta desorientada y confusa y le cuesta calmarse. Se dan en la
primera mitad de la noche mientras las pesadillas se dan en la segunda
mitad. Tienen relación con el estrés.
- Sonambulismo: la persona se levanta de
la cama y no reacciona a los estímulos externos. Puede salir de casa,
bajar las escaleras, incluso salir a la calle. Suele darse en el primer
tercio del sueño. No es peligroso despertar a un sonámbulo, como se
creía antes, pero si se le despierta se expresa con la mirada fija y
está desorientado, confuso y no recuerda nada.
TRASTORNO DEL SUEÑO SECUNDARIOS O OTRAS ENFERMEDADES
- Pueden están ocasionados por
enfermedades neurológicas como la enfermedad de Parkinson, la enfermedad
de Huntington, el hiper o hipotiroidismo, enfermedades pulmonares,
reumáticas, etc. También son frecuentes los trastornos del sueño en los
trastornos de ansiedad, depresivos, obsesivos, hipocondríacos, por abuso
de alcohol y otras sustancias como café, cocaína, opiodes, anfetaminas,
etc.
- Hipersomnia: hay una excesiva
somnolencia diurna aunque la persona duerma bien por la noche. Este
trastorno altera la adaptación familiar, social y laboral o académica.
Consejos prácticos
Si una persona tiene un excesivo
cansancio o somnolencia diurnas, le cuesta rendir en el trabajo o en los
estudios y tiene un ánimo decaído con irritabilidad frecuente, es
posible que tenga un problema con el sueño. A veces la persona no es
consciente de ello. Aportamos breves consejos prácticos para prevenir un
trastorno del sueño:
- Dormir lo necesario pero no en exceso. Dormir mucho genera un sueño poco profundo y fragmentado.
- Levantarse y acostarse a la misma hora, aunque se duerma mal. Así se fortalece el ritmo circardiano del sueño.
- Cuando se acueste no lea ni vea la televisión, ya que estimulan el cerebro.
- Procure mantener el mismo ritmo de sueño los fines de semana.
- Si tiene problemas de sueño suprima las siestas, pues pueden contribuir a no dormir por la noche.
- No consumir cafeína ni otros estimulantes ocho horas antes de acostarse.
- Practicar ejercicio físico es muy positivo, pero nunca en las dos horas antes de dormir.
- El exceso de alcohol o tabaco perjudica el sueño.
- No comer en las dos horas antes de
dormir. Sin embargo, alimentos ricos en L-triptófano (leche, plátano,
cereales, etc.), favorecen el sueño.
- No comer por la noche en caso de despertarse, ya que de esta forma el cerebro aprende a despertarse cuando tiene hambre.
- El dormitorio tiene que ser un lugar agradable. La temperatura no debe ser superior a 22º.
- El colchón y la almohada han de ser cómodos. Evite el exceso de mantas.
Tratamiento
El reconocimiento de que los factores
psicológicos desempeñan un papel clave en los trastornos del sueño ha
propiciado el desarrollo de tratamientos psicológicos muy eficaces. Las técnicas de relajación
reducen la activación fisiológica y psicológica. Están indicadas en
todos los trastornos del sueño en los que está presente la ansiedad. Las
terapias de biofeedback bajan la tensión muscular, la activación del sistema nervioso, el ritmo cardíaco, etc. Las terapias cognitivas
eliminan los pensamientos negativos que una persona tenga relacionados
con el sueño. Las más utilizadas son la reestructuración cognitiva, la
detención del pensamiento y la intención paradójica.
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