miércoles, 2 de abril de 2014

RELIQUIAS DE JESUCRISTO Y DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA


 
RECONOCIMIENTO DE LAS RELIQUIAS DE JESUCRISTO Y DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA
Visiones de Catalina Emmerich (Resumido)
Fuente: extraído de “La Dolorosa pasión de Nuestro Señor Jesucristo”


1. Reliquias de la Sangre de Cristo y cabellos de la Virgen Santísima  

Vi esa piedra salpicada con la sangre que salía del cuerpo de Jesucristo. Las gotas estaban cubiertas de arena, o de tierra, y estaban como ocultas allí; pero me parecía que esa arena o tierra venía hacia mi y se retiraba de las gotas para que yo las pudiese ver. Me pareció que esto acontecía mucho tiempo después de la época real.

He visto también un cuadro de la Virgen Santísima, que en el mismo momento estaba en un patio de la casa de María de Marcos, de rodillas sobre una piedra: la forma de sus rodillas se imprimió sobre aquella piedra. Probaba también ella la angustia del Señor y se sentía en un estado de desfallecimiento, y recibía ayuda. Vi un cuadro relativo a los cabellos María: éstos habían estado divididos en tres partes. Los apóstoles, después de su muerte, cortaron y se repartieron sus cabellos.

2. Visiones sobre estas santas reliquias. La princesa de Creta.  

 La Sangre preciosísima era llevada por el conde durante su viaje en un cinturón en torno de su cuerpo. La esposa se lo había dado como garantía de su fidelidad. Su lugar de parada estaba en el Ródano, no lejos de Avignon y de Nimes, pues había apenas siete horas de viaje; el castillo estaba situado en una isla. Tarcaso y el retiro solitario de Magdalena no estaban muy distantes de allí. 

En Nimes había ya entonces algunos preceptores cristianos, los cuales vivían secretamente en comunidad. El claustro de Santa Marta estaba situado en una montaña entre el río Ródano y un lago. El castillo del conde se levantaba sobre una isla y no lejos de allí se veía una pequeña villa. Esta villa de San Gabriel debe su origen a un milagro. Un hombre fue salvado de una tempestad que lo había sorprendido en el lago. Allí el conde era visitado con frecuencia por un ermitaño, que era un santo sacerdote.

3. La preciosísima Sangre.  

La Sangre preciosísima de que he hablado fué conservada al principio bajo una arcada subterránea. Era un espacio oscuro al cual se llegaba solo pasando bajo muchos otros arcos y bóvedas; bajo una de estas bóvedas veía yo plantas y arbustos y provisiones; en el invierno llevaban allí árboles floridos. La Sangre preciosa se conservaba en una especie de cáliz y posaba sobre el altar delante del cual ardía una lámpara, en una especie de tabernáculo fabricado en ángulos, con una abertura.

He visto algo de San Trófimo de Arles, por aquel tiempo; recuerdo solo algunos nombres. Ya mucho antes que el conde se uniese en matrimonio, había cristianos llegados de Palestina, y el conde los había tratado siempre bien y protegido. Había en estos lugares comunidades cristianas, aunque se mantenían ocultas. El padre de la joven había guardado secreto su modo de pensar a sus hijos mayores, que no pensaban como él; en cambio los hermanos menores tenían la fe de su hermana y creo que entre ellos hubo mártires.

El nombre de aquel conde era como el del amigo de San Agustín; Pontiziano; la condesa se llamaba Tazia o Dacia; no lo puedo expresar mejor. La fiesta de esta santa se celebra a fines de mayo o a principio de junio.

4. Noticias sobre el Cardenal Giménez. 

La tarde del 18 de Julio Ana Catalina dijo de improviso: 
Estuvo conmigo un cardenal, que fue confesor de la reina Isabel. Fue un gran director de espíritu y me dijo que yo debía acusarme del bien descuidado y no cumplido y que debía expiar mucho por los pecados de otras personas. Me indicó y mostró a santa Dátula, que tuvo la reliquia de la preciosa Sangre. Ella conoció el inmenso valor de su reliquia, y abandonando todos sus bienes vivió con su marido en la soledad para llorar sus pecados. El cardenal que se me apareció se llama Giménez. No había oído yo antes tal nombre; no fue declarado santo.

5. La isla de Creta. Santa Dátula y Pontiziano.  

Viendo un día muchas cosas referentes a Santa Marta, indicó el lugar donde habitaban Santa Dátula y Pontiziano:
La isla con el castillo estaban en la orilla, en el punto donde desemboca un brazo oriental del Ródano. Se empleaba cerca de media hora para recorrer esa isla. Pontiziano tenia bajo su mando algunos soldados y su castillo parecía una fortaleza circundada por muros, A la distancia de siete horas de camino, remontando el curso del Ródano, se encuentra la ciudad de Arles, y cerca de ocho horas de camino más lejos, el convento de Santa Marta, sobre una altura llena de escollos.

6. Reconocimiento de una reliquia.

El día 11 de febrero de 1821, mientras Ana Catalina se hallaba en éxtasis, el Peregrino dejó una imagen del Crucifijo sobre el lecho. La vidente la tomó y dijo:
Tiene que ser venerada esta imagen. Es preciosa; estuvo en contacto: por eso resplandece tan luminosamente. (Poniendo la imagen sobre su pecho, añadió): Esta imagen ha tocado la túnica de Jesucristo, y en esta túnica hay una gota de la Sangre de Cristo, de la cual nadie tiene noticia. Esta mancha de sangre esta en la parte superior del cuello.

7. Otra reliquia de la preciosísima Sangre (8 de Abril de 1823)

He tenido grande y difícil trabajo con reliquias de tiempos antiguos. Esto sucedió en un país mas distante que Tierra Santa. Los eclesiásticos de allí no eran como los católicos. Llevaban vestidos a la manera de la antigua iglesia y parecían a los que habitan en el monte Sinaí. Me parece que estuve en aquella comarca donde veo siempre al más próximo de los tres Reyes Magos. La ciudad donde se conserva el antiguo libro de las Profecías esculpido en laminas de bronce, está a la izquierda.

Había también espinas de la corona, un trozo del manto de purpura del Ecce Homo, algunos fragmentos de los vestidos de la Virgen, reliquias de Santa Ana y otras muchas mas. Eran siete los sacerdotes que trabajaban en aquel subterráneo, y llegaron algunos diáconos. Creo que depusieron encima el Santísimo Sacramento. Tuve mucho que hacer y tuve que librar muchas almas del Purgatorio, La preciosa Sangre me ayudó en esta obra. Tengo para mi que los Apóstoles celebraron en otros tiempos la Misa en este lugar.

8. La santa lanza del Señor. (Junio de 1820) 
 
El confesor había recibido algunas reliquias sin nombre que pertenecieron a un relicario del ducado de Dulmen. Llevada esta reliquia a Ana Catalina, apenas estuvo en su presencia, exclamó:
Punza, punza; esta es la señal. He sentido una punzada muy aguda.

En efecto, la llaga de su costado comenzó a sangrar.

Miré mucho la sagrada lanza y me pareció como si me fuese metida en la parte derecha y la sentí pasar hasta la izquierda, por entre las costillas. Puse la mano en la herida para guiar la punta entre una y otra de mis costillas.

9. Efectos de una reliquia de la santa Cruz. 

El diario del doctor Wesener, con fecha 16 de Octubre de 1816, contiene este primer relato de reconocimiento de reliquias. Habiéndole puesto ante los ojos una pequeña caja, Ana Catalina dijo:
Esta cajita contiene una cosa muy preciosa: una partecita de la verdadera Cruz. La tengo también sobre el pecho (una reliquia de la Cruz). Tengo, además, una reliquia de la lanza. El cuerpo pendía de la cruz, pero la lanza estuvo en el cuerpo. ¿A cuál de las dos debo amar mas? La cruz es el instrumento de la redención; la lanza ha abierto una ancha puerta al amor.  Oh, ayer entré allí bien adentro! (Era un viernes). La reliquia de la cruz hace dulces mis dolores; la reliquia de la lanza los aleja. Muchas veces, cuando la reliquia de la cruz dulcifica mis penas, he dicho con confianza al Señor: “¡Oh Señor mío! ¿Si para Ti se hizo dulce el padecer sobre esta cruz, cómo esta pequeña parte de ella no endulzara mis penas?”. . .

Habiendo extraviado en un cambio de domicilio esta reliquia, quedo afligida y rogó a San Antonio se la hiciera encontrar. El 17 de Agosto dijo:
San José y San Antonio estuvieron junto a mí, y San Antonio puso en mis manos el fragmento de la cruz que había perdido.

10. Un vestido de la Santísima Virgen. (20 de Julio de 1820)

Este fragmento de la reliquia era de la parte exterior. Me parece que era un vestido que se usaba en las solemnidades y que se llevaba de ese modo, según los usos antiguos de los hebreos. Santa Ana usaba uno semejante. La túnica, la parte anterior del busto y las mangas estaban cubiertas con este vestido. La túnica tenía mangas estrechas, un tanto encrespadas en los codos y en los pulsos. Los cabellos los recogía dentro de una gorra de color amarillento, que descendía sobre la frente, formando pliegues en la parte posterior de la cabeza. Por encima llevaba un velo negro de una tela delgada que descendía hasta medio cuerpo.

Con este vestido he visto a la Virgen recorrer el Via Crucis en los últimos tiempos. No sé si lo llevaba porque era vestido de solemnidad o porque en la época de la crucifixión del Salvador tenía este vestido de luto bajo el manto que la envolvía. He visto a la Virgen en este lugar, ya muy avanzada en años, aunque en sus facciones no aparecía ninguna señal de edad, fuera de una expresión de mas ardiente deseo y aspiración del cielo, que contribuía a transfigurarla divinamente. Aparecía siempre indescriptiblemente seria y recogida: no la he visto reír. A medida que crecía en años aparecía mas cándida y transparente de facciones. Estaba delgada. No he visto arrugas ni signo de decadencia en su rostro. Parecía como espiritualizada. Abierta la reliquia, he visto que era un fragmento de pano con rayas, largo como un dedo.

11. Otras reliquias de María Santísima. (14 de Noviembre de 1821)

He visto un cuadro relativo a María y las fajas y pañales de Jesús que se conservaban en otro tiempo en una magnífica iglesia de Constantinopla. El sitio donde se encuentran ahora estas reliquias, no es conocido. He visto también que un peregrino que llevaba consigo una cantidad de reliquias de los vestidos y cabellos de María, volviendo de Tierra Santa fue asaltado por ladrones y herido. Los malhechores echaron al fuego las reliquias. El herido alcanzo a llegar hasta el fuego, halló intactas las reliquias y recobró de pronto la salud.

12. Piedras sobre las cuales celebraron los Apóstoles. 

En Éfeso, donde estaba la casa de María, existe aun una piedra sobre la cual los apóstoles Pedro y Juan celebraban la santa Misa.  Cada vez que Pedro y Juan llegaban a la Palestina, visitaban la casita de Nazaret y celebraban allí la Misa. Se había erigido un altar donde antes estaba el hogar. Un pequeño armario, usado por María, se había convertido en tabernáculo. La casa de Ana estaba situada en las afueras, a media hora de camino de Nazaret.

Cuando María se retiro a Cafarnaúm, la casita de Nazaret fué adornada, y se la consideró como un santuario. A menudo iba María desde Cafarnaúm a este lugar consagrado por la Encarnación de Jesucristo, para hacer oración. Mas tarde se colocaron sobre el cielorraso multitud de estrellas. Recuerdo que la parte posterior de la casa y la pequeña ventana fueron llevadas a Europa. Cuando pienso en esto, me parece haber visto que la parte anterior de la casa estaba caída. El techo no era agudo ni alto y el borde un tanto levantado, de modo que se podía pasear alrededor. Todo el techo era plano. No tenía ninguna torrecita, sino sólo la chimenea cubierta, por un techito, como es costumbre. He visto en Loreto muchas lámparas ardiendo en aquella sagrada casa. En el momento de la Anunciación, Ana dormía en la parte izquierda, separada por un tabique, cerca del fogón.

13. Constantino y su conversión (*)

Constantino tenía, por varias apariciones, gran confianza en el signo de la santa Cruz: la hacía llevar en un estandarte, delante de su armada, con mucha veneración. Pero en esto se guiaba más por temor supersticioso, como hoy se ven a personas llevar amuletos sin devoción verdadera. El creía que la Cruz le ayudaba, pero tenía de Cristo la idea de un dios como tantos otros del imperio romano. Obraba cosas buenas mezcladas con otras malas, y aun persiguió a algunos cristianos, excitado por otros, aunque veneraba la Cruz como signo que le traería suerte en sus empresas.

(*) Algunos historiadores dicen que Constantino fue bautizado recién en el ocaso de su vida. Nicéforo llama a esta historia: Figmentum arianorum. La tradición y el Breviario Romano están conformes con lo que ve Ana Catalina. El Breviario dice que fué librado por el bautismo de la lepra de la infidelidad. Esto último fue una añadidura puesto que los parientes se quejaron de que se hiciese público que estaba atacado de lepra.

14. Hallazgo y triunfo de la santa Cruz.

Después de la muerte de Cristo los judíos habían tratado de destruir todos los lugares que los cristianos consideraban sagrados. Habían hecho cavar fosos a través del camino donde Jesús había caído. Los lugares, hermosos de verdor, donde Jesús había predicado, los hicieron intransitables y a los jardines les habían puesto cercos. En algunos sitios habían tendido hasta fosos disimulados para que los peregrinos cayeran dentro. He visto que algunos de estos pérfidos judíos cayeron ellos mismos dentro de los fosos. Habían desfigurado y puesto obstáculos en los caminos que llevaban al Calvario, abriendo fosos en algunos espacios y cercando otros con vallas. Muchos peregrinaban a esos lugares y se habían obrado grandes maravillas allí.

Al principio no querían los judíos poner manos a la obra; pero se levantó una espantosa tormenta y barrió todos los escombros de allí y también muchas casas de los judíos edificadas alrededor. Entonces les entró a los judíos un gran temor y empezaron a trabajar de veras. La primitiva entrada al santo Sepulcro no fue mas utilizada ni abierta y se hizo una entrada al lado. Helena tenía entonces cincuenta años y la vi ocupada intensamente en edificar (la Iglesia del Santo Sepulcro). La iglesia cristiana estaba todavía sobre Sión, donde se había instituido la santa Eucaristía.


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